Fundamento de transformación
En esta breve colección de encuadres, o sucesivas fotos de un instante tan evadido como elusivo, también fuera de toda memoria (por eso es texto), la constitución de un yo, su definición, resulta imposible. Rosario Bléfari utiliza la primera persona, pero la persona no está. Nada esconde y no hay desnudez sino erotismo abandonado de gestualidad: el deseo es el estilo mismo buscando el retrato de lo inasible, el otro. Sin posesión, no guía a la escritora una determinación por retratar al que observa porque ella misma es mirada por la claridad.
El efecto es extraño, así el lector resulta un verdadero extranjero con única guía en el placer de la lectura. Con el friso desplegado, Bléfari sugiere la condensación estética de Sendas de Oku de Matsuo Basho como las viñetas precisas de Roberto Arlt. Oscila, duda, narra lo que antecede o concluye, el halo temporal que se manifiesta como nexo del pensamiento al borde del inconsciente. Hay una mujer ahí en toda singularidad, en el reverso de la enunciación, cuando sutilmente escribe: “Un tiempo cero, pido, para llegar más lejos, para encontrar otra persona en la misma.”
Antes del río es un fundamento de transformación, ya no ensayo en sucesión escenográfica, pues anida allí la futura novelista. En la transición entre poética y narrativa hace vívida tal pulsión. Ocurre que la oración está antes, concisa, pensándose como migración de una voz en otra, de un cuerpo en otro, crisálida del decir que despide a la brevedad: “Es tan fácil desacreditar a los poetas. También se rompen fácil el silencio, las copas más finas, el vestido de una virgen o la tela de una araña”.
El homenaje es a la trama, la densa pared de tiempo que hace a la prosa refugio.