Mapa desplegado en el tiempo
Autora: Graciela Speranza Género: ensayo Otras obras de la autora: Manuel Puig. Después del fin de la literatura, Fuera de campo. Literatura y arte argentinos después de Duchamp, Atlas portátil de América Latina. Arte y ficciones errantes Editorial: Anag
Cronografías. Arte y ficciones de un tiempo sin tiempo
Una de las proposiciones más sugerentes de Jacques Derrida es aquella que atraviesa uno de sus mejores libros, de indudable cuño literario: Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacional. En él, además de acuñar la fantología (una exploración de la ontología de los fantasmas), analiza la manera en que la lógica espectral nos asedia en tiempos de la comunicación virtual transformando el binomio presencia/ausencia y cuya indeterminación esencial encarnan como nadie los espectros: imágenes y voces de muertes, amores, momentos y espacios que instauran su propia temporalidad, no a destiempo ni a contratiempo: fuera del tiempo, ese lugar domici- liado en nuestros días en la simultaneidad de la red.
Sin embargo, su proposición más lúcida descansa en su lectura de Hamlet: “The time is out of joint”, es decir, el tiempo está fuera de quicio, lo que implica un desfase del lugar en el que el tiempo debería estar en sus goznes; justamente, el tiempo dislocado del presente, es decir, el tiempo por excelencia del arte contemporáneo, lugar desde que el que (se) inscribe Cronografías. Arte y ficciones de un tiempo sin tiempo de Graciela Speranza.
Articulado como una colección dispar de ensayos, su crítica recuerda la lógica de un almanaque: colección de fichas, impresiones y comparaciones que, en conjunto, se muestran a sí mismos como una exposición; en este caso, la de algunos de los artistas más sintomáticos del presente, ese lugar del que no conseguimos escapar.
Ya sea que se trate de una novela de W.G. Sebald, de una instalación de Daniel Ortega, las constelaciones de Gabriel Orozco, los animales de barro de Adrián Villar Rojas o los experimentos de Liliana Porter, Speranza lee, como si se tratara de un mapa desplegado en el tiempo, los signos de una época, devorada por el capitalismo tardío y la total mercantilización de la experiencia. De acuerdo con su diagnóstico, “la rápida expansión de la sociedad de consumo, con sus ritmos cada vez más acelerados de producción y obsolescencia, y la revolución digital, con sus redes de conexión global inmediata y sus flujos virtuales de capitales financieros, comprimieron el tiempo en un presente devorador, instantáneo y efímero”. Una opinión con la que resulta imposible estar en desacuerdo: desde fines de los 90, las producciones culturales en música, cine, literatura y plástica viven en un regodeo que algunos han tipificado como retromanía y que mueve a pensar en un presente cercano, donde una red social parecida a Netflix permitirá conectarnos con la virtualidad de nuestra preferencia –seguramente los 80– para divorciarse de ese incordio lacerante que es imaginar el futuro desde un presente empantanado: si a algo debe invitar la crítica de arte, y es algo que consigue el libro de Speranza, es a salir de este loop generalizado donde el evangelio del remix impide articular identidades alternativas, divergentes y plurales contra la estandarización y el comercio de la experiencia. Aunque cueste trabajo creerlo, existe vida más allá de nuestra finitud enajenada.
Ante su intención de articular al Sur como alternativa ante el Nor-
Tal vez vamos todos en el mismo barco, pero no valemos lo mismo: tal es el lugar de aparición de los fantasmas y de Marx, que aún recorre el cementerio marino
te global cabe señalar que, aunque bien intencionada, minimiza el hecho de que la hegemonía cultural y sus relatos están sostenidos por un orden económico y político. Las reglas del mundo del arte, pese a las excepciones que las confirman, obedecen a los dictados de un consorcio comercial: no vamos todos en el mismo barco, o tal vez sí, pero no valemos lo mismo: tal es el lugar de aparición de los fantasmas y de Marx, que aún recorre el cementerio marino.
Nunca es fácil tomarle el pulso al presente; por ello, este libro vale como “antídoto contra el cinismo desdeñoso que hoy campea en el mundo de la literatura y el arte y, por qué no, una muy módica resistencia a la mercantilización rampante”.