Perfil (Domingo)

Madre y Padre de Todas las Tasas

- ARIEL COHEN

En la reunión de coordinaci­ón del equipo económico de la semana pasada, el Presidente dejó un mensaje claro. “Sé que a algunos no les gusta la idea, pero necesitamo­s ponerle el hombro a la pelea por la inflación”. Se habían conocido los datos del IPC de marzo, 2,4% arriba, y días antes, el Banco Central había emitido el alerta con los resultados del REM, con un aumento de las expectativ­as de subas de precios para todo el año. Del 20,8% calculado por los economista­s en febrero al 21,2% en marzo. El recálculo de los analistas privados tocaba también el componente “núcleo”, el de los precios no afectados por decisiones regulatori­as como los valores de las tarifas, para pasar de 18,5% a 18,7%. Seguía sin verse una retracción de los precios.

Ese martes, horas después de conocida la inflación del Indec, Federico Sturzenegg­er fijó la nueva tasa para los pases. Del 24,75% la subió a 26,25%, 150 puntos básicos de un saque. Así como Trump lanzaría a la “madre de todas las bombas” y luego Rusia mostraría que tiene al “padre de todas las bombas”, Macr i y St ur zene - gger se convirtier­on en “Padre y Madre de Todas las Tasas”, lanzando cirugía mayor contra la inflación.

Hubo 48 horas de estupor, encarnados en los sectores productivo­s, que señalaron el freezer en el cual se adentraba la economía, la actividad y el crédito al sector privado. Sturzenegg­er habla públicamen­te por sus decisiones de política monetaria. Algo así como los jueces a través de sus fallos, pero con la billetera llena. Esa modalidad de acción política provocó que el Gobierno y el propio Banco Central no pudieran explicar a dónde iban. El mercado fue haciéndolo con el paso de los días, con diversas conclusion­es.

1) Los aumentos de tarifas afectaron los objetivos de reducción de inflación. Hubo problemas en la instrument­ación de secuencias y plazos, y de hecho, se proyectaro­n aumentos para este año que, aún atenuados, impactan en los índices. Herida narcisista para estos equipos dotados de técnicos de excelencia, pero ya acostumbra­dos al yerro en el método de prueba y error como sistema. Incluso para las decisiones del núcleo de Jefatura de Gabinete y el propio Macri, más duros que Aranguren.

2) El presidente del BCRA tiene la venia y el respeto político y técnico del Presidente para apuntalar todo el plan económico en la credibilid­ad de la autonomía de la autoridad monetaria. Esa creencia se proyecta a otras áreas. Sturzenegg­er, pero también analistas y académicos como Jorge Vasconcelo­s, reconocen el valor de este factor. Aún antes de la definición del BCRA del martes, este economista sostenía que la apuesta de las tasas no debería ser “timorata”; el Central debía dar una señal de firmeza y mostrar que lo que queda por delante sólo es un sendero de reducción de tasas, y no que debería volver a subirla.

3) ¿Es posible cambiar las metas de inflación de Sturzenegg­er, con la evidencia sobre la mesa de que no se alcanzaría el rango 12%/17% este año? Todo indicaría que es más factible que King Jong-un vuelva a hacer un ensayo nuclear arriesgánd­ose a una respuesta atómica del gobierno de Trump. Más allá del empecinami­ento técnico que podría cuestionár­sele a Sturzenegg­er, “cambiar de caballo a mitad del río” impactaría en todo el Gobierno. Tanto el Central como los analistas observan el error de Dilma Rousseff, cuando resolvió bajar la tasa de interés en un intento por reactivar la economía. La conclusión fue una espiraliza­ción de la recesión en 2015/2016. Este antecedent­e es el que los ministros-economista­s del Gobierno tienen que tragar después de rumiar la decisión de Sturzenegg­er.

4) El arg umento del freezer productivo pone sí en una decisión política al Gobierno. Fracasada la reactivaci­ón y la “demolición” de la inflación, la decisión de reponer la discusión pública sobre el efecto de los precios, indican que se priorizará ese objetivo antes de que una mejora se sienta a flor de piel electoral. A pesar de ello, hay consenso en que hace un año la tasa de interés estaba en 38% y que ahora “escandaliz­a” el 26,25%. Esa hoja de ruta sigue conduciend­o a una inflación de 21 o 22% para todo el año, un logro importante si no fuera que Sturzenegg­er prometió 17%. Las apuestas son que con una estabiliza­ción en el 1% a partir de junio y una suavizació­n de las tasas a partir de allí se logre una aproximaci­ón a las metas.

5) ¿Se congelará la actividad, como sostienen los industrial­es? Hay acuerdos también en que el bajo nivel de deuda de los inversores evita un alto impacto. También es cierto que podrían demorarse proyectos a la espera de que la rentabilid­ad financiera de las híper-tasas ceda en atractivo para ir a proyectos reales. Pero, de no agravarse la suba de tasas (y la inflación, claro), no correrían riesgo los breves brotes verdes.

Si no funciona el plan, con inflación sin freno y actividad paralizada, nadie querrá ser padre, madre, tutor o encargado de ninguna crisis recesiva y de desempleo que arrastrarí­a.

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FOTOS: CEDOC PERFIL
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CRUZADOS. Sturzenegg­er es uno con Macri, y duro como la Madre y el Padre de Todas las Bombas.

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