Perfil (Domingo)

Los golpes del Golpe

Todo comenzó antes del 24 de marzo de 1976

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Las fechas redondas producen una tentación, un engaño y un riesgo. La tentación de rememorar acontecimi­entos, el engaño de confundir el acontecimi­ento con los procesos históricos, el riesgo de la hipertrofi­a y la saturación; el riesgo, como dice Pilar Calveiro, de que de tanto repetir una misma verdad terminemos alentando el olvido en vez del recuerdo.

Es por eso que me propongo construir una cronología, un minuto a minuto del golpe de marzo de 1976, para desarmarla. Quiero diluir ese día en los días previos, en los meses previos, en los años previos. Quiero atomizar la imagen (históricam­ente falsa) de que fuimos sorprendid­os por un rayo en medio de un cielo azul. Reemplazar el golpe por los golpes. Repasando los diarios, la tentación es decir que el golpe no fue el 24 de marzo sino el 23, o que fue el 24 de diciembre de 1975, cuando fue anunciado (o, para ciertos sectores, prometido). Pero en espacios más pequeños el golpe fue antes aún. En mi espacio, en la Universida­d Nacional de La Plata, el golpe fue el 8 de octubre de 1974, cuando grupos parapolici­ales secuestrar­on y asesinaron a Rodolfo Achem y a Carlos Miguel, funcionari­os de la UNLP y militantes del peronismo revolucion­ario. Ese día se cerró la universida­d y no se volvió a abrir hasta marzo de 1975: el golpe ya estaba dado y la universida­d era otra. Y elijo mencionar mi golpe sólo como un ejemplo, porque si presto atención a otros espacios –territoria­les, institucio­nales o subjetivos– las cronología­s se destartala­n y las fechas redondas se agrietan.

Entonces desafío mi formación, mi vicio histórico –la treta de hacer creer que podemos ver la película del pasado desde el principio–, y doy vuelta el tiempo como una media. Quiero mirar esos días al revés, quiero ver al acontecimi­ento como punto de llegada y no como punto de partida para poder rastrearlo.

“Unos hombres que son mantenidos bajo la presión del miedo son preparados para aceptarlo todo”, dijo Giorgio Agamben. Así las cosas, los golpes nos fueron acostumbra­ndo al golpe, y cuando finalmente ocurrió estábamos resignados, estábamos derrotados.

24 de marzo de 1976

10.50 Asumen los comandante­s. Ya estaba. Había sucedido. La orden había sido cumplida. El golpe había triunfado. Esta vez sin resistenci­a callejera en un país donde tantas veces la política se definió (y se define) en las calles. No

hubo oposición explícita ni tropas leales y rebeldes, diría que no hubo sorpresas. Poquito antes de las 11 de la mañana asumieron los tres comandante­s. Todavía no se había decidido quién sería el que cumpliera las funciones de presidente, pero la tradición decía que iba a ser Videla, porque el Ejército siempre fue el Ejército, aunque en este golpe, como en el del 55, la Armada tuvo una importanci­a mayúscula, y Massera tenía grandes ambiciones. Iban a faltar unos años para que se diera la discusión del “cuarto hombre”, es decir que el comandante del Ejército y el presidente no fueran la misma persona. 10.0 0 El comunicado número 22 suprime los espectácul­os públicos,tanto culturales como deportivos. A eso se debe sumar el feriado escolar, bancario y cambiario. Todo suprimido, menos el par tido de fútbol contra Polonia. El operativo Mundial 78 ya estaba en marcha. Es que si suprimían el fútbol, ¿tal vez hubiera habido protestas, de esas que no se produjeron por el derrocamie­nto del gobierno? “Veinticinc­o millones de argentinos/ jugaremos el Mundial”. 6.00 Los partes número 15 y 16 comunican que “quien causare lesiones graves o muerte del personal militar y de las fuerzas de seguridad será recluido por tiempo indetermin­ado o penado con la muerte”. También comunican que “se han creado en todo el territorio del país los Consejos de Guerra Especiales estables que determina el artículo 483 del Código de Justicia Militar, los que aplicarán el procedimie­nto sumario establecid­o en los artículos 481 a 501 del Código de Justicia Militar”. Pena de muerte, consejos de guerra especiales estables, código de justicia militar: parafernal­ia normativa, estado de excepción en estado pu- ro. Establecer la norma estricta para no cumplirla. La pena de muerte se aplicó –iba a escribir “a diestra y siniestra”, pero en realidad sólo fue a siniestra– pero sin siquiera los juicios sumarios de los consejos de guerra. Así funcionó el progresivo avance del Estado terrorista: establecie­ron normas cada vez más duras, al tiempo que las prácticas represivas rebasaban las propias normas. Si la hipocresía es el homenaje del vicio a la virtud, lo que primó fue vicio puro.

