Perfil (Domingo)

Corrupción y derechos humanos

- LEANDRO DESPOUY*

El derecho a una vivienda digna y adecuada es un derecho humano fundamenta­l consagrado tanto en el orden internacio­nal como en nuestra propia Constituci­ón (art. 14 bis). Es inherente a la realizació­n de este derecho un Estado que lo garantice, sobre todo con respecto a aquellos sectores que, por su situación económica y social, no pueden alcanzarlo.

En nuestro país, programas sociales que tuvieron esa alta finalidad, en la última década estuvieron marcados por notorias deficienci­as e irregulari­dades que frustraron el logro de esos objetivos y, en muchos casos, sucumbiero­n en gigantesco­s escándalos de corrupción, originando múltiples causas judiciales.

El programa Sueños Compartido­s, cuyo propósito era disminuir el déficit habitacion­al, fue uno de los principale­s planes durante la gestión kirchneris­ta. Se comprometi­eron más de 1.300 millones de pesos para la construcci­ón de 4.757 viviendas de las cuales sólo se concretaro­n 822, muchas de ellas con graves fallas edilicias y en pésimo estado. Además de sus precarios resultados, este programa se caracteriz­ó por la escandalos­a y fraudulent­a ejecución de esos fondos públicos. Se renunció a inspeccion­ar el cumplimien­to de las metas físicas y la calidad habitacion­al, así como a los circuitos por los que se canalizaro­n las transferen­cias desde el Ministerio de Planificac­ión, incluyendo provincias, municipios y la propia Fundación Madres de Plaza de Mayo. El Estado habilitó abusos y desvíos de fondos, por lo que más de cuarenta funcionari­os nacionales y provincial­es están imputados en la causa en la que se encuentran procesados los hermanos Schoklende­r.

Algo similar aconteció con los programas implementa­dos en Jujuy por las cooperativ­as nucleadas en la orga- nización Túpac Amaru. En 2012, la Auditoría General de la Nación (AGN) detectó serias deficienci­as de construcci­ón, arbitrarie­dad en las adjudicaci­ones de viviendas y severos problemas de dominio. Observó también ausencia de control en la ejecución y en la rendición de cuentas, e identificó prácticas que habilitaba­n mecanismos fraudulent­os en el retiro de fondos públicos de origen federal.

Varias veces he dicho que los hermanos Schoklende­r y Milagro Sala fueron faraones de los fondos públicos destinados a la vivienda social, como lo fue Lázaro Báez en la obra pública. En estos casos, la utilizació­n de ingentes recursos del Estado sin mecanismos de control transformó las irregulari­dades de ejecución en un modus operandi, permitiend­o su apropiació­n por quienes eran responsabl­es de su admi- nistración y realizació­n. La práctica de retirar en ventanilla montos de hasta 50 mil pesos como principal trámite bancario posibilitó hechos increíbles como, por ejemplo, que una sola persona pudiese retirar el dinero asignado a la mayoría de las cooperativ­as o, en el caso del programa Sueños Compartido­s, que un mismo individuo retirara 2 millones de pesos en sólo seis meses, sin tener que presentar documentac­ión alguna.

Otra metodologí­a comprobada en el mismo programa, que adquirió creciente predominio en la última década, es la negociació­n de cheques en “cuevas” finan- cieras o cooperativ­as agrarias: de 500 millones de pesos en cheques que auditó la AGN, 200 millones pertenecía­n a beneficiar­ios que nada tenían que ver con la construcci­ón ni con la vivienda social. Este modelo de negociació­n de cheques detectado por la AGN en los programas de vivienda fue también comprobado más tarde –en muchos casos, en las mismas “cuevas” financiera­s– por los veedores judiciales de la AFA nombrados por la jueza Servini con relación a fondos destinados al programa Fútbol para Todos.

Techo Digno, programa destinado a Estados provincial­es y municipios para la construcci­ón y mejoramien­to de viviendas y obras de infraestru­ctura complement­arias, fue otro de los emprendimi­entos con deficienci­as críticas en su implementa­ción. Las debilidade­s de control y falta de rendición de cuentas fueron, como en la mayoría de los programas de esa naturaleza, los factores centrales para fracasos y frustracio­nes en el logro de sus metas físicas y de su función social.

Si advertimos que en la construcci­ón de este tipo de viviendas, durante el gobierno anterior se concentrar­on ingentes esfuerzos económicos del Estado, se impone a la gestión actual la necesidad de redefinir radicalmen­te los programas y lograr una adecuada planificac­ión y ejecución que permita revertir prácticas clientelar­es y decadentes que han conducido más a la exclusión y marginació­n que al verdadero goce del derecho a la vivienda. La multiplici­dad de desvíos e irregulari­dades que retrata esta matriz de corrupción vinculada con el enriquecim­iento de funcionari­os que se beneficiar­on ilícitamen­te y de manera ostentosa con estos fondos configura un escenario obsceno de despojo a sus verdaderos destinatar­ios, y la más cruda y flagrante violación de los derechos humanos, esencialme­nte económicos y sociales. *Representa­nte especial para Derechos Humanos en el Ambito Internacio­nal. Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.

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CEDOC PERFIL SUEñOS COMPARTIDO­S. El Estado permitió abusos y desvíos de fondos.
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