De las normas hacia la felicidad
“Por un lado, los micromundos ofrecen a los individuos un refugio de la contingencia ilimitada, respondiendo así a una instancia de protección siempre agudizada por la crisis de los equilibrios sociopolíticos del pasado; por otro lado, la exigencia de optimizar la propia dinámica interna y asegurarse la máxima potenciación los impulsa a dotarse de severos mecanismos de inclusión/exclusión, en los cuales lo que se excluye son, en principio, los momentos de apertura a la contingencia de los que la facultad simbólica tiene, en cambio, una necesidad esencial para lograr una expresión auténtica y feliz. De esta ambivalencia de los aparatos sociales los individuos son llevados a su vez a responder con una oscilación que refleja la íntima bipolaridad de los mecanismos disociativos: por un lado, una adhesión fetichista al micromundo, que equivale a una denegación de la realidad externa; por otro, una infidelidad oportunista en relación con cualquier sistema local de normas, reflejo de una disociación que golpea a lo social” (fragmento de La paradoja antropológica)”