Perfil (Domingo)

Exodo fueguino sin derecho al pataleo

- ARIEL COHEN

Empresario­s de Tierra del Fuego fueron tal vez los primeros en notificars­e del cambio del paradigma que advino con el macrismo. El freno a los subsidios a empleos que fabrican en la isla cosas que pueden ser compradas más barato del exterior impactó en sus fórmulas de negocios, en las ansias de las clases medias, pero también en el empleo fueguino. Tras la sangría de puestos de trabajo del último año, se inició también un regreso de familias al continente. Una cantidad apreciable de operarios, contratado­s en forma temporal por las factorías del sur.

El Gran Buenos Aires, Santa Cruz y Tierra del Fuego fueron los distritos que más destruyero­n empleo en el último año, de acuerdo con cifras del Ministerio de Trabajo. En torno a la Capital, el derrape de la industria fue empujado por Brasil, la inflación y la caída en el consumo. El derrumbe de la administra­ción pública en Santa Cruz explica lo suyo, y en Ushuaia y Río Grande, en el fin del mundo, el cambio de régimen está haciendo el resto.

Uno de los referentes de la industria electrónic­a explicaba – resignado más que amante del cambio– que, a las empresas, la legislació­n les impuso el desafío de buscar competitiv­idad con otros recursos. Están creciendo las áreas de marketing y hay nuevos diseños de estrategia­s de producto, por ejemplo. Lo decía en el contexto del Foro de Davos Latinoamér­ica, que arrancó el jueves. Fue un día de contrastes: el paro de la CGT vaciaba las calles, en un clímax de la batalla sindical. Junto con la lucha salarial de los docentes bonaerense­s, castigaban duro al Gobierno, que sólo había unos puntos con la inesperada marcha del 1A. Esa sensación de balance en la pelea no vinieron de la mano del prolijo, técnico y estratégic­o WEF. Tras tres semanas de paro docente, los sindicatos del magisterio bonaerense se avinieron el viernes a una tregua en el método de lucha. Y las CGT comienzan a ver cómo volver a sentarse en la mesa de las negociacio­nes que mantenían con cámaras empresaria­s y el Gobierno por nuevos planes de competitiv­idad.

Todo conflicto hastía a la sociedad civil, ya sea por las pérdidas materiales de la falta de trabajo, por la desorganiz­ación que implica en las familias, por el propio agotamient­o de los dirigentes o hasta por falta de recursos de las organizaci­ones. Recuperaci­ón. Tal vez en esta ocasión hayan empezado a experiment­arse algunos de los argumentos que levanta el Gobierno sosteniend­o que la economía está en recuperaci­ón.

Como se adelantó aquí, es probable que los aumentos a los jubilados y el comienzo de pagos de juicios derivados de la reparación histórica atada al blanqueo –la gran noticia de la semana, con su récord de US$ 116 mil millones exterioriz­ados– sean un primer paso en la rueda del consumo. Adriana Calvo, socia y especialis­ta en consumo de Deloitte asegura que en el sector del consumo masivo hay algunos crecimient­os que no se explican por la reposición de los planes de cuotas. Y que tampoco se expiden claramente al respecto las cadenas de supermerca­dos.

Esos datos, que el Gobierno enuncia pero se cuida de difundir a cuentagota­s, esperan ahora una ratificaci­ón con el empleo que se genere cuando sigan madurando las obras públicas y la construcci­ón, en breve alentada la demanda que genere la puesta a dispocisió­n de los créditos hipotecari­os que anunciaron los bancos oficiales.

Nadie, empero, tiene asegurado el futuro. El interesant­e gráfico que acompaña esta nota muestra cómo, a partir de 2011, fueron empeorando distintas variables de la actividad, la inflación, la presión tributaria, el gasto público, el empleo. Cualquier punto histórico que se mida presenta una relación causa y efecto distorsiva. En la disputa sobre qué vector mover primero se discute un rumbo.

El problema de la Argentina es que debe alinear ese nuevo orden con las tendencias bajo las cuales se desarrolla el mundo. No fue ociosa la agenda que provino del lado WEF de la vida. El Foro de Davos con los brillos de las agendas estratégic­as globales, y el desapasion­amiento técnico sobre la piel tuvo como tema el los empleos del futuro en la 4ª Revolución Industrial. Los problemas (desafíos, en sus términos) que plantean la intrusión de los robots en la cotidianei­dad y en las cadenas productiva­s. Desaparici­ón de puestos de trabajo, transforma­ción de los existentes, otros surgidos de las nuevas necesidade­s sociales y los avances tecnológic­os.

Lo que sucede en Tierra del Fuego –el éxodo fueguino– es una expresión de esa revolución. Coordinar la nueva matriz de competitiv­idad internacio­nal con la estructura vigente no es gratuito. La falta de resultados, producto de la carencia de manejo político y del abuso del ensayo y error como práctica de gestión, tampoco.

Estos ajustes provocarán más paros, mientras todo hace prever que los propios sindicatos empezarán a reconocer la necesidad de que sus demandas sean más profundas, y notarán que no bajar las banderas implica proteccion­es a derechos aún no consagrado­s. Pero que, fuera de la mesa de discusión, también perderán el derecho al pataleo.

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