El parque como instrumento narrativo
El documental en el cine conjetura su propia formalidad: ¿se puede ser testigo inmóvil de un crimen en pos de respetar el realismo? ¿Registrar la agonía de otro ser es respetar un ciclo natural o manifestación autoritaria de un sadismo que constituye al género? Los testimonios que elaboran con morosidad y detalle el territorio del Italpark lucen esa advertencia teórica, también la disconforme gradación de verdad que Favier no elude: hay oralidad en ese decir sobre el parque fantástico, que lo define en un imaginario ideal, del tiempo pretérito irrepetible, casi acuarela desgastada sobre la felicidad tardía de los proletarios de un mundo ocre que jamás regresará sino en los recuerdos. Y también ocurre la idealización de tal espacio para el esparcimiento. Felicidad, amor, ansiedad adolescente, encuentros y vandalismo juvenil. Como si las historias de vida cayeran en un pozo, lo sombrío va cerrando el declive de cada decir con
destino de silencio, también de olvido.
Favier descarta el sentimentalismo. Estructura un eje principal en los recuerdos de un trabajador del parque, desnudando las relaciones de poder y miseria entre los invisibles dueños, representantes de la fuerza oculta que hace posible la maravilla mecánica en funcionamiento. Engranajes que se desgastan, como el cuerpo en el tiempo, como la percepción en el cansancio de la reiteración de un dominio imperceptible. El todo gira junto con la satisfacción del público, o de lo público, en tanto la muerte clausuró ese microcosmos ideal.
De manera paulatina asoma la figura del gerente del predio, rara especie con características de mariscal, motivador deportivo, jugador compulsivo, trepador sin ética, y hasta siniestro ejecutor de cualquier método para preservar el funcionamiento del sistema. Porque el Italpark constituye un mecanismo narrativo, chirrido agudo sobre el eje de lo que no se cuenta, de aquello imposible de narrar, que es la muerte en sí. La secuela es el desmembramiento de los juegos, que remite a la pregunta de cómo pudieron funcionar, qué magia o alquimia oscurantista los mantuvo en movimiento.