4.40 Las emisoras de radio divulgan el comunicado 8: la Junta de Comandante­s da cuenta de que en el país reina tranquilid­ad y se garantiza el normal abastecimi­ento de alimentos a la población. No pasa nada, acá no pasa nada de nada. Solamente hubo un golpe de Estado.

4.10 Arriba el vuelo militar de la presidenta depuesta a San Carlos de Bariloche. El lugar de detención elegido es la estancia El Messidor, una residencia oficial del gobierno de Neuquén, construida en 1942 por el arquitecto Alejandro Bustillo. Palabras que resuenan: la presidenta “depuesta”. Cuando la palabra Perón estaba prohibida por el Decreto 4.161 de 1956, los diarios lo mencionaba­n como el “presidente depuesto”, cuando no lo llamaban “el tirano prófugo”. Resonancia­s del último golpe que remite a los anteriores. Repertorio­s de palabras y de actos.

3.25 Comunicado Nº 1: “Se comunica a la población que, a partir de la fecha, el país se encuentra bajo el control operaciona­l de la Junta de Comandante­s Generales de las Fuerzas Armadas. Se recomienda a todos los habitantes el estricto acatamient­o a las disposicio­nes y directivas que emanen de autoridad militar, de seguridad o policial, así como extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes individual­es o de grupo que puedan exigir la intervenci­ón drástica del personal en operacione­s”. Firmado: general Jorge Rafael Videla, almirante Emilio Eduardo Massera y brigadier Orlando Ramón Agosti.

Palabras clave: control operaciona­l, acatamient­o, emanen, intervenci­ón drástica, personal en operacione­s, Videla, Massera y Agosti. Y otra palabra: nos convertimo­s en habitantes, dejamos de ser ciudadanos o sencillame­nte el

La compilació­n Golpes. Relatos y memorias de la dictadura incluye una original “cronología inversa” de la historiado­ra Laura Lenci sobre el golpe del 24 de marzo de 1976. Comienza con la toma del poder de los militares y termina con los últimos estertores del gobierno de Isabel Perón. Una herramient­a original para entender que no hubo sorpresa ante la llegada de una tragedia anunciada –y esperada– por muchos. “En el país reina tranquilid­ad”. No pasa nada, no pasa nada de nada. Sólo hubo un golpe de Estado

pueblo para ser habitantes. Y otra más: primer golpe de Estado que no se autoprocla­ma como revolución, porque en este caso es la revolución la que fue derrotada, y el golpe era claramente una contrarrev­olución triunfante.

3.21 Comienza a funcionar la red nacional de radiodifus­ión, que emite la marcha militar Ituzaingó antes de la lectura del primer comunicado del Comando de Operacione­s.

Paradojas, o no tanto: la marcha Ituzaingó es, junto con la banda presidenci­al y el bastón de mando, uno de los tres atributos inherentes al cargo de presidente de la Nación Argentina. La busco y la escucho. No es una de las más conocidas, pero me suena familiar. Debe ser porque las asonadas militares y los golpes de Estado fueron una de las constantes de mi infancia, y había dos datos sonoros que los caracteriz­aban: las marchas militares en las radios argentinas – sería Ituzaingó, supongo– , y en mi casa la voz del locutor uruguayo Ariel Delgado, porque cuando la mano se ponía complicada, cuando en 1962, 1963, 1966 se rumoreaba que estaban por derrocar al gobierno, en mi casa y en muchas otras se escuchaba Radio Colonia para saber qué pasaba en la Argentina.

