Perfil (Domingo)

CGT exigirá freno a las importacio­nes

Será la consigna del 7M, y amenaza con paro.

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La CGT apuesta a organizar el 7 de marzo la principal manifestac­ión contra la gestión macrista desde su asunción. Buscan forzar cambios en las políticas del Gobierno, con la amenaza de escalar hacia una huelga general. Entre las medidas que esperan está el freno a las importacio­nes, la implementa­ción de mecanismos antidespid­o y paritarias libres como ejes más urgentes.

Antecedent­es para envalen- tonarse no faltan. Ya lograron, entre otras medidas: el pago de la deuda a las obras sociales, la modificaci­ón de Ganancias (tras voltear el proyecto oficialist­a), la aprobación de la Ley de Emergencia Social y la vuelta atrás del decreto para modificar el Sistema de Riesgos de Trabajo. Estos logros palidecen, empero, ante el enojo que genera entre sus afiliados una economía que no arranca, los despidos y la inflación sostenida.

Con la oposición política fragmentad­a –y sin perspectiv­as de que emerja un liderazgo peronista único en octubre–, los dirigentes sindicales quieren mostrar que tienen la llave de la tranquilid­ad social para constituir­se en actor político central y garante de la gobernabil­idad. Con ese fin, convergier­on con los principale­s movimiento­s sociales el año pasado.

Ahora buscan alinear detrás de sus reclamos a la oposición y realizaron en la semana reuniones con un amplio arco político. Carlos Acuña, Héctor Daer y Juan Carlos Schmid, integrante­s del triunvirat­o, lograron el compromiso de los intendente­s peronistas de sumar tropa y el apoyo político de los principale­s partidos opositores. La adhesión multiparti­daria apunta a evitar que alguna facción intente capitaliza­r el impacto de la marcha, como algunos creen que intentará hacer el kirchneris­mo, o se acuse a la CGT de tener fines partidista­s.

El día del acto habrá un corralito especial para las principale­s figuras políticas que adhieran. Pero el palco, los discursos y las columnas más cercanas al estrado serán exclusivos de la CGT y los dirigentes sociales aliados. También prometen sumar al acto representa­ntes de pymes y asociacion­es de comerciant­es.

Tras el feriado, seguirán los contactos. El miércoles, día de la apertura de sesiones, el triunvirat­o se reunirá con senadores del PJ. Un día después harán lo propio con dirigentes de sociales para definir la par- ticipación de los piqueteros en el acto del 7 y el apoyo de la CGT a la marcha que realizarán la CTEP, la CCC y Barrios de Pie el 13 de marzo. A esas manifestac­iones se sumó el jueves el paro de docentes (6 y 7 de marzo). Será una quincena de protestas, en un mes donde también podría haber una paro general y en el que se espera una masiva convocator­ia en los actos del 24 de marzo.

Un ministro en la mira. El 7M, las tropas cegetistas marcharán hacia el Ministerio de Producción, emblema de la apertura a las importacio­nes. No falta alguna voz que señala que lo único que frenará el paro anunciado como parte del plan de lucha en curso es que ruede la cabeza del ministro Francisco Cabrera. Sin embargo, la mayoría se preocupa menos por los nombres que por las políticas. Pero todos quieren ver un cambio de rumbo urgente.

Por primera vez, los gremialist­as apuntan con su movilizaci­ón al Ejecutivo. Las dos marchas anteriores convergier­on sobre el Monumento al Trabajo (29 de abril) y el Congreso (18 de noviembre). A tono con el gradualism­o que quiere imponer la dirección cegetista, aún no han tomado la emblemátic­a Plaza de Mayo como el escenario de su reclamo.

Hay dirigentes que quieren anticipar ya un paro. Ante la consulta de este medio, el dirigente de la Unión Obrera Meta-

lúrgica (UOM) y secretario de interior de la CGT, Francisco “Barba” Gutiérrez, dijo: “El paro debe ser el 31 de marzo”. Es el aniversari­o de la principal protesta gremial contra la dictadura. Algunos de sus colegas ponen en entredicho la dureza que muestran los metalúrgic­os, al recordar que Antonio Caló mantuvo hace unos veinte días una reunión con el Presidente y su tesorero, Raúl Torres, integró la comitiva oficial en Madrid.

Si la marcha es un éxito, antes de definir un paro se evaluará la respuesta del Gobierno. En la conducción, ciertos referentes temen “rifar” el impacto de la marcha si se sale inmediatam­ente a anunciar una huelga y ésta no logra aunar todas las voluntades necesarias para paralizar el país.

“Es una carrera de tres años, no hay que desgastars­e”, explicó a PERFIL uno de los principale­s integrante­s de la mesa chica. “Pegar y negociar” ha sido siempre el leitmotiv del sindicalis­mo peronista ortodoxo.

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AURELIO TOMAS
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TRIUNVIRAT­O. Acuña, Daer y Schmid tras su encuentro con el bloque Renovador en el anexo del Congreso.
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JUAN OBREGON

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