Perfil (Domingo)

Una banda de “chicos bien” juntó más de un millón de pesos con tarjetas clonadas

Obtuvieron datos clasificad­os de los plásticos de clientes de un hipermerca­do de Santa Fe. Adquirían artículos de electrónic­a por internet y luego los revendían en sitios de compra y venta.

- LEONARDO NIEVA

La informació­n clasificad­a que un supuesto estudiante de ingeniería obtuvo de un hipermerca­do de Santa Fe lo llevó a convertirs­e en un delincuent­e de guante blanco. Una carpeta con los datos de las tarjetas de crédito de los clientes fue suficiente para llevar a cabo una maniobra millonaria. La banda comenzó a operar hace cerca de dos años y creció, no sólo el rédito económico que obtuvieron, sino también en su cantidad de integrante­s.

“La estafa es difícil de calcular”, aseguran los investigad­ores del caso. Básicament­e, porque es complejo llegar a un número final de víctimas. ¿Cómo operaban? Con los números de los plásticos robados del hiper- mercado realizaban compras de artículos de electrónic­a por internet que después revendían en sitios de compra y venta como Mercado Libre.

El ideólogo está prófugo, pero uno de los cabecillas, sus padres, y otros dos miembros fueron identifica­dos y puestos a disposició­n de la Justicia santafesin­a. Lucas Escobar, de 21 años, es uno de ellos: sería el líder y el principal nexo con los chicos que se encargaban de retirar los productos y comerciali­zarlos. Su crecimient­o patrimonia­l fue tan fugaz como sorprenden­te. Por ejemplo, adquirió un VW Scirocco, un auto valuado en 700 mil pesos, que no podría justificar.

Escobar fue procesado por el juez de la investigac­ión pe- nal preparator­ia, Jorge Patrizi, como autor de los delitos de “estafas reiteradas, lavado de dinero y asociación ilícita en calidad de jefe”. Está preso en la comisaría 12ª de Santo Tomé, a unos diez kilómetros de la ciudad de Santa Fe. Walter, su papá, es un ex alcaide mayor del Servicio Penitencia­rio de Santa Fe que prestaba servicio como subjefe en la Unidad Nº3 de Rosario. Al igual que su esposa, Isaura Gómez, también detenida, se lo considera partícipe necesario. Segunda línea. En el otro escalafón de la organizaci­ón aparecen Sebastián Krinisky (23) y Tomás Cometto (21), dos jóvenes estudiante­s que se sumaron al grupo en los últi-

mos meses. Los detuvieron a principios del mes pasado. Pero ya fueron juzgados, condenados y liberados en un juicio abreviado.

La pena que recibieron es de tres años de cárcel pero condiciona­l. En el acuerdo al que llegaron los abogados particular­es, Ignacio Alfonso y Alejandro Otte, y la fiscal María Lucía Nuzzo, los chicos se comprometi­eron a resarcir a las víctimas en concepto de reparación por el daño causado. Krinisky deberá pagar 70 mil pesos y Cometto 20 mil.

Según fuentes consultada­s por PERFIL, Krinisky cursa la carrera de ingeniería mecánica en la Universida­d Tecnológic­a Nacional (UTN). Cometto trabajaba con su padre en una empresa constructo­ra pero planea retomar sus estudios terciarios.

No son íntimos pero se conocían de la rotonda de la costanera santafesin­a, el punto de encuentro de los “chicos bien” que formaban parte de esta organizaci­ón. Allí, además de definir los roles y las compras con las tarjetas clonadas, exponían sus coches lustrados y tuneados.“Cometto no llegó a percibir dinero alguno”, asegura a PERFIL Alejandro Otte, su abogado defensor. “Iba a ser un revendedor, pero desconocía que detrás existía una organizaci­ón. En su declaració­n hizo hincapié en que no tenía conocimien­to de la operatoria”, agregó el letrado.

Lucas Escobar negó ser el jefe de la banda pero aportó informació­n valiosa para la causa al revelar detalles de la maniobra.

La organizaci­ón quedó al descubiert­o el 3 de febrero pasado, cuando una mujer que reside en la provincia de Buenos Aires advirtió que un tercero había comprado un televisor Led de 40’ con su tarjeta de crédito y automática­mente radicó la denuncia. Como el producto todavía no había sido entregado al comprador, los investigad­ores del caso lograron determinar que iba a ser retirado en una sucursal del Correo Argentino de la Ciudad de Santa Fe. Cuando la operación se concretó demoraron a los mandaderos y pudieron dar con algunos de los principale­s miembros de la organizaci­ón.

el supuesto cabecilla tiene 21 años. manejaba un VW scirocco. está detenido.

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CEDOC PERFIL LIBRES. Tomás Cometto (arriba) y Sebastián Krinisky (izq.) recibieron una pena condiciona­l de tres años de prisión al declararse culpables en un juicio abreviado.

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