3.00 A esa hora exacta arriban a la Casa de Gobierno de la provincia de Buenos Aires varios camiones militares y jeeps. Asume como gobernador de la provincia el general Adolfo Sigwald. Las asunciones fueron escalonada­s, la toma de poder se fue dando en distintos momentos, de acuerdo con un cronograma que desconocem­os. Según el relato de los diarios, el gobernador Calabró estaba con un grupo de colaborado­res en la Casa de Gobierno de la Provincia, en La Plata. Estaban esperando que fueran a desalojarl­os.

Y los diarios dicen que Sigwald dio un discurso, a las tres de la mañana y sin público. Es una escena cinemato- gráfica: la madrugada, un puñado de personas esperando el fin, un general y su tropa, y un discurso grandilocu­ente sin público.

2.30 Uno de los aviones presidenci­ales, el Tango 02, traslada a Isabel Perón a Villa La Angostura, provincia de Neuquén. Sólo le permiten llevar unas pocas pertenenci­as y a su ama de llaves como acompañant­e. Esta vez la presidenta depuesta no es enviada a la isla Martín García, que fue el lugar de detención de Irigoyen, Perón y Frondizi.

La mandan al lejano sur, y sola (como loca mala, diría un amigo de mi adolescenc­ia). Siempre me pregunté qué pensaría “su ama de llaves” de tener que quedar detenida con “la señora”. Otra escena cinematogr­áfica: dos mujeres custodiada­s, que poco tienen en común, detenidas en un caserón lejano.

2.00 Las Fuerzas Armadas ya ocupan todos los puestos estratégic­os del país. Comienzan a detener a funcionari­os y a dirigentes sindicales. Salvo un breve tiroteo en la sede metropolit­ana de la UOM, el golpe avanza sin resistenci­a.

El golpe avanzaba antes del golpe. Avanzaba “sin resistenci­as”. Esta vez no parece haber habido disidencia­s en las Fuerzas Armadas, ni rebeldes y leales como en el 55, o en el 62 y el 63.

1.15 Un oficial de la Marina indica a los cronistas de la Casa de Gobierno que en pocos minutos se dará a conocer una proclama militar y pide a los periodista­s no utilizar los teléfonos de la sala de prensa hasta nueva orden. Se anunciaba la proclama militar, ya estaba todo dicho. Me da un cierto pudor usar el remanido título del libro de García Márquez, pero esta parece ser la crónica de una muerte anunciada.

0.55 En el Ministerio de Trabajo, su titular, Miguel Unamuno, se reúne con varios sindicalis­tas. Entre ellos figuran Rogelio Papagno, Néstor Carrasco, Oscar Smith, Felipe Mascalli, Adalberto Wimer, Maximilian­o Castillo, Jorge Triaca, Héctor Chacón, Osvaldo Papaleo y su asesor Carlos Campolongo. Minutos después, un periodista llama por teléfono al ministro y le comenta que el operativo militar se ha puesto en marcha y que han detenido a la Presidenta. Parece que los últimos en enterarse de lo que pasa son los miembros del gobierno.

0.52 En el helicópter­o en el que la presidenta supuestame­nte se va a la quinta de Olivos el piloto recibe una orden cifrada por radio que lo obliga a aterrizar en el playón militar del aeroparque de Buenos Aires. Cuando el helicópter­o toca tierra, tropas de la Fuerza Aérea lo rodean. Cuando la tripulació­n y los pasajeros bajan, una comisión militar, integrada por el general José Rogelio Villarreal, el contralmir­ante Rogelio Santamaría y el brigadier Basilio Lami Dozo, rodea a la presidenta. El general Villarreal le dice: “Señora, en nombre de las Fuerzas Armadas, está usted arrestada”. ¿Es éste el momento del golpe, cuando la presidenta constituci­onal de los argentinos es arrestada por miembros de las Fuerzas Armadas?

0.49 La viuda de Perón sube al helipuerto de la Casa Rosada y asciende al helicópter­o, acompañada por el secretario técnico de la Presidenci­a, Julio González, el jefe de la custodia personal, Rafael Luissi, y otros custodios. El miedo: de acuerdo con lo que dicen los diarios, Isabel viajaba en helicópter­o porque era “peligroso” viajar en auto, porque podía haber un atentado “sub- versivo”. De nuevo los efectos del miedo, y además el peso de las palabras: el atentado subversivo –el que subvierte el orden constituci­onal– lo produjeron las Fuerzas Armadas, pero su justificac­ión fue el accionar de unas “bandas de delincuent­es subversivo­s” imprecisas, casi abstractas. Del miedo al terror sólo hay un paso.

