Macri enfrentó un escrache cuando salía de una iglesia
Mauricio Macri pasó un momento incómodo en su ciudad natal. En Tandil, a donde el presidente suele ir a descansar junto a su familia, ayer un grupo de personas (no más de 15 vecinos) lo insultó y le hizo algunos reclamos puntuales: el cumplimiento de la ley de la paritaria nacional docente y la liberación de la jefa de la Tupac Amaru, Milagro Sala. Así, pasado un tercio de su mandato, los miniescraches contra el Presidente se volvieron una situación repetida en sus giras y actos. Esta vez, se dio en la ciudad bonaerense donde Macri vivió una parte de su infancia.
Desde que el Presidente salió de la iglesia del Santísimo Sacramento y entró a su camioneta (se fue manejando él mismo) no pasaron más de treinta segundos. Macri iba acompañado por su hija Antonia. Ese breve lapso alcan- zó para que unos 15 vecinos le gritaran: “cumplí la ley”, “pará la mano” e “hijo de puta”. Los manifestantes a su vez le mostraban papeles escritos a mano con sus demandas: desde la liberación de Milagro Sala hasta la aplicación de la paritaria docente. Al mismo tiempo, otros vecinos lo apoyaban. “Mauricio no aflojés”, le gritaba uno, en reacción a una mujer que le tocaba el vidrio delantero de la camioneta Volkswagen negra con gesto poco amistoso. El diario El Eco de Tandil difundió un video del momento.
En la iglesia Macri se había reunido con el intendente Miguel Lunghi, quien fue especialmente para saludarlo, y el cura local Raúl Troncoso. “Hace mucho bien venir acá al lugar de mis raíces”, afirmó Macri a la pasada, custodiado por pocos agentes. Si bien pasó sólo una parte de su niñez en Tandil, Macri solía volver para visitar a su abuela materna, quien vivía en una casa señorial todavía ubicada en el centro de la ciudad. De hecho, ayer le mostró ese caserón a su hija de 5 años. A su vez paseó por las calles y los locales céntricos y compró –dijo Macri– “un par de kilos de queso”. Su anterior minivacación en Tandil había sido en octubre del año pasado.