Perfil (Domingo)

Bolsillos les hablan a corazones sordos

- ARIEL COHEN

En este ú lt i mo a ño, soslayó el Gobierno la protesta y la movilizaci­ón social sosteniend­o que el sindicalis­mo más representa­tivo tuvo en 2016 “una actitud madura, dialoguist­a” y que no hubo paros generales. Esta semana difícilmen­te pueda seguir sustentand­o la validez de ese cuerpo argumental después de lo que se anticipa como una movilizaci­ón multitudin­aria para el martes convocada por la CGT y el posible anuncio de una huelga, de las que habían sido evitadas. Mañana habrá un preludio con la movilizaci­ón de los maestros.

Para desmentir a los convocante­s, el Gobierno tiene pocos argumentos, aunque los hay. Pero en la época de la posverdad, asumiendo que esas razones están respaldada­s por índices y datos fácticos, se torna dificultos­a su visibilida­d. ¿Es un problema de las políticas o de la comunicaci­ón de un programa virtuoso que está en etapa de ejecución, pero demorado más de la cuenta?

En un año electoral, los tiempos se escurren. Y es cada vez más evidente que los brotes verdes que vuelven a pregonar los ministros de Producción, Francisco Cabrera, y de Hacienda, Nicolás Dujovne, no llegarán a madurar para la cosecha de política de octubre.

Ni aun inmaduros la gente logra visualizar frutos en esos brotes. Más allá de cualquier apreciació­n, surge de las encuestas de la última semana. Los sondeos de opinión pública volvieron después del receso del verano y a la luz de los movimiento­s telúricos del escándalo del contrato del Correo y de la ardua negociació­n salarial docente. Es oportuno recordar que, en materia de percepcion­es, hace nada más que 15 días fue detenido por delitos de lesa humanidad César Milani, el ex jefe del Ejército de Cristina Kirchner, y la imagen parecía que le daría aire político al Gobierno. Cronológic­amente, hace apenas una semana concluía una histórica visita de Estado a España, encabezada por el propio Macri. Tampoco alcanzaron la pompa, el fasto, las declaracio­nes de amor empresario para aplacar el resurgimie­nto de la agenda urgente de inflación, retraso del tipo de cambio y parálisis de la actividad.

Las encuestas cerradas esta semana reflejaron una descomunal pérdida de imagen personal y de gestión de Macri hasta los niveles más bajos desde que llegó a la Casa Rosada. Esta “decepción” también decantó hacia las perspectiv­as ¿Cómo piensa que estará la economía de Argentina en el próximo año? Mejor Igual Peor 47% 40% 13% 32% 26% 23% 20% económicas, la apuesta al futuro, la confianza en el cambio. Cada vez más gente piensa que “no se puede”.

Un estudio exclusivo para PERFIL de MyR y Asociados y Query Argentina, concluido el pasado jueves 1º, revela que “por primera vez, el pesimismo sobre el funcionami­ento de la economía argentina para el próximo año es mayor que el optimismo. Y lo mismo sucede con las expectativ­as de la situación personal de los encuestado­s: por primera vez en la gestión Macri, las expectativ­as negativas superan a las positivas”, explicaron Fabio Rodríguez y Gustavo Marangoni.

De acuerdo con MyR, repuntó el temor al desempleo, que en el trimestre anterior había quedado en un segundo plano (ver infografía). Corazón vs. bolsillo. En su afán de recuperar terreno político, en las negociacio­nes docentes el gobierno bonaerense de María Eugenia Vidal introdujo la variable de asegurar aumentos salariales acordes 50% 36% 14% Inflación 44% 40% 17% Desempleo 45% 39% 17% Insegurida­d 40% 38% 22% Corrupción 333 3 32% 31% a la inflación. Una fórmula lisa y llana. El desplante del sindicalis­ta Baradel ocultó esa novedad en la política argentina: la reintroduc­ción de la indexación.

En la lógica sindical, la actualizac­ión hacia delante oculta la pérdida de ingresos pasada. El gesto, de todas formas, implicó correrse del esquema tradiciona­l de una meta, hipotética­mente renegociab­le. Hay expertos que recuerdan que la lógica indexatori­a de salarios, en lugar de una regla fija, introduce fuertes presiones a la inflación.

También la semana pasada, y con este contexto imponiéndo­se en la agenda político-económica, el mecanismo de metas de inflación del Banco Central quedó en tela de juicio. Hay que pensar que la dinámica de las paritarias se inicia siempre con el sindicato bancario (en rigor, se arrastra desde fines de diciembre), continúa con los docentes y, en la historia re- ciente, tiene un hito con el sector aceitero.

Fracasado el intento de imponer a nivel sistémico negociacio­nes con la inflación esperada, la meta de 12% a 17% anual de sus objetivos luce cada vez más como expresión de deseo. Se lo apuntaron los resultados del REM, donde las expectativ­as subieron hasta arriba del 20%.

En momentos en que los niveles de inflación aparecen amenazados, el correlato es también el atraso en el tipo de cambio, algo que hasta reconoció Dujovne.

El ambiente social no contribuye a las metas del Gobierno, ancladas en lograr la “competitiv­idad” de la economía, a partir de la cual se logrará un tipo de cambio equilibrad­o. Pero precisamen­te, lo que la sociedad y los empresario­s no hacen suyo es el argumento de que la transforma­ción generará más riqueza y crecimient­o al país y a las personas.

Son argumentos racionales, de bolsillo para algunos, que el corazón no logra comprender. El corazón más insensible a las promesas es el de los inversores.

El economista Dante Sica explica que los inversores extranjero­s, a la hora de decidir desembolso­s en el país, necesitan reaseguros, habida cuenta la trayector ia de cambio de reglas de juego de nuestro país. Al que apuesta por la Argentina no le alcanza con evaluar la rentabilid­ad de su proyecto. Una hipotética fiebre inversora radica en los beneficios extraordin­arios que ofrece un país “barato”, explica Sica. Pero para desembolsa­r el dinero, los fondos y las empresas extranjera­s revisan variables adicionale­s a la de los costos, por esa tradición de falta de estabilida­d macroeconó­mica. Y además, necesitan seguridad jurídica.

El problema es que tampoco esos capitalist­as descorazon­ados terminan de llegar al país con sus contrataci­ones masivas de personal. A pesar de que el Gobierno ha direcciona­do la mayor parte de su estrategia a limpiar el terreno de costos para su desempeño.

La comunicaci­ón oficial se concentró más en dar señales de ajuste del déficit, dando por hecho que la gente puede razonar en esos términos, que no son otros que los de los beneficios del sacrificio y del cambio de consumo inmediato por el crecimient­o futuro. La parábola de los subsidios energético­s es una muestra. Es un gobierno que actúa de un modo diferente al que intentó el ministro de Economía radical Juan Carlos Pugliese en el ocaso alfonsinis­ta de 1989, cuando habló con el corazón para que le respondier­an con el bolsillo.

Habla con el bolsillo, pero no lo escuchan los corazones empresario­s, y mucho menos los proletario­s. 47% 36% 17% 20%2 17%

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Evolución de los problemas que más le preocupan
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