De los mapas aparentes
Con el trabajo colaborativo como eje –artistas, curadores y galeristas–, se presenta la muestra “Rodeados”. Con curaduría de Santiago Bengolea, y los artistas Sofía Durrieu y Gaspar Acebo. La muestra explora el proceso de creación colectivo, el corrimiento de límites y el afán lúdico que recuerda a Cortázar y Perec en la literatura.
entre el 18 y el 20 de octubre de 1974, George Perec se sienta en un lugar específico para describir todo lo que ocurre en la plaza Saint-Suplice. Desde el vuelo amorfo de las palomas hasta el sincronizado tránsito de los autobuses. Cada día, cada hora, cada minuto están registrados por medio de palabras en Tentativa de agotamiento de un lugar parisino, ese experimento que se publicó primero como artículo y luego como libro del escritor francés. Para la literatura es un exponente de la corriente objetivista pero, también, puede pensarse dentro de un gesto avant la lettre ( literal) del site specific.
Un poco antes, en 1962, Ju lio Cor tá za r escribió Historias de cronopios y de famas. También en París y además de contar las andanzas de esos seres inventados sobre la base de una distinción de clase (los cronopios, clase media; los famas, pura sangre), daba unas notables instrucciones para hacer cosas triviales. Por medio de la desautomatización, eso que los formalistas rusos indicaban para que el mundo se vuelva menos habitual, Cortázar instruye cómo subir una escalera, llorar o darle cuerda a un reloj.
En el entredós de estos textos puede ubicarse - R-o-d-e-ad-o-s, la exhibición que realizan en conjunto dos artistas, Sofía Durrieu y Gaspar Acebo; dos galeristas, Eleonora Molina y Cecilia Caballero, y un curador, Santiago Bengolea. Por un lado, hay una relación de las obras diseñadas especialmente con el instructivo y ahí la relación con Cortázar sería muy fácil de ver. Por el otro, además, hay una invitación al juego. Aunque no sólo en las actividades que se proponen en pequeños textos que están junto con las piezas. Esas que indican ponerse y sacarse trajes, llevar y traer bolsas, probarse joyas, buscar lugares, camuflarse, perderse y volver a encontrarse. Lo lúdico incluye las palabras, entonces. Como pequeños poemas para ser leídos en voz alta, esos papeles son las obras y, de pronto, están en el lugar de ellas. Dejan la galería junto con los collares, un precioso poncho con cierres, un amuleto de bronce, y se desplazan por un radio delimitado por las dos manzanas en las que se emplazan las galerías.
En ese mapa físico y mental, en ese recorrido guiado, está el intento de agotar el lugar. Para salirse de los límites de la exposición y borrar las fronteras entre el espacio de la muestra y el barrio. Una especie de búsqueda del tesoro mezclada con “elige tu propia aventura”, apela a un espectador -R-o-d-e-a-d-o-s activo, un poco niño y bastante obediente. Y aunque no lo fuera, el ex- perimento sigue funcionando, al menos en su lado estético y en la reflexión sobre ciertas prácticas en el campo de las artes visuales.
El video que está en el subsuelo de Cecilia Caballero es un aleph para entender la propuesta. Sobre todo cuando éste comienza. Allí se ve a los integrantes de este colectivo (artistas, galeristas y curador) ponerse esa chaqueta siamesa para cinco personas, una de las obras que integran la muestra. Desde ahí se puede pensar el gesto de buenas vecinas de las galeristas, esa reterritorialización del arte en el barrio, el de Recoleta, con su propia historia de galerías, la horizontalidad entre artistas, curador y galeristas, el espectador como parte de la obra. En la mayoría de los casos, esto se escucha como intención; aun como deseo. En éste, en particular, es una realidad -R-o-d-e-a-d-o-s Sofía Durrieu y Gaspar Acebo Curador: Santiago Bengolea Galerías: Miranda Bosch y Cecilia Caballero Montevideo 1723/1720 De lunes a viernes de 13 a 19