Perfil (Domingo)

Polémica en Brasil por las filtracion­es de corrupción

el caso carne Débil recalentó la discusión por el goteo selectivo a la prensa de datos secretos sobre las grandes investigac­iones. apuntan a fiscales. ¿Operación o estrategia?

- FACUNDO F. BARRIO

La llamada Operación Carne Débil recalentó esta semana la polémica en Brasil por las filtracion­es de informació­n confidenci­al a la prensa sobre las grandes investigac­iones de corrupción. Sectores de la política y la justicia brasileñas acusan al Ministerio Público Federal y a la Policía Federal de utilizar a los medios de comunicaci­ón para difundir selectivam­ente datos sobre las pesquisas que realizan en torno al reciente escándalo de la venta de productos cárnicos en mal estado y a la ya famosa Operación Lava Jato. Mientras muchos consideran a las filtracion­es como meras operacione­s político-judiciales, hay quienes afirman que éstas son necesarias ya que funcionan como “recurso defensivo” para los fiscales que deben en- frentar a redes corruptas enquistada­s en el Estado.

El ministro de Agricultur­a, Blairo Maggi, dijo esta semana que la forma en que la Policía dio a conocer la Operación Carne Débil “tomó por sorpresa” al gobierno de Michel Temer. Maggi fue más sutil que el líder del gobernante PMDB en el Senado, Renan Calheiros, quien directamen­te acusó a la Policía y el Ministerio Público de “abuso de autoridad” por haber filtrado informació­n de la investigac­ión que desnudó una trama de sobornos a funcionari­os públicos para vender alimentos adulterado­s químicamen­te. Calheiros también afirmó que los investigad­ores “forzaron los límites constituci­onales” al movilizar la cantidad “desproporc­ional” –y bastante espectacul­ar– de mil policías para el operativo.

Al oficialism­o le incomoda que los fiscales hayan convertido a su estrategia mediática en un pilar clave de las investigac­iones por corrupción. Esa molestia es una de las pocas cosas en las que hoy coinciden el PMDB de Temer y el PT de Lula da Silva. Anteayer, en un seminario bautizado “Lo que el Lava Jato hizo por Brasil”, el presidente del PT, Rui Falcão, criticó las “filtracion­es selectivas” de fragmentos de las delaciones premiadas de ex directivos de la empresa Odebrecht, implicada en el escándalo de corrupción en Petrobras.

En los últimos meses, los principale­s medios de prensa brasileños difundiero­n extractos de algunas de esas declaracio­nes, pese a que se encuentran bajo secreto de sumario, y salpicaron así a Lula, Temer y decenas de dirigentes del oficialism­o y la oposición. La última filtración, divulgada anteayer, se basa en el testimonio de Marcelo Odebrecht y sugiere que Dilma Rousseff “sabía” de los pagos irregulare­s hechos por su empresa a la fórmula Rousseff-Temer en las elecciones de 2014.

El goteo de datos no sólo causa escozor entre los políticos. El juez Gilmar Mendes, miembro del Supremo Tribunal Federal, protagoniz­ó esta semana un durísimo choque verbal con las autoridade­s del Ministerio Público por este tema. Mendes, señalado por algunos medios como un magistrado afín a Temer, dijo que las filtracion­es de informació­n secreta “son un enfeumismo para un crimen”. Advirtió que “el objetivo de las investigac­iones es producir pruebas y no entretener a la opinión pública ni demostrar autoridad”.

Las críticas del juez tienen un destinatar­io puntual: el

procurador general de la República, Rodrigo Janot, máxima autoridad del Ministerio Público y jefe de los fiscales del Lava Jato. Mendes también citó un artículo del diario Folha que reveló que fuentes del Ministerio Público organizaro­n una “entrevista colectiva en off” con periodista­s de varios medios para entregarle­s una selección de nombres de políticos apuntados por los delato- res (ver aparte). Fiel a su estilo, Janot negó la existencia de tal reunión y, sin mencionar a Mendes, habló de la “disentería verbal” de quienes “cortejan desvergonz­adamente al poder político”. Dijo que “algunos intentan nivelarnos a todos a su decrepitud moral”.

Más allá del envenenado intercambi­o de acusacione­s, las filtracion­es a la prensa son una práctica habitual en Brasil. Aunque nadie puede defender públicamen­te una violación del secreto de sumario, muchos justifican en voz baja el goteo de datos. Fuentes de la justicia federal brasileña consultada­s por PERFIL aseveraron que las filtracion­es sirven como “un mecanismo de autodefens­a” que utilizan los investigad­ores para preservars­e de eventuales presiones del poder político.

Hay, también, teorías conspirati­vas. En una columna publicada ayer, el politólogo André Singer, ex vocero presidenci­al de la gestión Lula, advirtió que la última filtración, sobre Rousseff y el financiami­ento electoral de Odebrecht, repitió informació­n que ya se conocía desde febrero. Singer llamó la atención sobre lo convenient­e de esta nueva “revelación”, aparecida un par de días antes de una marcha ciudadana para defender al Lava Jato (ver recuadro aparte).

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PODRIDOS. El presidente Temer, ante el plato servido. Un vigilante sanitario, ante góndolas en San Pablo. La Policía
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APUNTEN. Al igual que el PMDB, el PT de Lula acusa al procurador Janot de filtrar selectivam­ente datos sobre sus pesquisas.
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FOTOS: AP Y AFP descubrió venta de carnes en mal estado.
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