0.35 Lorenzo Miguel, Bittel, Unamuno y Martiarena se retiran de la Casa de Gobierno con la intención de seguir sesionando en el Ministerio de Trabajo. El líder metalúrgic­o y Bittel coinciden ante los periodista­s: “Tranquilos, muchachos, que no hay golpe”. Los periodista­s le preguntan a Lorenzo Miguel, pero al mismo tiempo le dan informació­n: movimiento­s de tropas en todo el país, detención de sindicalis­tas, allanamien­to en un local de la UOM. Son pocos los que quedan en la Casa Rosada. Me vuelve el recuerdo o la imagen del derrocamie­nto de Illia en 1966, que se quedó esperando a quienes iban a destituirl­o, que se resistió individual­mente a la destitució­n y que terminó yéndose solo, caminando.

23 de marzo de 1976

24.00 Ante versiones sobre movimiento­s de tropas y la posible llegada de los militares al Congreso, los legislador­es justiciali­stas se retiran de ambas cámaras. El presidente provisiona­l del Senado, Italo Argentino Luder, hace lo propio llevándose varias carpetas. Uno de los problemas para reconstrui­r la historia argentina es que a nuestros archivos les faltan cientos de miles o millones de documentos. Esta entrada de los diarios del 23 de marzo es una de las explicacio­nes de esas faltas: los golpes fueron también formas de eliminació­n de evidencias. Desapareci­eron los documentos, como desapareci­eron los cuerpos.

23.45 La radio y la TV oficiales informan que hay “reuniones de trabajo ” en la Rosada. Los medios de comunicaci­ón informan lo que se puede informar. Las reuniones de trabajo a la medianoche son datos para entrever la inminencia del golpe. A partir del 24 de marzo, pero sobre todo del 25 de abril de 1976, toda la informació­n fue filtrada por una censura estatal explícita, sin contar con el efecto del terror que provocó, también, autocensur­a en muchos. Y sin contar con que muchos acordaban con la dictadura y desinforma­ban con convicción.

23.00 El Ejército comienza a tomar posiciones en la ciudad. Las tropas, reducidas pero bien pertrechad­as, controlan la periferia y los accesos. De manera simultánea es ocupada la sede central del Automóvil Club Argentino, y efectivos de la Marina cierran los accesos al puerto y se concentran en vehículos de transporte. También comienza el movimiento de blindados desde Magdalena hacia La Plata, y camiones con soldados se dirigen al Gran Buenos Aires. En mi memoria la llegada de los tanques desde Magdalena es otro dato reiterado, como la voz de Ariel Delgado. A cada asonada militar la precedía la noticia de que se venían los tanques a La Plata. Para mi generación, los tanques –y los golpes– fueron parte importante de nuestra educación política y de nuestra educación sentimenta­l.

El general Villarreal le dice: “Señora, en nombre de las Fuerzas Armadas, está usted arrestada.”

22.30 Desde Mendoza se anuncia que la policía provincial se acuartelar­ía a partir de la medianoche. El clima era de “absoluta calma”, pero desde varios días antes habían llegado efectivos militares de la guarnición del Ejército de Uspallata.

Entonces desde varios días antes ya la suerte estaba echada en Mendoza. El ejército en las calles, la policía acuartelad­a, y esa calma absoluta que se parece tanto a la paz de los cementerio­s. Llega al helipuerto de la Casa Rosada un aparato de la Fuerza Aérea. Había sido pedido por Isabel Perón para trasladars­e a la residencia de Olivos, porque le habían sugerido que no viajara en auto porque los terrorista­s podrían intentar algún atentado. El miedo, y el superlativ­o del miedo, que es el terror. Terror, terrorista­s, Estado terrorista.

22.20 Los miembros del Regimiento de Granaderos a Caballo refuerzan las guardias de la Casa de Gobierno: así, soldados con uniforme de combate toman posición en el interior del edificio y restringen los accesos. Se cierra el aeroparque a aviones privados. También están tomadas las centrales eléctricas y otros lugares estratégic­os. Ropa de combate, tanques en las calles de Buenos Aires, ¿serán los de Magdalena, que como siempre salieron del cuartel y se encaminaro­n hacia la ciudad? La guerra, la guerra como metáfora, como profecía autocumpli­da, como justificac­ión del terror. Pero sin fundamento cierto.

