Para una leyenda de las estafas, faltan controles en las finanzas
Purgó condena por robar millones a la banca Barings y hoy es asesor de empresas. Alerta por la codicia del “bono de fin de año”.
Nick Leeson es miembro de dos clubes en el mundo financiero. El primero es el de los llamados “rogue traders”, operadores bursátiles que a través de distintos métodos evadieron las regulaciones y prácticas legales para hacerse de, en los ejemplos más famosos, miles de millones de dólares. En su caso, con consecuencias catastróficas. Cuando en 1995 las actividades de Leeson fueron descubiertas por sus empleadores en Barings Bank, las pérdidas eran tan grandes (en aquel momento, mil millones de dólares) que lo que una vez fue el segundo banco más antiguo del planeta tuvo que declararse en bancarrota y fue vendido por tan sólo una libra. Leeson terminó cumpliendo una condena de cuatro años en una cárcel de seguridad máxima en Singapur y hoy en día pasa una parte considerable de su tiempo dando charlas y colaborando como asesor sobre cuestiones de control y manejo de riesgos a empresas privadas.
El segundo club es más exclusivo: ser uno de los pocos jugadores de Wall Street que tiene una película basada en él. La película El gran estafador cuenta la historia de Leeson a Singapur como parte de la llegada de Barings Bank, y cómo en tres años, a través de su cuenta 88888, las operaciones de Leeson llegaron a representar un 90% del volumen del mercado de intercambio de Singapur (Simex). En sus propias palabras, las pérdidas de la oficina de Singapur no eran vigiladas de forma Arriba, el viernes, al entrar al auditorio del CEMA. En el medio, en plena operatoria. Y abajo, bajo control de las autoridades antes de pasar cuatro años en prisión en Singapur. Sin cambios. Si bien el sistema financiero actual es notablemente más complejo y más interconectado que el que experimentó en los 90, y en buena medida existen mejores prácticas internas que en su época, todavía hay debilidades en sistemas menos desarrollados, particularmente en países en desarrollo. Pero que incluso en los mejores sistemas, “la regulación y reglas no sirven si no hay castigos adecuados cuando alguien las rompe”.
En ese sentido Leeson cree que su condena, sirve para desincentivar el incumplimiento de regulaciones. “En los últimos años, definitivamente hay una menor cantidad de casos. Actualmente ese tipo de comportamiento es detectado mucho antes”. “Pero el problema principal, que viene desde mi época y donde todavía no hubo un empuje fuerte para cambiarlo, es la recompensa del corto plazo, reflejado casi perfectamente en los bonos de fin de año”, dice.