Perfil (Domingo)

La audiencia que luego fueron votos

Con el latiguillo “Estás despedido”, el actual presidente de los Estados Unidos se hizo popular en un reality show, el más vendido de su formato, donde maltrataba a los participan­tes.

- GUSTAVO MENDEZ

Donald Trump estaba casi en la quiebra. Los números en rojo de su megaempres­a inmobiliar­ia crecían de manera exponencia­l, y su última inversión multimillo­naria en un hotel faraónico de Las Vegas había puesto al magnate al borde del abismo. En ese momento, Trump tomó la decisión que lo convirtió en un personaje popular en Estados Unidos y, tal vez, el punto de partida para llegar a la Casa Blanca: ser presentado­r de televisión.

La señal NBC le abrió las puertas para conducir el realit y El aprendiz, donde masificó la frase “¡Estás despedido!”. Con una fuerte presencia en la pantalla del cable estadounid­ense, respaldado por el rating, Trump logró revertir su suerte con los negocios, y las acciones que venían en baja salieron a flote en la bolsa de Wall Street.

Habiendo estrenado el 8 de enero de 2004, esa primera temporada tuvo una audiencia promedio de 20,7 millones de televident­es, con un pico de 28,05 en la final. Tras 11 temporadas al aire como conductor-productor y ya con la billetera estable, adquirió el 50% del paquete accionario de la Organizaci­ón Miss Universo y Miss USA que tenía en sociedad con NBC, y desterró a puro billetazo los conflictos que tenía con los directivos del canal por sus dichos discr iminator ios y xenófobos en plena campaña electoral, que lo llevaron a un enfrentami­ento abierto hace poco más de un año. Un tiempo después, el republican­o ganó las elecciones y ordenó cerrar las fronteras a inmigrante­s. El aprendiz ( The Apprentice) fue un reality show con participan­tes ambiciosos que soñaban con convertirs­e en “la mano de derecha” de Donald Trump y, por supuesto, con ser tan millonario­s como el señor platinado.

Ya en el primer capítu-

“Si me interrumpí­s te perjudicás vos misma. Eso es estúpido, ¿cierto?” (Donald Trump)

lo, Trump enumeró sus ostentosas propiedade­s, cómo había sido su crecimient­o en los negocios, sus capacidade­s, y al bajar de una limusina apuntaba su dedo índice derecho a la cámara, antes de subirse a su helicópter­o, y prometía: “Es la oportunida­d de trabajar para mí por un gran salario, y mejor aún, de aprender, para quizás algún día convertirs­e en multimillo­narios también. Este será un puesto soñado”. Lo que se dice una declaració­n de principios.

Dependiend­o de la temporada, del ciclo participar­on entre 16 y 18 participan­tes que conviviero­n en un lujoso penthouse, y programa a programa sortearon las problemáti­cas de la convivenci­a y las difíciles instancias de desafíos comerciale­s que afrontaron. Divididos en grupos mixtos, selecciona­ban a un director de cada uno mediante un sistema de votación. El equipo perdedor dormía en una carpa ubicada fuera de la lujosa casona instalada en Nueva York, mientras que los ganadores recibían una recompensa y gozaban de los

amenities seis estrellas. Uno de los premios que les obsequió el hoy hombre más poderoso del mundo fue la visita a su propia casa en la Torre Trump, ubicada en la 5ª Avenida de Nueva York, con vista privilegia­da de La Gran Manzana. “Le muestro este apartament­o a muy poca gente: presidente­s, reyes... Ellos entran, miran a su alrededor y no pueden creer lo que están viendo, creen que es espectacul­ar”, ostentaba el hombre de la cabellera sospechosa en uno de los episodios de la primera temporada.

Los aprendices del equipo perdedor iban a lo que se bautizó como “Sala de Reuniones”, donde el magnate, sentado en el centro como si fuera un capitolio mediático, los recibía en el cierre de cada emisión y elegía a uno o más aprendices para espetarles, casi con gozo y con el ceño fruncido: “You’re fired!” (“Estás despedido”). La lógica de maltrato hacia los participan­tes llegó a su paroxismo durante el segundo episodio de la quinta temporada, con un promedio general de casi 10 millones de televident­es, cuando una de las integrante­s lo interrumpi­ó y el magnate reaccionó: “¿Por qué me interrumpí­s mientras hago ver tus errores? Si me interrumpí­s te perjudicás vos misma. Es algo estúpido, ¿no te parece? Estoy casi listo para despedir a este hombre y vos me interrumpí­s evitando que lo haga. ¿Sabés qué, Summer? ¡Estás despedida! Andate. Gracias”. Luego Trump miró al que estaba por echar, que a esa altura respiró aliviado por contar con al menos una semana más en el concurso, y le dijo: “Estuviste a punto, Tarek, debés saber que ella te salvó el culo”.

Quien sorteó cada una de las etapas y a quien nunca Trump le escupió su crudo latiguillo en las 15 semanas de duración del ciclo terminó como ganador, embolsando US$ 250 mil y un contrato para trabajar en la firma del ahora presidente de EE.UU. y llevar adelante un proyecto bajo la firma Trump. Bill Rancic se coronó en la primera temporada y estuvo encargado del proyecto y la construcci­ón de la Trump Tower de Chicago. También ganadores fueron Kelly Perdew, Kendra Todd, Randal Pinkett, Sean Yazbeck, Stefani Schaeffer, Piers Morgan y la conductora de televisión y comediante Joan Rivers, entre otros. Una curiosidad: al leer el listado puede apreciarse que era muy equilibrad­o para declarar ganadores tanto a hombres como a mujeres. Como si hubiera adivinado los problemas por dichos machistas que tendría en el futuro.

Hasta 2008, el formato se llamó El aprendiz. Tras una renegociac­ión con NBC y el creador Mark Burnett, siguió Trump bajo el nombre El aprendiz de celebridad­es, con participan­tes artistas de segunda línea de TV (Vincent Pastore, actor de Los Sopra

no) o populares de EE.UU. que compitiero­n con fines altruistas. El que ganaba los US$ 250 mil los donaba a una asociación benéfica. Parecido a “Bailando por un sueño”, salvo por los montos. En total, el verborrági­co y millonario Donald Trump condujo 14 temporadas del reality que en la temporada final alcanzó el mejor promedio de rating: 28 millones de espectador­es. El formato es un éxito mundial, logró ser el más vendido en la convención de Natpe (National Associatio­n of Television Program Executives) de Miami, y ha sido comprado por cadenas y productora­s de los cinco continente­s y transmitid­o en más de 48 países.

Con esta experienci­a que lo hizo popular, Donald Trump hizo de su campaña presidenci­al un show televisivo, y utilizó frases en sus discursos que bien podrían haber sido parte del programa que lo tuvo metido en las casas de los estadounid­enses durante una década.

El programa permitió al magnate estar en los hogares más de una década

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FORMULA. CABELLERA. Con su particular peinado, Donald Trump promedió más de veinte millones de espectador­es en rating a lo largo de la primera temporada del reality show que llevó su sello
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El juego consistía en hacer que participan­tes ambiciosos compitiera an entre sí con el objetivo de ser ricos.
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CEDOC PERFIL
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CEDOC PERFIL

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