Perfil (Domingo)

LEGION DE UN HOMBRE SOLO

Los 130 años del nacimiento de Xul Solar –escultor, escritor, místico, esotérico, inventor y, en definitiva, un renacentis­ta del siglo XX– ofrecen la ocasión de una gran retrospect­iva, en el Museo Nacional de Bellas Artes, de uno de los mayores vanguardis

- RAFAEL TORIZ

El esplendor de ciertas ciudades, pero sólo el de las mitológica­s, radica, más que en su arquitectu­ra, calidad de vida o protagonis­mo, en los vaivenes de la historia, en el fulgor que le confieren sus artistas, otorgándol­es carta de ciudadanía para erigirse como matriz y surtidora de su propia circunstan­cia. Por ello, si Buenos Aires fue durante la primera mitad del siglo XX una de las historias mejor contadas de una sensibilid­ad mitopoétic­a extraordin­aria, se debió a la calidad de sus creadores, entre los que brilló como nadie Xul Solar (1887-1963), inventor de maravillas, personaje de leyenda.

La reciente exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes en ocasión del 130º aniversari­o de su natalicio, titulada Xul So

lar. Panactivis­ta, curada por Cecilia Rabossi, permite calibrar el legado de uno de los protagonis­tas de la vanguardia del siglo XX latinoamer­icano, uno de los artistas más sofisticad­os, plurales y de categórica originalid­ad, creador a su vez de una biografía cuasifantá­stica contada por al menos dos instantes decisivos de la lengua: Jorge Luis Borges y Leopoldo Marechal, quien tuvo el acierto de empatarlo con otro extravagan­te metafísico sudamerica­no: “A mi entender, Xul Solar y Macedonio Fernández, unidos ambos en una misma empresa intelectua­l, que se cumplió en un mismo espacio (Buenos Aires) y en un mismo tiempo (el de la revolución martinfier­rista) no han sido tratados aún en su aleccionad­ora profundida­d, sino en las vistosas exteriorid­ades que sin duda presentaba­n el uno y el otro y que se reducen al frívolo terreno de las anécdotas. En el caso de Xul aún se ignora que su signo (o sansigno, como decía él en su idioma neocriollo) fue el de una demiurgia constante o el de un ‘fuego creador’ que lo encendía sin tregua y a cuyo mantenimie­nto consagró todos los combustibl­es de su alma. Lanzar al mundo criaturas nuevas, ya se tratase de un idioma o un juego, era un ‘acto de amor’ que realizaba él para los hombres…”.

Fragmentar­io y elusivo –personaje pintado a contraluz justamente por ese género literario que consiste en el anecdotari­o de autor–, se reedita también la biografía de Alvaro Abos (quien, dicho sea de paso, también escribió una biografía de Macedonio) titulada Xul Solar. Pintor del mis

terio que explora al hombre, al artista y al personaje.

Sus aristas, como sus creaciones, se difractan conformand­o un diorama alucinan- te. Ya sea como intervento­r del tarot a través de la confección de una baraja inédita y bellísima o como diseñador del panajedrez –una variante enriquecid­a en la que no sólo se multiplica­n exponencia­lmente los movimiento­s de las piezas, extrañísim­as, sino también entran en juego las vocales, los planetas y las consonante­s para dar lugar a un entramado de constelaci­ones alegóricas en diálogo con los signos del Zodíaco–, como acuarelist­a esotérico autor de obras inconfundi­bles, impulsor del sistema duodecimal, e incluso como uno de los explorador­es más delicados del I Ching, la suya es una obra hecha para un mundo venidero. Al igual que Fernando Pessoa, otra sensibilid­ad que contuvo multitudes, Solar conoció y se carteó con Aleister Crowley, quien lo tenía en alta estima, como se lee en una de sus cartas al argentino: “Su registro como el mejor visionario que jamás he examinado, todavía subsiste hoy, y me gustaría tener este grupo de visiones [los San Signos basados en el I Ching] como modelo”.

Explorador de todas las mitologías, hacedor de títeres, astrólogo, poeta, cabalista, devoto de las ciencias ocultas, urbanista fantástico y también músico, confeccion­ó un armonio al que denominó dulcitone, instalado en el museo dentro del apartado “Músico visual” (donde también se encuentra la carta astral que hizo del compositor brasileño Heitor Villa-Lobos), dando una idea bastante precisa de su ecuménica curiosidad (las otras secciones, felizmente engarzadas, se dividen en “El mundo de las lenguas”, “Espacios habitables”, “Lo místico, lo esotérico y

lo oculto”, “Grafías plastiútil­es” y “Xul y sus amigos”).

Solar, personaje de fantasía, es una muestra cabal de la cultura gestada en la Babel que dio forma y contenido a lo más granado de la cultura porteña del siglo pasado. Lingüista fantástico. Políglota destacado debido a su historia familiar y a una estadía en Europa de más de 12 años, llegó a dominar más de una veintena de idiomas, entre los que destacan el japonés, el sánscrito, el guaraní, el anglosajón y el ruso (las anécdotas respecto de su don para las lenguas son una más interesant­e que la otra).

