Cartas de los lectores a peRFIL
PERFIL agradece las cartas de sus lectores y elige publicar aquellas cuyo texto no supere los mil caracteres, excepto las que justifiquen mayor extensión por su contenido. no habrá respuestas individuales, salvo las referidas a notas aparecidas en este diario, que serán analizadas y contestadas por el Defensor de los Lectores (ombudsman) en su columna de los domingos. Las cartas deben llegar firmadas con nombre, apellido y dirección de correo electrónico, y no se publicarán aquellas suscriptas con seudónimos o iniciales y tampoco comunicados, gacetillas o –salvo excepciones– cartas enviadas a otros medios. peRFIL se reserva el derecho de resumir, reducir o extractar el contenido. escribir a: correocentral@perfil.com. para salvar la casa es alejarla del precipicio desde adentro porque enfrente de la otra puerta están quienes la llevaron al borde del abismo y, no obstante ello, pretenden entrar a ella de cualquier modo para concretar el objetivo que aún no han logrado: arrojar la casa por el precipicio. Tomemos cabal conciencia de la gravedad del cuadro de situación existente y colaboremos con el gobierno actual para alejar la casa del borde del precipicio en que se encuentra y posibilitar que las generaciones futuras vivan en un país con un mayor bienestar y una mejor calidad de vida. Oscar E. García osedgar@yahoo.com excluidos de cualquier posibilidad de ascenso social y de incorporarse a la sociedad. Pero este proceso no sería posible sin la complicidad de pseudodirigentes sindicales, que se eligen en dudosas elecciones, de las que no participa la mayoría de la docencia; que se enquistan en un lugar de poder desde donde dicen pelear por la educación pública, pero en realidad lo hacen sólo para conservar su privilegio de cobrar salarios pagados por el mismo gobierno, sin jamás trabajar. Detrás del falso discurso de defensa de la escuela pública, a ninguno de ellos les interesan estos pibes, futuros ni-ni, que son los excluidos de mañana, mano de obra descartable y masa manipulable para las apetencias de poder de cualquier político. La mayoría de ellos terminan siendo legisladores o diputados, con sus jubilaciones de privilegio. Hasta allí llega su “lucha”. Vayamos por la primaria. La violencia social, la delincuencia juvenil, el flagelo de la droga no se erradican con más policías ni patrulleros, ni más camaras de vigilancia, ni bajando la edad de imputabilidad de los chicos; sólo con una reforma educativa profunda y revolucionaria, que no es repartir computadoras baratas