La escritura del agua
¿Escribiría como Arlt?, se pregunta Walsh en sus papeles personales. La pregunta queda en suspenso, pero El país del río propone una singular convergencia entre una serie de aguafuertes –a propósito de un viaje por el Paraná en 1933– y las crónicas de Walsh en Panorama y Adán. “La idea –cuenta Cristina Iglesia, a cargo de la edición– surgió de la comprobación de que ambos hacían uso de formas no sólo diferentes sino antagónicas para narrar un mismo paisaje y a veces un mismo detalle de ese paisaje. Dos grandes escritores urbanos, a los que se suele asociar por el malentendido del realismo y el compromiso se internan en una zona de ríos, de humedales, de calor agobiante, de personajes huraños y silenciosos, de leyendas rurales y salen airosos de esta aventura del lenguaje con nuevas y muy opuestas destrezas estéticas”. El acercamiento subraya “la potencia de sus diferentes modos de estar en la zona” y muestra “que lo que denomino la escritura del agua modificó sus modos de mirar el mundo”.