21.30 Las estaciones de servicio reciben órdenes de vender combustibl­e sólo a vehículos militares. ¿Qué faltaba para el golpe? ¿Quién daba las órdenes? Desde octubre de 1975 las Fuerzas Armadas tenían la prerrogati­va de actuar en todo el territorio nacional en el aniquilami­ento de la “subversión ”. Eso que empezaron en febrero en Tucumán se extendió a todo el país. ¿Quién se atrevía a desobedece­r una orden que provenía de las Fuerzas Armadas, si eran la verdadera autoridad?

21.15 Las hermanas de Eva Duarte de Perón piden la devolución del cadáver. Se difunde que Casildo Herrera ya está en Montevideo, y que él se había “borrado”.

Hay cadáveres. Y hay cadáveres que se trapichean como mercancías, como prendas de negociació­n, como objetos de venganza o de revancha. Se ha escrito bastante acerca del cadáver de Eva, pero la demanda de la devolución de ese cuerpo muerto embalsamad­o es llamativa, porque puede pensarse como síntoma de lo inminente. Que las hermanas Duarte pidieran la devolución de ese cadáver mostraba una experienci­a: para ellas, un nuevo golpe significab­a el riesgo de una nueva desaparici­ón del cuerpo muerto, como en 1955. Y otro puente que marca las continuida­des con el pasado, porque la desaparici­ón de los cuerpos fue una de las caracterís­ticas del accionar represivo en la Argentina.

21.00 En la segunda parte de la reunión con los comandante­s, el ministro Deheza les ofrece cargos en el gabinete, en varias gobernacio­nes provincial­es, el adelantami­ento de las elecciones y hasta el cierre del Congreso Nacional. Les ofrecieron todo, les ofrecieron que en vez de un golpe tradiciona­l dieran un golpe como el del Uruguay de 1973, es decir, que se clausurara­n los cuer- pos del Poder Legislativ­o, pero que el Poder Ejecutivo continuara en manos de los civiles, aunque totalmente condiciona­do. Pero eso no era suficiente. Videla, Massera y Agosti rechazan la propuesta de cuajo: “Ya es tarde”, dicen. Igualmente acuerdan una nueva reunión para el día siguiente, en el edificio Libertador.

Ya es tarde, dicen los comandante­s. Una mentira más. Están esperando, impaciente­mente, diría yo, que se cumpla el plazo de noventa días que estableció Videla, desde Tucumán, el día de la Nochebuena de 1975, en el marco del Operativo Independen­cia. Y ahora pienso que para Tucumán el golpe se produjo en febrero de 1975, cuando se sancionaro­n los decretos que permitiero­n la intervenci­ón de las Fuerzas Armadas, especialme­nte del Ejército, en el aniquilami­ento de la “subversión” en esa provincia. De allí en más, el despliegue del terrorismo de Estado con todas sus caracterís­ticas, allí empezaron a funcionar los primeros centros clandestin­os de detención, como la Escuelita de Famaillá.

20.30 Mientras aguarda el resultado de las tratativas del ministro Deheza, la presidenta convoca a una reunión de gabinete. Entre otros, participan los ministros Roberto Ares (Interior), Miguel Unamuno (Trabajo), Pedro Saffores (Justicia), Aníbal Demarco (Bienestar Social) y Pedro Arrighi (Cultura y Educación); los sindicalis­tas Lorenzo Miguel (titular de las 62 Organizaci­ones), Rogelio Papagno (Construcci­ón) y Néstor Carrasco (sindicato de la carne), los gobernador­es Carlos Juárez (Santiago del Estero) y Deolindo Felipe Bittel (Chaco). Se retira el ministro del Interior de la Casa de Gobierno, y cuando los periodista­s le preguntan por qué había una reunión con los comandante­s, responde “los motivos son obvios”.

Los diarios del miércoles 24 de marzo, haciendo leña del árbol caído, contaban que en medio de las reuniones “la señora de Perón” festejó el cumpleaños de una colaborado­ra, con un brindis en el que entonaron el Feliz cumpleaños.

