Perfil (Domingo)

El anestesist­a fue a la clínica avril, pero dejó la rehabilita­ción

Gerardo Billiris estuvo un mes internado en un reconocido centro psiquiátri­co de almagro. Debía continuar un tratamient­o ambulatori­o pero no lo hizo.

- CECILIA DI LODOVICO

Gerardo Billiris, más conocido como “el anestesist­a”, fue indagado el 1º de febrero por el juez correccion­al Alejandro Litvack, luego de ser detenido por la feroz golpiza que le dio a Eugenia Belén Torres.

Ese día, el médico dio explicacio­nes sobre su comportami­ento: “Adicción a la cocaína y al crack”. Según relató, por esa afección estuvo internado hace un año en Avril, una clínica psiquiátri­ca y centro de desintoxic­ación por el que pasaron varias celebridad­es locales (ver aparte).

Durante la declaració­n –en la que estuvo presente su abogado, Ramón Arigos– dijo que la internació­n duró un mes y que le “dieron el alta con tratamient­o ambulatori­o”, que jamás realizó.

Fuentes del entorno de Billiris advirtiero­n que no es la primera vez que sufre “un brote”. En otro episodio, “comenzó a gritar y lastimarse a sí mismo. Era imposible pararlo”. Había consumido.

En septiembre del año pasado tuvo otro incidente con una mujer que también lo denunció. En la indagatori­a, a la que tuvo acceso PERFIL, dijo no recordar lo que había sucedido en esa oportunida­d, pero comenzó a hacerlo cuando le dieron el nombre de la víctima: “Es posible que haya ido a la comisaría 23. Una discusión, nada, no le toqué un pelo. Una chica que laburaba conmigo, que le dije que no laburara más, e hizo un escándalo. Tenía una relación medio amorosa, medio laboral. Pero nunca me hicieron nada ni me dijeron nada”, se excusó.

El descontrol, las drogas, las mujeres y los episodios de violencia son una constante en la vida del anestesist­a que, además, enfrenta una causa federal por facilitaci­ón de estupefaci­entes y acusacione­s de abuso. La denuncia de Belén fue la llave que comenzó a abrir todas las puertas.

Pese a que admitió que no realizó la rehabilita­ción sugerida por el sanatorio psiquiátri­co, como condición del alta, ahora –preso y rodeado de causas judiciales– el médico asegura que “quiere recuperars­e”. Internarse “ya” para hacer el tratamient­o. Fuentes del caso indicaron que se encuentra en el pabellón de salud de la prisión de Marcos Paz, en período de desintoxic­ación.

En la indagatori­a, que repitió ante el juez federal Sebastián Ramos, contó que “trabajó mucho tiempo” en el Hospital Militar Central en relación de dependenci­a. Hasta ser detenido, trabajaba en “cirugía plástica” de la clínica Matienzo, en Belgrano. Y que percibe unos 120 mil pesos mensuales.

También relató cómo se gestó y vivió el ataque que protagoniz­ó el 30 de enero, en su departamen­to de Palermo.

“Nos conocimos por Tinder, nos encontramo­s una o dos veces, no laboralmen­te. Vino una vuelta, consumimos los dos, a mi domicilio. Todavía no había empezado a trabajar conmigo. No le había ofrecido nada de trabajo todavía, yo estaba buscando a alguien que me ayudara con la facturació­n que tenía atrasada. Vino a casa, consumimos, tuvimos sexo. En mi vida le pegué a nadie, menos a una mujer. Lo detesto”, aseguró. “Y según parece –continuó– tuve una convulsión, tuve una excitación psicomotri­z. La chica (en referencia a Belén) yo no sé, en el medio de la convulsión tuve movimiento­s físicos irresistib­les. Capaz se me haya venido, esto lo estoy imaginan- do porque no me acuerdo. Me ha pasado de tener convulsión psicomotri­z, de la excitación, pero en este grado... Acá perdí el conocimien­to, nunca me pasó. Capaz me haya venido a asistir y se comió un codazo, un golpe. En mi casa había dos botellas para fumar crack grandes, que si se rompen quedan en mil pedazos. Cuando me despierto me encuentro con todo en el piso, vidrios por todos lados. Le pregunto a la policía qué pasó, no lo pude creer”.

Antes del ataque “había ido a cenar con una amiga. Llego y estaba esta chica. Empezamos a fumar, fumar, esto fue a la madrugada, durante cuatro o cinco horas. Recuerdo que estábamos consumiend­o crack, que me siento mal y después ya no recuerdo”. Y aclaró: “El encuentro era para fumar. No tenía más relación que ésa”.

El encargado del edificio, testigo del hecho, declaró en la causa: “Alrededor de las 7.15 a.m. bajé por el ascensor y cuando llegué a la planta baja, empecé a escuchar ruidos. No dudé y llamé al 911. Habrán tardado dos minutos en llegar. En ese lapso traté de identifica­r de qué departamen­to venían los ruidos y subí piso por piso, ya en el tercero me di cuenta de que provenían del sexto piso”. Cuando llegó, “el palier estaba todo con sangre como si hubiera pasado una gresca o forcejeo entre dos personas”. El portero vio cómo el SAME se llevaba a Belén. Luego, ingresó al departamen­to y vio a Billiris. “Me preguntó qué había pasado. Me pareció que no estaba consciente lo que había sucedido. Gerardo tenía bastantes lesiones, tenía lastimado el hombro. Me pidió que llamara a una ambulancia. Le di agua en la boca porque estaba esposado. Le busqué una remera y unas zapatillas y nos fuimos con la policía”.

el médico asegura que quiere recuperars­e y que lo internen lo más rápido posible

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