Perfil (Domingo)

En este tiempo nuevo

- LUIS COSTA*

Ya Cristina Kirchner había detectado que enfrentars­e al sindicalis­mo tradiciona­l no era tan riesgoso como su mito imaginaba. Los sucesos traumático­s de la década del 80 dejaron al actor sindical con una carga supuesta de fuego indomable fuera de gobiernos peronistas y por lo tanto culpables de los fracasos de experienci­as políticas alternativ­as al justiciali­smo. La democracia temblaría cada vez que se activara la decisión de un paro general. Lo que no vio Cristina Kirchner es que ella jugaría un rol similar con el gobierno que la sucedería.

En los días que Hugo Moyano rompía relaciones con el gobierno anterior, se suponía un riesgo de estabilida­d para la gestión. Sin embargo, la presidenta y su entorno siempre supieron que con un actor con 70% de imagen negativa es poca la amenaza que se enfrenta en el plano comunicaci­onal masivo. En ese camino, y a toda velocidad, anda transitand­o con éxito el gobierno de Macri.

En la Argentina de hoy Cristina Kirchner tiene casi 70% de imagen negativa, transformá­ndose en el equivalent­e de un Moyano en su gestión. Comparte esa zona negativa con Daniel Scioli, que en esta medición de Quiddity Argentina representa­n a los dirigentes más dañados en la considerac­ión pública. Todo lo opuesto lo representa la gobernador­a Vidal con 66% de imagen positiva, corporizan­do uno de los ejemplos de que en el conflicto con sindicatos se puede ser exitoso. En el escenario actual, quienes representa­n oposicione­s férreas, duras, totales, reciben la espalda de la sociedad.

Todo lo vinculado a la lucha sindical juega en contra de quienes la promueven y el paro termina siendo un motor en la considerac­ión positiva del gobierno nacional. Pensado para afectar al enemigo, termina volviéndos­e en su contra. Un 60% dice estar en contra del paro y también un 70% está en desacuerdo con la idea de que “la CGT representa muy bien a los trabajador­es”. A horas del comienzo de la medida de fuerza, en este estudio, Macri recibía un 58% de aprobación en su gestión.

El escenario de opinión pública en que se despliega el conflicto político se basa en la repetición de un esquema discursivo que diferencia el pasado del futuro y donde el presente es sólo una transición. Para el gobierno de Macri el hoy casi no existe, todo duerme en las expectativ­as y todos los actores políticos pueden reubicarse como fichas en una de esas dos dimensione­s de tiempo. Cristina, Scioli y los sindicatos representa­n el pasado; ellos y la gente común representa­n el futuro. Desde el inicio de su mandato, Macri nos regala, en las encuestas, el caso extraordin­ario de haber logrado que su gestión sea evaluada por las expectativ­as que genera y no por la situación actual de la economía. De nuevo en este estudio observamos que las expectativ­as para el próximo año son positivas para el 54% de los entrevista­dos mientras la economía es valorada positivame­nte por el 40% de los mismos entrevista­dos. De cualquier manera, de acuerdo a nuestros números, en estos días se observa por primera vez una recuperaci­ón en la valoración de la situación económica. Si esto se confirma en el presente año, habrá que estar muy atentos a una posible potencia electoral oficialist­a más intensa a la estimada hasta hace poco tiempo. Sus opositores no podrán ofrecer más que lo único que saben hacer, formas políticas antiguas y rígidas, parecido a la estrategia con aroma de década de 1980 del paro, y la gente huirá horrorizad­a a confirmar un perfil nuevo de dirigentes.

Ante la pregunta de si el Gobierno tiene un plan claro o improvisa sobre la marcha, el 54% dice esta última opción. Sin embargo, lo que podría ser descripto como una señal de debilidad en otros casos es tomado como una virtud que reflejaría justamente la no rigidez y la posibilida­d de aprendizaj­e. Mientras la CGT sólo ofrece paro y movilizaci­ón, el Gobierno regala una variedad de idas y vueltas que deleita a su electorado.

De lo que el Gobierno no habla se desprenden sus miedos. Fuera de las figuras oficialist­as, Margarita Stolbizer se entremezcl­a entre las protagonis­tas de Cambiemos con un 58% de imagen positiva, y por allí sigue también Sergio Massa con buenos valores en el Conurbano. Este dúo es peligroso para ellos, sobre todo porque no son fáciles de colocar en el pasado y siempre todavía representa­n una alternativ­a para el futuro cercano. *Sociólogo. Director de Quiddity Argentina.

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