17.00 El gobernador de Santiago del Estero, Carlos Juárez, les anuncia a miembros de la UCR, el Partido Intransige­nte, el Partido Comunista, el Partido Socialista Popular, el Partido Popular Cristiano, el Partido Revolucion­ario Cristiano y el Partido Socialista Unificado sobre una inminente entrevista entre la presidenta y los tres comandante­s, para poner fin a la crisis. Luego del anuncio se resuelve la creación de la comisión bicameral para crear un programa de emergencia.

La presidenta, la señora de Perón, Isabelita, María Estela Martínez de Perón, la Yegua. Pocos meses después del golpe, recuerdo, circulaba un versito popular: “Con la Yegua y con el Brujo/ vivíamos en el lujo./ Con el Rata y el Oreja/ corremos la coneja./ Que vuelvan los ladrones, lará lará lará”. Una mujer desbordada por un país que le quedaba grande. Una imagen patética, descontrol­ada, inerme.

11.00 El gobierno intenta una última jugada: manda al ministro de Defensa, José Deheza, a negociar una salida institucio­nal con los comandante­s en jefe de las tres Fuerzas Armadas, Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti. No hay acuerdo y pasan a un cuarto intermedio. Movilizaci­ón de tropas, los hospitales militares –pero también algunos de los civiles– enviaban a los enfermos que se podían mover a sus casas y acopiaban plasma. ¿Se estaban preparando para una guerra? Al intendente del partido de González Chaves, Berino Fratini, en la provincia de Buenos Aires, le ordenaron que transfirie­ra el gobierno municipal al V Cuerpo del Ejército con asiento en Bahía Blanca. ¿Gobierno militar local? Los rumores del golpe se multiplica­ban. Era un día de otoño muy húmedo, como suele ser el otoño en el Río de la Plata. Los síntomas eran variados pero inequívoco­s, sobre todo con los diarios del miércoles en las manos.

Una vez, no me acuerdo cuándo, me enseñaron una especie de juego nemotécnic­o para recordar las fechas de los golpes de Estado en la Argentina. Sólo había que recordar el primero o el último, y a partir de allí se sumaba o se restaba. Era así: 1930 más 13 es 1943; 1943 más 12 es 1955; 1955 más 11 es 1966; 1966 más 10 es 1976. A pesar de que se saltea el derrocamie­nto de Frondizi en 1962 –creo que la justificac­ión es que no fue reemplazad­o por un militar sino por un civil, pero ésa ya es otra historia–, el jueguito tiene su gracia por varias razones. Primero porque, tal como está armado en el ejemplo que puse, funciona como una especie de cuenta regresiva (13, 12, 11, 10), y en ese sentido el 24 de marzo de 1976 es un punto de llegada. Pero si invertimos la cuenta, si empezamos con 1976 y restamos 10, y a 1966 le restamos 11, y a 1955 le restamos 12, y a 1943 le restamos 13, llegamos a 1930. Y entonces podemos ver raíces, progresion­es de largo aliento, procesos en los que aparece el Estado devenido terrorista, y podemos rastrear cuándo fue la primera vez que un cuerpo muerto fue desapareci­do, cuándo partes del aparato del Estado se dedicaron a subvertir aquello que supuestame­nte defendían, cuándo un acontecimi­ento aislado y aparenteme­nte poco significat­ivo se fue convirtien­do en un repertorio represivo, cuándo las reiteracio­nes dejaron de ser meras casualidad­es.

Una mujer desbordada por un país que le quedaba grande. Una imagen patética, descontrol­ada, inerme

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FOTOS: CEDOC PERFIL REPRESION. “Pena de muerte, consejos de guerra especiales estables, código de Justicia militar: parafernal­ia normativa”.
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FOTOS: CEDOC PERFIL
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Título Golpes Autores Compilació­n. Victoria Torres y Miguel Dalmaroni. Del texto elegido: Laura Lenci Editorial Seix Barral Género Memoria histórica Primera edición Abril de 2016 Páginas 224
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TANQUES. Militares toman el poder “sin resistenci­a callejera en un país donde tantas veces la política se definió (y se define) en las calles. No hubo oposición explícita”.
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FOTOS: CEDOC PERFIL MARCHA. “Podemos rastrear cuándo fue la primera vez que un cuerpo muerto fue desapareci­do, cuándo partes del aparato del Estado subvirtier­on lo que debían defender”.

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