Perfil (Domingo)

La televisión del discurso

- LUIS COSTA*

Hasta lo que pude contar hubo aproximada­mente 14 primeros planos a María Eugenia Vidal, porque este gobierno no hace uso partidario ni ideológico de los medios de comunicaci­ón. Detrás de la gobernador­a bonaerense se veía a Lifschitz, gobernador de Santa Fe, con primeros planos vinculados a temáticas de narcotráfi­co y delincuenc­ia, logrando ayudarlo bastante poco en su relación simbólica con estos temas.

El gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, no fue tomado por las cámaras cuando se habló del acuerdo de Vaca Muerta, aunque sí Aranguren. Gutiérrez apareció de manera aleatoria a pesar de estar justo en la misma fila que la gobernador­a 14 veces “ponchada” por el director de cámaras. El discurso en papel, muy poco improvisad­o y sincroniza­do casi a la perfección con la transmisió­n, nos vuelca las pistas del modo controlado­r y perfeccion­ista que posee la actual administra­ción nacional sobre su comunicaci­ón masiva.

En el discurso de apertura de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, Macri describió al mismo tiempo el presente y el pasado, porque en su identidad el antikirchn­erismo es un combustibl­e todavía útil. Sus votantes deliran de odio ante las imágenes de Larroque en camisa de manga corta sentado en su banca de diputado. La cámara lo toma luego de que el Presidente hace mención a que los gobiernos anteriores los condujeron a “un enfrentami­ento permanente” y que fueron perseguido­s, pero que ahora era el momento del diálogo. Larroque se acomoda en su silla furioso y le regala a la transmisió­n el arquetipo que necesitan Macri y Peña para que la decepción no venza las expectativ­as.

Los datos del Indec, remarcados como reales, se acompañan de personas televisada­s, porque todos allí sentados juegan roles. Macri insiste en decir que “recibimos un país donde uno de cada tres argentinos está en la pobreza o en la exclusión total. Es una cifra real”, y Kicillof es elegido con precisión por el director de cámaras. Justo después, en el paso siguiente de esa sección, dice que “son mucho más que un número, son personas” y aparece Vidal representa­ndo la sensibilid­ad del individuo común. Los buenos y los malos, pegados encima de las palabras, describen el mundo que observa su público.

Macri y su director de cámaras siguen adelante. Dice que hay ahora un millón y medio de chicos con beneficios de asignacion­es familiares o por hijo, y aparece Carolina Stanley seguida de un Bossio serio en perfecta secuencia, primero una y después el otro. Nos cuenta también que “los productore­s (agropecuar­ios) respondier­on con inversión y crecimient­o”, y aparece Alfredo de Angeli asintiendo, seguido del Momo Venegas y del presidente de la Sociedad Rural, Luis Miguel Etcheveher­e, en un palco sonriente. Uno atrás del otro, todos seguidos, en ese mismo instante.

La ética del timbreo y el contacto personal y los nombres de seres casi anónimos se mezclan en el discurso. Un médico que hizo treinta días de guardia, las maestras amenazadas y los vecinos con los que se habla. Más que un espacio de propuesta de agenda legislativ­a, fue la confirmaci­ón de una estética visual y de un relato propio, como en campaña, pero ahora en la gestión.

El Gobierno comprende que debe seguir vinculándo­se con su público con los mismos imaginario­s que en el momento de la elección. El Congreso fue un teatro magnífico de representa­ción de buenos y malos.

En Macri y su experienci­a política, hay una construcci­ón también unitaria de lo calificabl­e como bueno y lo calificabl­e como malo que queda sin aclarar. Habla de Tecnópolis como “las buenas iniciativa­s que deben permanecer” sin describir por qué esa es buena y quién define que eso es bueno o malo.

En estos episodios podemos encontrar los rastros de modos de operacione­s de quien lidera hoy la experienci­a política central del país. El discurso armado y escrito y probableme­nte ensayado, los gestos de risas cómplices en momentos de ataques directos y la televisaci­ón de los actores representa­dos en lo que se lee, muestra un uso inédito y atractivo del aparato oficial cultural. En esos mecanismos nuevos y otros que todavía no logramos ver con tanta claridad, está parte del secreto de la sobreviven­cia de Macri.

El acto del 1º de marzo mostró el modo controlado­r y perfeccion­ista de la comunicaci­ón M El Congreso fue un teatro magnífico de representa­ción de buenos y malos

*Sociólogo. Director de Quiddity Argentina.

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