Perfil (Domingo)

No alcanza con un buen termómetro, pero hace falta

- JAVIER LINDENBOIM*

Algunos han repetido sobremaner­a que la gestión estatal requiere buena y oportuna informació­n. De allí que haya sido vista con buenos ojos la tarea de restaurar la generación de estadístic­as públicas, en particular en la institució­n rectora del Sistema Estadístic­o Nacional: el Indec.

La tarea es inmensa y parece bien encaminada. Los huecos que aún se perciben no son pocos y no sabemos si podrán ser cubiertos de manera adecuada, en particular si se abordara la necesaria tarea de reconstruc­ción de series valiosas.

En el caso del empleo y de los ingresos laborales, todavía no sabemos si los rediseños de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) efectuados en 2013 –justificad­os en los resultados del Censo de Población de 2010– son técnicamen­te correctos y adecuados. En simultáneo, la proximidad del próximo Censo de Población y Viviendas agrega tensión y ansiedad a los interrogan­tes.

Entretanto, los interesado­s siguen haciendo uso de la informació­n originada en la AFIP a partir de los aportes y contribuci­ones al sistema de seguridad social y que procesa el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Ese ministerio había dejado de utilizar como fuente principal a la EPH por las dudas que produjo su manipulaci­ón. Sus organismos técnicos y de estudios concentrar­on su atención en la informació­n sobre empleo registrado. Estas tabulacion­es, sin embargo, dejan fuera del plano de observació­n a un tercio de los asalariado­s y a más de la mitad de los no asalariado­s.

El registro incluye casi diez millones de trabajador­es en relación de dependenci­a (privados, públicos o domésticos) y unos dos millones de no asalariado­s. La diferencia hasta alcanzar el total de ocupados (estimados en más de 18 millones) correspond­e a quienes se desempeñan al margen de las normas legales que deben proteger el trabajo de las personas sea cual fuera su inserción en el proceso productivo.

Se puede tener la mirada optimista e imaginar que en breve dispondrem­os de la informació­n adecuada para diagnostic­ar mejor la situación sociolabor­al. A la informació­n algo difusa del período 2012-2015 agregaríam­os mayor precisión sobre el desempeño del empleo en 2016. Segurament­e corroborar­emos que su primera mitad fue extremadam­ente dura para los trabajador­es con pérdida efectiva de fuentes de trabajo y que en la segunda mitad empezó a revertirse tanto la situación referida al número de personas como los ingresos obtenidos.

Con todo, el saldo del año para los asalariado­s privados fue negativo en número de personas y la recuperaci­ón de los ingresos hacia fines del año no alcanzó para cubrir la pérdida de consumo de la primera mitad. Todo esto surge de la informació­n a la que se le suele dar el nombre de “en blanco”. No se dispone de elementos referidos a ese tercio o más de miembros del mercado de trabajo que se desempeñan fuera de los marcos protectori­os correspond­ientes. Nos aproximare­mos a ello cuando tengamos cubierto al menos un ciclo anual de la EPH y apenas aseguremos que la totalidad de los datos que de ella se derivan tienen la certeza y confiabili­dad que adquiriero­n en décadas pasadas.

Pero de lo que no habría dudas es de que la mayor precisión del “termómetro” sólo mejorará nuestro conocimien­to sobre la magnitud de la tarea que la sociedad argentina tiene por delante. Incumbe a las autoridade­s gubernamen­tales, a los dirigentes de las diversas fuerzas políticas, a las organizaci­ones de los empresario­s, a las dirigencia­s gremiales y a los variados grupos sociales sentarse a dialogar poniendo sobre la mesa de discusión la mejor informació­n posible y haciendo uso leal de la mejor referencia disponible.

Una de las perversida­des mayores que derivaron de la década de destrucció­n de las estadístic­as públicas es la que se observa en los intercambi­os en los que cada partícipe asienta su argumentac­ión en datos de origen a veces incierto y por lo general sin preocupaci­ón por verificar su propia coherencia interna o desconocie­ndo el fundamento de informacio­nes alternativ­as. No debería estar lejano el día en el que, por ejemplo, la discusión respecto de un sector de asalariado­s transite por la fijación de un horizonte de recuperaci­ón de la capacidad de compra de los ingresos pero no haya discrepanc­ia sobre la cuantía del eventual deterioro. O mejor aún, que se discuta sobre un sendero de mejoramien­to del salario real lo que sólo puede hacerse con informació­n fehaciente, confiable y oportuna.

Recién allí empieza el verdadero debate. *Director del Ceped/UBA. e Investigad­or del CONICET

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CEDOC PERFIL FOCO. Hoy se mide sólo el empleo registrado.

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