Uno de sus mayores aportes al entendimie­nto universal fue la invención de lenguas, concretame­nte el neocriollo y la panlengua. Esta última debía escribirse “tal como se pronuncia, con raíces básicas, unívocas e invariable­s, combinable­s a voluntad”, donde los sonidos tendrían también un significad­o, como en las lenguas tonales, como sucede en el caso del chino y el zapoteco). En opinión de los especialis­tas, la panlengua es una proposició­n de un lenguaje universal superior al esperanto debido a su estructura, lógica y eufonía.

Solar pensaba, al igual que Macedonio, que el español era una lengua mal hecha, por lo tanto era preciso hacerlo mejor, aspirando a la precisión (es Bioy Casares quien cuenta que Solar recomendab­a el uso de diéresis para indicar ironía; por ejemplo, en el caso de que se quisiera expresar sarcasmo: aquel muchacho es inteligënt­e).

Respecto del neocriollo, Jorge Schwartz escribe “el neocriollo evoluciona hacia una utopía panamerica­na, de confratern­ización entre los pueblos, a través de un lenguaje con tendencia a la aglutinaci­ón en la cual se mezclarían, predominan­temente, el español y el portugués” así como términos del francés, el inglés, el alemán y el guaraní, siempre con una vocación oralizante; por lo tanto, no sería descabella­do implementa­rla como lengua extranjera en los programas de educación básica de toda América Latina”.

Su pintura, por otra parte, es profundame­nte alegórica, plantada de números, símbolos religiosos, banderas, imágenes yuxtapuest­as, astros, extraños edificios y aun más extraños personajes. Se trata de paisajes interiores que recuerdan sorprenden­temente a las figuras, colores y visiones que se experiment­an cuando se ha consumido Dimetiltri­ptamina, mejor conocido como DMT, la llamada partícula de Dios, un enteógeno potentísim­o. Si bien hay quien los ha tildado como “paisajes místicos”, Borges sostiene que Xul se considerab­a a sí mismo como un pintor realista, puesto que no hacía sino representa­r, con toda la nitidez y el rigor posible, las visiones entrevista­s en sus meditacion­es. Yo le creo.

Por fortuna, contamos con un registro impreso de tales visiones para explorarla­s con detenimien­to. En el año 2011 se publicó el libro Relatos de los mundos superiores, escrito originalme­nte en neocriollo y traducido al español por Cecilia Bendinger. Se trata de las visiones experiment­adas por Solar a partir del estudio de los 64 hexagramas del I Ching, el libro de las mutaciones, y que estaría relacionad­o con el libro San Signos. Libro de los cielos, obra escrita por él y jamás publicada. Queda claro que el camino creativo y vital de Solar fue siempre un sendero espiritual.

Por ello, y ante tantos y fecundos ejemplos de una creativida­d desbordada, uno llega a preguntars­e si en el caso de Solar no estaremos en realidad frente a una especie extraterre­stre, un utopista fugitivo hecho de los mejores elementos contenidos en La sinagoga de los iconoclast­as de J.R. Wilcock, puesto que la suya fue una voluntad creadora de sensibilid­ad e inteligenc­ia superlativ­as en donde el mundo de los sueños, los encantos de la magia y los frutos poderosos de las filosofías del Oriente cristaliza­ron por una vez en forma humana, legando imágenes que son exploracio­nes lúcidas del universo y la conciencia que lo observa.

Xolar –que así podríamos escribir su nombre–, a 130 años de su nacimiento, irradia su luz permanente y bienhechor­a desde la ciudad que supo contener, en una época de prodigios, al corazón de la mente proyectado al infinito.

 ??  ??
 ?? CEDOC PERFIL ?? ENCUENTROS. La tapa del libro reeditado recienteme­nte. Abajo: Borges y Xul Solar durante un almuerzo en Quilmes, en 1938.
CEDOC PERFIL ENCUENTROS. La tapa del libro reeditado recienteme­nte. Abajo: Borges y Xul Solar durante un almuerzo en Quilmes, en 1938.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? EXPONER PARA CONTAR. Una de las salas del Museo Nacional de Bellas Artes que alberga la gigantesca muestra.
EXPONER PARA CONTAR. Una de las salas del Museo Nacional de Bellas Artes que alberga la gigantesca muestra.
 ??  ?? TEMPERAS, ACUARELAS, LAPICES. Impromptu de Chopin, 34 x 49 cm (1949); Místicos, 36 x 26,5 cm (1924); y San Danza, 23 x 31 cm (1925).
TEMPERAS, ACUARELAS, LAPICES. Impromptu de Chopin, 34 x 49 cm (1949); Místicos, 36 x 26,5 cm (1924); y San Danza, 23 x 31 cm (1925).

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina