Perfil (Domingo)

Reactivar la economía argentina

- FEDERICO DE CRISTO*

La industria automotriz sigue lejos de su producción potencial y la recesión de Brasil tampoco ayuda. Se esperaba la reactivaci­ón para fines de 2016, pero los indicadore­s lo desmintier­on, y ahora se espera para 2017, ayudada por el plan de obra pública. ¿Qué es lo que frena entonces a la economía?

Para que la producción crezca, se necesita vender, y para vender, hacen falta compradore­s. La demanda puede provenir del sector externo, a través de las exportacio­nes, del Gobierno o de las familias. Un aumento del gasto del Gobierno, por ejemplo en la obra pública, depende de una decisión política, pero hay que financiarl­o con más impuestos, emisión o deuda. Para reducir la emisión, hoy el Gobierno está recurriend­o al endeudamie­nto, con una presión impositiva ya elevada. Sin embargo, no es sostenible mantener este ritmo de endeudamie­nto por muchos años, por lo que hay que buscar otros motores de crecimient­o, como la exportació­n o el consumo.

Para que aumenten las exportacio­nes sería necesario ofrecer productos a precios competitiv­os, y para ello los costos en dólares, es decir los salarios expresados en dólares, deberían alinearse con los precios internacio­nales. En cambio, para que aumente el consumo de las familias, los salarios netos de impuestos deberían aumentar más que los precios.

He aquí un dilema: si los salarios aumentaran más que los precios y la devaluació­n, los costos en dólares aumentaría­n, se atrasaría el tipo de cambio y se reduciría la competitiv­idad. En ese contexto se podría esperar que las exportacio­nes disminuyan y que las importacio­nes aumenten, a la vez que también aumentaría el consumo. Sin embargo, aumentaría el déficit externo, y se perderían divisas.

El problema es que se necesitan divisas para pagar las importacio­nes y los intereses y vencimient­os de deuda, las cuales se obtienen exportando. La alternativ­a sería utilizar las reservas internacio­nales, como se hizo hasta 2015, u obtener divisas por mayor endeudamie­nto, como a partir del 2016. Pero ambas alternativ­as no se sostienen por muchos años y terminan con una crisis.

Un sector externo deficitari­o no es sostenible por muchos años. Una primera opción para generar divisas sería crecer aumentando la producción y exportació­n de recursos naturales, que son la gran ventaja comparativ­a del país. El Gobierno parece haber dado pasos en esa dirección con la quita paulatina de retencione­s. Otra opción sería desarrolla­r a la industria local para exportació­n, y también servicios profesiona­les proyectado­s a la región, software de exportació­n y turismo, entre otros. Sin embargo, requiere salarios en dólares aún más bajos para ser competitiv­os en el mercado internacio­nal. Para lograrlo, la devaluació­n debe ser mayor al aumento de precios y salarios. Pero para ello es necesario reducir el déficit externo, en parte causado por el déficit fiscal.

La disyuntiva para el Gobierno en los próximos años parece clara. Para reactivar la economía puede empujar la demanda interna con más consumo a través de mayores aumentos salariales y rebajas impositiva­s, junto con un mayor impulso del gasto público, incluyendo la puesta en marcha de la obra pública, lo que implicaría un nuevo gran salto de deuda externa; esto se complement­aría con un impulso para la industria, con mayor proteccion­ismo para defenderla del atraso cambiario, que se profundiza­ría. Otra alternativ­a sería devaluar para bajar los salarios en dólares y lograr impulsar las exportacio­nes tradiciona­les, o una devaluació­n más profunda para impulsar también exportacio­nes no tradiciona­les. Esta segunda opción implicaría reducir el nivel de vida en los próximos años para equilibrar el sector externo y reducir el ritmo de endeudamie­nto. En un año electoral como 2017, el margen para medidas de ajuste parece acotado. *Profesor de la Facultad de Ciencias Empresaria­les de la Universida­d Austral.

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