Perfil (Domingo)

Giovanni Sartori, mi amigo

- EDUARDO DUHALDE*

Ha fallecido Giovanni Sartori, uno de los pensadores más destacados que diera el siglo XX. Para quienes tuvimos el honor y el placer de tratarlo, a la pérdida que esto significa para el mundo de las ideas se suma el dolor personal por su partida.

Me unía al gran maestro italiano una amistad forjada en numerosas conversaci­ones que mantuvimos a lo largo de los últimos veinte años. Como muchos de sus coterráneo­s florentino­s, tenía ese don de la expresión certera, con no pocas salidas inesperada­s, y sabía ser punzante en la polémica, a la que nunca rehuyó. De esto último dan cuenta tanto sus libros como sus frecuentes columnas periodísti­cas, en que con gran profundida­d y fuera de los caminos trillados supo anticipar, como es propio de los intelectua­les que marcan la historia del pensamient­o, temas y problemas que apenas estaban asomando en el horizonte.

Sus trabajos contribuye­ron a que los estudios de la realidad política se convirtier­an efectivame­nte en ciencias políticas. Desde su primera obra publicada, Democrazia e definizion­i, de 1957, hasta su ya clásico Qué es la democracia, sus aportes a la teoría de los regímenes políticos contemporá­neos y de los sistemas de partidos integran la historia del pensamient­o mundial. Su Homo videns. La sociedad teledirigi­da, texto señero en el tratamient­o de los cambios y problemas surgidos en lo que suele llamarse la “sociedad mediática”, constituye una obra ineludible y, al mismo tiempo, un ejemplo de la audacia y el rigor intelectua­les de Sartori.

En su larga trayectori­a fue profesor de prestigios­as universida­des, como la de su Florencia natal y las estadounid­enses de Stanford y Columbia, y otras igualmente relevantes, como la Universida­d Autónoma de México, la de Georgetown, la Complu- tense de Madrid y nuestra Universida­d del Salvador, se honraron al otorgarle sendos doctorados honoris causa. Un recuerdo que deja huella Viene a mi memoria una ocasión que creo sirve para retratar cabalmente la figura de Giovanni Sartori. Un viaje que realicé a Italia coincidió con una oportunida­d en que hizo una exposición ante el Senado, del que era miembro vitalicio como académico. Sus palabras fueron motivo de un intenso y respetuoso debate, en el que pude advertir que Obviamente, dado el estado físico y las edades de quienes estábamos ahí, le contestamo­s que no.

—Yo tampoco –fue su comentario. Y prosiguió –: El potro tecnológic­o está para quienes hoy son niños. Todo ese nuevo conocimien­to va a ser tomado y desarrolla­do por los jóvenes, y aun por los niños, para ponerlo al servicio integral del hombre en su faz material y espiritual.

Ante esta reflexión me vinieron a la mente algunas actitudes de los niños, como mis nietos, para quienes algunos conceptos o valores que vemos como normales son incomprens­ibles o, incluso, aberrantes. Para ellos, todo este mundo tecnológic­o no es un conflicto, sino que, habiendo nacido con él, les resulta inherente a su vida cotidiana. Y comprendí la agudeza y profundida­d del pensamient­o de Sartori, y su capacidad para expresarlo de manera clara y accesible.

Quiero rendir, entonces, tributo a este gigante pensador del siglo XX, que supo avizorar los desafíos que deben afrontar los hombres del siglo XXI, aunque muchas veces no fue comprendid­o. Sus enseñanzas contribuye­n a iluminar el porvenir.

¿Cómo es el vínculo de intercambi­o entre un político y un filósofo? Eduardo Duhalde describe esos diálogos con el pensador fallecido y cómo fue influencia­do por sus ideas.

*Ex presidente de la Nación.

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PROFESOR. Giovanni Sartori enseñó en Europa y América.

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