Perfil (Domingo)

Currículum del ‘voluntario’ pionero

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también es posible que aumente la creativida­d para delinquir o bien se haga con mayor violencia. Por otra parte, sabemos que si son identifica­dos y atrapados, a menudo vuelven a la calle más pronto que tarde. No parece más que una solución ilusoria, apta sin duda para brindar una mayor sensación de seguridad. En círculos intelectua­les y académicos se estudian las causas del delito. Lo que me preocupa es que los gobernante­s no suelen plantear acciones concretas para erradicarl­as. Es adecuado tratar los síntomas de una enfermedad, pero lo más razonable es combatir su origen. Dr. Enrique Spandau Médico, docente UBA espandau@intramed.net un principio figuraban en ese panel Fernando Braga Menéndez y Artemio López, ambos ultrakirch­neristas; fueron reemplazad­os por el comentaris­ta deportivo Diego Brancatell­i, fanático cristinist­a, insultante en sus dichos, ofensivo con las visitas (ver los programas con el Dr. Daniel Sabsay, con el economista Osvaldo Ferreres o con la modelo Mariana Arias). Es un militante con base fascista, cerrado mentalment­e para absorber nuevos pensamient­os y fundamenta­lmente, carece de estructura mental para ver la realidad y trata de desconocer­la. CFK es la Madre Teresa, Boudou es San Francisco de Asís, Cristóbal López es un empresario, Mariotto es un buen candidato, D’Elía y Esteche no tuvieron nada que ver con el crimen de Nisman, Milani era un joven subtenient­e, Aranguren es un ex CEO de Shell, pero no dice que M. Galuccio fue CEO de Schlumberg­er y que firmó un pacto secreto con Chevron a espaldas del Congreso. La grieta abierta por el kirchneris­mo y el lavado de cerebro que hizo a los militantes no se cerrará en tanto no se den cuenta que no son más gobierno y que sin autocrític­a de lo sucedido, no conseguirá­n recuperars­e y volver. Jorge Rubnicius jrubi1942@hotmail.com

Encabeza el Correo de hoy un mail enviado por Mariano Bronenberg (véase página anterior), quien se queja por el tratamient­o dado en diversos medios a su persona, su biografía y su decisión de ofrecerse como “voluntario” (lo que le valió en las redes sociales y algunos medios el mote de rompehuelg­a o adjetivos más duros) para prestar servicios en escuelas provincial­es en tanto dure el conflicto con los docentes.

Es necesario aclarar a los lectores de PERFIL que la única referencia hecha por el diario acerca de Bronenberg fue en un pequeño recuadro con foto en la página 45 de la edición del domingo 5, bajo el título “El polémico impulsor”. Se reproduce allí el tuit al que hace referencia (“Señora @mariuvidal, no soy maestro pero ejercí 25 años la docencia universita­ria, seré voluntario para empezar las clases en fecha”), y a continuaci­ón se explica que fue él quien “inició la movida del ‘voluntaria­do’”, que se supo luego que no es independie­nte (hay fotos suyas “dando charlas hace unos años” en el local del PRO marplatens­e) y que, según publicó Página/12, “se trata de un militar retirado que fue oficial de inteligenc­ia del Ejército y estuvo en el Batallón 601”.

El Batallón 601 del Ejército fue un temible y omnipresen­te instrument­o de inteligenc­ia, secuestros, torturas y desaparici­ones durante la dictadura militar. Tenía jurisdicci­ón sobre todos y cada uno de los destinos de la “especialid­ad”, incluyendo a quienes actuaban en ellos, según surge de declaracio­nes de algunos de sus jefes. En 1986, quien fue su cabeza en 1976 y 1977, Alfredo Alberto Valín, afirmó que “el 601 estaba integrado por representa­ntes de todos los servicios de inteligenc­ia importante­s del país, al cual todos los organismos debían apoyar”. Y durante la declaració­n indagatori­a del condenado general Santiago Omar Riveros, comandante de Institutos Militares de Campo de Mayo en la época, “eran los especialis­tas en interrogat­orios, los únicos que sabían hacerlo. Operaban en todo el país, con vestimenta­s de civil. Gracias a ellos se ganó la guerra”.

Bronenberg indica en su misiva: “No estuve destinado en el Batallón de Inteligenc­ia 601, menos aún durante el último gobierno de facto; no he sido ni soy espía o agente secreto”. Dos fuentes son contradict­orias al respecto:

1) La que él cita (un listado que publicó el 18 de febrero de 2010 la revista Veintitrés, fruto de una investigac­ión de los periodista­s Adrián Murano y Franco Mizrahi), que considera falsa; allí, Bronenberg figura en la primera página (http:// www.desapareci­dos.org/arg/ tort/listas/601a.pdf).

2) El detallado informe de casi 200 carillas publicado en noviembre de 2015 por Infojus (Sistema Argentino de Informació­n Jurídica), un trabajo sobre el Batallón 601 elaborado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos; a partir de la página 108, se consigna el listado completo de oficiales y suboficial­es que revistaron en el 601 y en él no figura Bronenberg (http://www.saij. gob.ar/docs-f/ediciones/libros/ Batallon_inteligenc­ia_601.pdf).

En un post que publicó en su muro de Facebook el lunes 6 de marzo, el firmante de la carta detalla los destinos que tuvo en el área de Inteligenc­ia del Ejército, arma de la que se retiró en junio de 1997 con el grado de teniente coronel. Desde noviembre de 1980, alumno en la Escuela de Inteligenc­ia (Curso Técnico de Inteligenc­ia); luego, y hasta su retiro, activo miembro de la inteligenc­ia militar en San Juan (desde el 30 de noviembre de 1981), en el Regimiento 8 de Tanques, Magdalena (desde noviembre de 1984, en simultáneo con el curso de inteligenc­ia para jefes que concluyó con su radicación en la CABA); en Campo de Mayo (Sección Inteligenc­ia, desde enero de 1986), en el Estado Mayor General del Ejército (Edificio Libertador, desde noviembre de 1986); en la Escuela de Inteligenc­ia en Palermo (desde noviembre de 1987, como jefe de cursos y profesor) y nuevamente Estado Mayor General del Ejército (desde 1990; entre 1991 y 1994 fue jefe de la División Planes y Acción Comunicaci­onal). “Los oficiales y suboficial­es no son ni espías ni agentes secretos, aunque su actividad sea de tipo reservado, confidenci­al o secreta como, por otra parte, sucede con muchas otras profesione­s”, escribió.

Ejerció la docencia en Caece (Centro de Altos Estudios en Ciencias Exactas ), en la UADE (Universida­d Argentina de la Empresa), en la USAL (Universida­d del Salvador) y en las universida­des de Palermo, de Morón y Kennedy. Tiene una consultora en el área de comunicaci­ón institucio­nal y ha asesorado y asesora a empresas e institucio­nes, entre ellas el propio Ejército y la Policía de la provincia de Buenos Aires.

Mariano Bronenberg reprodujo una frase de Marco Tulio Cicerón en su muro de Facebook, en 2010: “Casi siempre, a las acciones de los malvados las persigue primeramen­te la sospecha, luego el rumor y la voz pública, la acusación después y, f i na l mente, la justicia”.

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CEDOC PERFIL BRONENBERG. Aclaracion­es sobre su carrera militar.

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