Perfil (Domingo)

Caso argentino

- JAIME DURAN BARBA*

Las movilizaci­ones de la sociedad de las comunicaci­ones han tenido expresione­s tan diversas como los indignados de España, el Occupy Wall Street, en Brasil por el precio del transporte y en contra del mundial de fútbol, las manifestac­iones de la Primavera Arabe y otra serie de acontecimi­entos que conmoviero­n la política mundial.

Ninguno de estos movimiento­s se parece a los realizados por dirigentes de partidos, sindicatos o institucio­nes que suelen ser espectácul­os, organizado­s por dirigentes que compiten por el poder en algún ámbito. Estos suelen ser eventos millonario­s, orquestado­s por profesiona­les que movilizan personas, contratan buses, compran comida y bebida para los asistentes, reparten uniformes y organizan las cosas para aparentar un número mayor de participan­tes.

Los movimiento­s posmoderno­s expresan a ciudadanos que se manifiesta­n espontánea­mente. Nunca cantan antiguas marchas, ni buscan profetas, ni piden la reincorpor­ación de los anteriores ministros. Rechazan a los partidos tradiciona­les. En Argentina tienen antecedent­es, como la enorme manifestac­ión que se reunió para exigir que se investigue la muerte del fiscal Nisman. No los convocó ni los manipuló nadie, no fueron llevados en buses, ni tuvieron el aparataje propio de las marchas tradiciona­les. Esa multitud no gritaba, ni oía discursos, pero paralizó a la ciudad con la fuerza de su silencio. ¿Cuántos estuvieron?, ¿fueron más o menos que los que participan en las manifestac­iones de los partidos? Es difícil saberlo, porque en ese tipo de movilizaci­ones no se puede contar a los asistentes. La gente llega, permanece un tiempo, se va cuando quiere, no hay punteros que tomen lista y se da una enorme movilidad. Tienen otra caracterís­tica importante: quienes participan en ellas salen con un sentimient­o intenso de haber cumplido con un deber ético, sin pretender ninguna compensaci­ón material.

Esta gente que está impulsando el cambio se expresó también con los mensajes de grupos espontáneo­s que convocaron por las redes sociales a personas que quisieran reemplazar a los maestros huelguista­s, con una avalancha de mensajes contrarios al paro de la CGT, con la actitud valiente de las dueñas de una gasolinera que enfrentaro­n a los delincuent­es que fueron a amenazarla­s para que se adhirieran al paro. Son reacciones del 70% de la población que rechaza los paros, del 80% que está en contra de los piquetes, que está en contra de esas prácticas autoritari­as y puede expresarse gracias a la tecnología. Antes bajaban la cabeza y se sometían, ahora tienen un teléfono para fotografia­r a los extorsiona­dores y se pueden comunicar de manera inmediata con otras personas como ellos.

La manifestac­ión del 1° de abril reunió a una multitud que compartía percepcion­es políticas y quería expresar su posición. Unos llegaron motivados por el discurso de Hebe de Bonafini, otros por el paro de Baradel, otros por detener al kirchneris­mo. Todos rechazan la vuelta al pasado. Compartían la esperanza de que funcione el proceso que lidera Mauricio Macri y sus equipos. Tienen la sensación de que la situación no es tan buena como habrían esperado, pero están contentos de que los nuevos funcionari­os no hayan aprendido a hacer las cosas como los antiguos. Si el Gobierno hubiese incorporad­o a los ex ministros de Cristina Kirchner que “saben de política”, ninguno de ellos lo defendería. Votaron por Mauricio porque creen que puede hacer algo distinto al kirchneris­mo ortodoxo o renovado. La movilizaci­ón coincidió con una nueva caída de la imagen de los sindicatos, de los partidos y del Congreso.

Hace pocos años nadie se habría atrevido a enfrentar a los matones del pasado que amenazan a la gente. Hoy estamos en la sociedad de la comunicaci­ón, todos pueden conversar entre ellos sin mediacione­s, tomar fotos de los agresores y subirlas a la red. En el clima de libertad en que vivimos, muchos grupos seguirán expresándo­se de esa manera. Ya no caben ni el autoritari­smo militar, ni el de ciertas minorías que quieren imponer sus intereses por la fuerza. *Profesor de la GWU, miembro del Club Político Argentino.

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AFP JUSTICIA. Como en el caso Nisman, miles de personas se convocaron en todo el país.

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