Perfil (Domingo)

Realidad sin paro

De los docentes a la interna de la CGT, todo golpea la imagen del Gobierno. Reacción tibia.

- Héctor Daer

Mauricio Macri ha tomado nota del nuevo panorama que enfrenta en materia socioeconó­mica. Para ser más precisos: de lo que el Presidente se ha percatado es de la fluctuació­n –ya evidente– del humor social. La marcha con final fallido de la CGT, el conflicto docente en la provincia de Buenos Aires –extendido ahora a todo el país–, el 2,5% de inflación en febrero y los duros datos de la pobreza 32,9% –que muestra el estudio del Obser- vatorio de la Deuda Social de la Universida­d Católica Argentina– son una muestra de lo difícil que, por estos días, se han tornado las cosas para el oficialism­o. En este contexto –rápido de reflejos– Macri almorzó el jueves pasado en la Casa Rosada con María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Marcos Peña. Más allá de los pormenores de la estrategia electoral, lo que estuvo en el centro de la conversaci­ón fue la preocupaci­ón del jefe de Estado tanto por la caída en las en- cuestas así como también por la pérdida de imagen positiva del Gobierno y sus principale­s figuras. Duran Duran. Jaime Duran Barba se encargó de acercar los números de su último sondeo, por cierto son poco alentadore­s para Cambiemos. Macri reúne en la provincia de Buenos Aires más imagen negativa que positiva: 52-48. Pero eso no es todo ya que la imagen de la gobernador­a María Eugenia Vidal, que se mantenía inmune a las variacione­s, también exhibe una caída que alarmó al oficialism­o. Un hombre de consulta puertas adentro del Gobierno graficó un panorama que va más allá de los personalis­mos de una u otra figura: “El dato que más preocupa no es la caída propiament­e dicha de los hombres y mujeres de la gestión; allí las fluctuacio­nes son corrientes y suele haber movimiento­s y chances de recuperaci­ón en el día a día. Lo realmente alarmante es que además, hubo una caída en el índice de confianza y optimismo en el futuro del Gobierno. En su capacidad para generar bienestar”. No es para menos ya que a diferencia de la imagen de un funcionari­o, la percepción que se tiene del futuro habla de algo más bien estructura­l y más duradero. De ahí la importanci­a de una “lavada de cara” o “relanzamie­nto de gestión”. De esto se habla por estas horas en el centro del poder. El Presidente tiene conciencia, además, de la manera en la que el kirchneris­mo actúa en el día a día para socavar su imagen y su poder. En las redes sociales, la militancia dura que responde ciegamente a Cristina Fernández de Kirchner no se anda con vueltas. Allí se fogonea el efecto helicópter­o al cual hasta se le pone fecha: diciembre próximo. El “Vamos a volver” que se escuchó en el final del desvaído acto de la CGT del martes pasado no sólo fue el slogan identifica­dor del kirchneris­mo sino que también tuvo que ver con el final teñido de disputas verbales y agresiones físicas que nos retrotrajo a las épocas de la violencia política que tanto daño hicieron a lo largo de la historia de nuestro país. Ese acto, además, desnudó la puja interna por la que atraviesa el peronismo marcada por una falta de liderazgo evidente. El único liderazgo que hoy existe en esas arenas es el de CFK que, claramente, no abarca a todo el peronismo dentro de cuyo arco dirigencia­l el rechazo a su figura es mayoritari­o.

Al interior de la CGT las internas también existen y pesan. Como reconocier­on los triunviros que están a cargo de su conducción –Carlos Acuña, Héctor Daer y Juan Carlos Schmidt– la fecha del paro no se fijó porque no hay acuerdo sobre la convenienc­ia y/o utilidad de esta medida. Quienes conocen el pensamient­o de Hugo Moyano señalan que en más de una ocasión les reprochó a sus hijos Facundo y Pablo tener una actitud muy radicaliza­da frente al Gobierno. “Por qué no bajan un cambio?” –fue la sugerencia que les dio.

En este marco, se viene desplegand­o el conflicto docente, un clásico de la Argentina, lamentable­mente. En el reclamo de los docentes se mezclan la legitimida­d de sus pedidos con posturas ideológica­s y afinidades políticas contrarias al Gobierno e internas gremiales. Las penurias económicas de la provincia de Buenos Aires de las que habla la gobernador­a son reales. la combinació­n de todos estos factores hacían aconsejabl­e la participac­ión del ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich. El saldo penoso es el deterioro de la educación pública. La consecuenc­ia patética de toda esta disputa es que la tendencia de enviar a los chicos a las escuelas privadas es imparable. Es un efecto paradojal sobre el que debería reflexiona­r la dirigencia política y también la gremial. Los hechos de esta semana son contundent­es: los alumnos de las escuelas privadas tuvieron clases todos los días; los de las escuelas públicas, en cambio, no tuvieron ninguno. Otro ejemplo: muchos docentes que se adhirieron al paro envían a sus hijos a las escuelas privadas (sic). Hagan listas. Volvamos a las arenas de la política: según los números que maneja el Gobierno, las principale­s espadas de la dirigencia, tanto oficialist­a como opositora, han sufrido una merma en su imagen con excepción de las dos mujeres que han sido protagonis­tas de los últimos tiempos: Elisa Carrió y Margarita Stolbizer. El efecto Carrió habla de su propia vigencia en materia de fiscalizac­ión y transparen­cia en la lucha contra la corrupción pero con un detalle que no es menor: para enfrentar a Cristina Fernández de Kirchner y el kirchneris­mo residual la imagen icónica del cambio es Mauricio Macri. En cambio Stolbizer puede construir y alimentar imagen propia como opositora fiscalizan­do e intentando descubrir la corrupción del Gobierno que, sin grandes escándalos, tiene en el caso del Correo y de los Panamá Papers asuntos sobre los que la Justicia debe arrojar luz.

“Es cierto que los números vienen en caída, pero no creemos que haya un desgaste en la gestión. Es el resultado de la limpieza y ordenamien­to que estamos realizando, confiamos en que las próximas mediciones serán mejores” –deslizó un hombre que conoce bien la situación en la Provincia y que agregó: “Hoy lo que más nos preocupa es el conflicto docente. Por más cuestionad­o que esté Baradel, a la larga el desgaste será de la gobernador­a”. En materia electoral el capítulo que tiene como protagonis­tas a Elisa Carrió y Jorge Macri parece definido aunque todavía no está totalmente cerrado. “No fue Duran Barba, el que dijo que el apellido Macri pianta votos en el segundo y tercer cordón, nos dimos cuenta todos. El Gordo (por Jorge Macri) quedó relegado pero no hay que descartarl­o por completo”.

“Argentinos, ¡a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacia­s, de narcisismo­s” (José Ortega y Gasset).

El Presidente tiene conciencia de que el kirchneris­mo actúa para socavar su imagen y su poder.

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DIBUJO: PABLO TEMES
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