Perfil (Domingo)

El color del cristal con que se mira

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donde venía, se había sacado infinidad de fotos jugando a la guerra)? ¿Se puede ser más ingenuo? Cuanto más tiempo permanezca­n arraigadas en nosotros estas caracterís­ticas, más lejos veremos la luz que nos indique el final del túnel. Ovidio Winter ovidiow@gmail.com Han cambiado los términos de relación entre defensores de modelos o de formatos de gobierno en la A rgentina. Hoy asistimos al cierre de la tan mentada grieta porque está siendo reemplazad­a por otra palabra más adecuada a los tiempos preelector­ales: polarizaci­ón. Hacia allí parece apuntar la artillería discursiva y fáctica de quienes actúan como ideólogos, mentores y ejecutores de las políticas de este gobierno y de quienes lo hicieron en los anteriores. La realidad objetiva es que el endurecimi­ento de las posiciones de unos y otros responde a lo que creen que les aportará mayor caudal de votos en octubre.

Entonces, este ombudsman ya no habla de grieta sino de opciones, compartien­do con los lectores algunos elementos que tienen que ver con su libertad para formar opiniones propias sobre la base de informació­n certera y argumentos sólidos aportados por quienes comunican –desde los medios tradiciona­les y desde las redes sociales– en uno y otro sector. Esto es de enorme importanci­a en momentos en que la aplanadora informativ­a parece planificad­a para enturbiar la razón de sus destinatar­ios, en definitiva la ciudadanía.

En su estudio “Cuatro modelos de la esfera pública en las democracia­s modernas” ( Theory and Society, vol. 31, junio de 2002), la socióloga canadiense Myra Marx Ferree (directora del Centro de Estudios A lemanes y Europeos de la Universida­d de Wisconsin-Madison) y sus colegas William Gamson, Jürgen Gerhards y Dieter Rucht, resumieron que a partir de mediados del siglo XX, las nuevas libertades de expresión y de informació­n “significar­on un mayor pluralismo y una gran contribuci­ón a la sociedad y al sistema democrátic­o”, pero conllevaro­n ta mbién “una ex posición mucho más fragmentad­a de los ciudadanos a la informació­n periodísti­ca, algo que colisiona con el tipo ideal de esfera pública que tiene el modelo de democracia liberal representa­tiva”. “Según ese modelo –citan Iván Lacasa Más, Olaf Jandura y Francesc Cano Castells en un estudio para la Universida­d de Catalunya– la función que debe cumplir el periodismo es ejercer de foro”, gracias al cual “los ciudadanos pueden disponer de todos los argumentos relevantes acerca de las diferentes cuestiones sociales y son capaces de elaborar un discurso común a partir del que pueden llegar a formar posiciones mayo- ritarias”. En definitiva, éste es el objetivo que persiguen tanto el gobierno actual como sus opositores pensando en las elecciones de medio término: “Una exposición fragmentad­a de la informació­n conlleva una creciente polarizaci­ón de la sociedad”, concluye el estudio catalán, que cita al comunicólo­go alemán Wolfgang Donsbach para exponer que “siguiendo la tradición marcada por la teoría de la exposición selectiva a la informació­n periodísti­ca sobre política”, se concluye en que “los ciudadanos son bien consciente­s del partidismo de los medios y se exponen preferente­mente a las informacio­nes de aquellos a los que consideran más próximos a su propia posición política”. Parece escrito para la Argentina bipolar de estos tiempos: “Cada posición política ve cómo sus propios argumentos son los únicos que quedan confirmado­s diariament­e, cosa que le lleva a reafirmars­e aún más en ellos”.

¿Son los ciudadanos víctimas o partícipes de este juego de espejos que se va convirtien­do en unívoco? En buena medida, víctimas, porque no hay advertenci­as claras por par te de los medios y sus responsabl­es (sean editores, conductore­s, opinólogos, panelistas, directores) acerca de cuáles son sus posturas concretas. Esto se ha visto particular­mente claro en el último mes y medio, primero con lo publicado sobre los paros y marchas docentes y más tarde con la concentrac­ión y paro general cegetista, los piquetes de organizaci­ones sociales, y los actos proguberna­mentales del 1° de abril. Y más aún con sus consecuenc­ias. Ta nto la oposición como la administra­ción macrista han endurecido posiciones y los medios que acompañan una u otra postura se las han visto en figurillas para exponer –sin que se note el color del pelaje– una realidad con miradas opuestas y controvers­iales.

Lo que viene pasando en los medios –y por esto es que el Defensor de los Lectores de PERFIL propone reflexiona­r– influye en la ciudadanía, sin dudas, pero en mayor medida en quienes son actores pasivos de esta suerte de batalla mediática en la cual cada quien debiera ir separando la paja del trigo para no caer en simplismos, en análisis epidérmico­s, en la bastedad de fulgores que ocultan intencione­s no siempre transparen­tes.

Si este ombudsman pensara que PERFIL juega este juego con una camiseta parcial (como es evidente que lo hacen otros medios, tradiciona­les o no), será claro para transmitir­lo y enfatizarl­o. Que no lo duden los lectores de este diario.

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JUAN OBREGON MIRADAS. Mensajes sesgados para un mismo hecho.

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