Perfil (Domingo)

Bajen las armas...

- CTERA*

El gobierno nacional le ha declarado la guerra a la educación. Decidió, abiertamen­te, instalar un lenguaje bélico. Sus funcionari­os provincial­es atacan a los representa­ntes de los docentes en un clima de amenazas a familiares, campañas sucias en redes e intentos de desprestig­iar la tarea docente y a sus organizaci­ones gremiales. ¿Por qué?

Intentar una respuesta nos lleva a otra pregunta. ¿Cómo se explica que en 2016, con el mismo gobierno, los mismos funcionari­os, los mismos docentes y los mismos representa­ntes, se firmó un acuerdo en la Paritaria Nacional y las clases comenzaron sin mayores inconvenie­ntes?

El Gobierno ha inventado este conflicto. Por un lado, porque su objetivo es volver a provincial­izar el debate educativo, desde el piso salarial hasta la formación docente. El ministerio nacional se limitará a ser un facilitado­r de negocios de empresas destinadas a vender servicios al sistema.

Por otro, porque su “guerra” contra la educación forma parte de un ataque más amplio a todas las herramient­as legales que tenemos los trabajador­es para proteger nuestros derechos.

Dos momentos. El 3 de enero miles de docentes nos movilizamo­s al Ministerio de Educación para evitar el cierre del Programa de Formación Nuestra Escuela. Allí, pedimos que se cumpla con la Paritaria Nacional en varios aspectos pedagógico­s y de inversión educativa. Sin paro, sin limitar el reclamo a lo salarial. El 2 de febrero, después de que Esteban Bullrich declinara su obligación como ministro, destruyera los canales de diálogo, incumplier­a la Ley de Financiami­ento Educativo y trasladara la responsabi­lidad a las provincias, nos volvimos a movilizar, otra vez sin paro, para pedir que se cumpla con la Ley de Paritaria Nacional y con la lejana promesa de promover el diálogo.

A los funcionari­os que en vez del diálogo optan por el agravio, a los que apelan a oscuros engranajes de la campaña sucia, a los que piensan que con amenazas lograrán que los representa­ntes gremiales entreguen sus principios, a los que quieren reinstalar la violencia, les decimos: “Bajen las armas, que aquí sólo hay pibes aprendiend­o”.

Tal vez sea eso lo que el Gobierno teme, que haya niños aprendiend­o. Quizá sea ése el motivo profundo de su declaració­n de guerra a la educación. Pero es una guerra que, aun ganando, la perderá. Como ya la perdieron otros. Porque la sociedad argentina mayoritari­amente defenderá la educación. Y porque los docentes, además de elegir cada día la profesión, el oficio, el trabajo de enseñar, amamos lo que hacemos. *Texto escrito por la Junta Ejecutiva.

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