LIBRO DESTACADO
cátedra de Investigación de Mercados de la Licenciatura en Marketing de Ucema, se muestra que el 31% de los jóvenes no tiene definida la carrera al momento de finalizar el colegio secundario. Este síntoma muestra la incertidumbre que afrontan. Los adultos, como referentes naturales, no les devuelven una imagen en la cual se puedan reflejar. La claridad de los jóvenes de que ninguno de los trabajos actuales será el mismo les genera un quiebre profundo entre generaciones. No hay historias de vida a seguir.
Sin embargo, los adolescentes buscan su futuro; de otra manera, pero la búsqueda está. ¿Qué carrera seguir? Desde un punto de vista simple, daría la sensación de que si todo es tan pasajero, si lo aprendido posiblemente se modifique en el futuro, lo trivial es lo conveniente. Desde el punto de vista opuesto, la respuesta es “estudien las carreras clásicas y luego con los posgrados se especializarán”.
De acuerdo con mi experiencia, estas respuestas son obsoletas. La que da más garantías a futuro es simple, lo difícil es llevarla a la práctica: estudien lo que les gusta de la forma más rigurosa posible.
La universidad es el ámbito donde el alumno arma su esquema de pensamiento, los cimientos para construir un mundo nuevo, su mundo. Si la estructura es frágil, podrá edificar poco. Al mencionar la rigurosidad no se trata de métodos pedagógicos del siglo XIX: todo lo contrario. Se propone utilizar todas las herramientas actuales para la conceptualización. Ya no se necesita memorizar (lo “googleamos”). Sin embargo, sí hace falta leer y comprender los textos más profundos de los temas de la carrera. Ya no tenemos que calcular a mano ni mentalmente, pero la comprensión de la matemática más sofisticada es fundamental para el desarrollo de nuevos modelos.
Una de las películas más taquilleras de los últimos 25 años fue El Rey León, una gran innovación. Por primera vez un film de animación tenía un mensaje interesante para chicos y grandes. Quien realizó este guión no lo habría escrito si no hubiera leído a Shakespeare y a tantos otros, para finalmente inspirarse en Hamlet para su creación. Mito. Analizando el área de marketing, en la que me especializo académicamente, existe un paradigma que sería interesante evaluar como ejemplo de las nuevas carreras del siglo XXI. El área de marketing de una empresa es el núcleo estratégico de la organización. Se buscan los mejores. Las empresas de primera línea realizan extenuantes procesos de selección de jóvenes profesionales para detectar a los más talentosos. Sin embargo, cuando vemos quiénes son los que se presentan a estas búsquedas, sólo un porcentaje mínimo estudió marketing. ¿Por qué? Las empresas buscan alumnos con alta formación y el mito es que la alta formación se encuentra en las carreras de ingeniería o economía. ¿Quién asegura que alguien exper to en física cuántica pueda entender al consumidor? ¿No sería mejor preparar a los jóvenes para los desafíos que les tocará enfrentar en vez de llenarlos de habilidades que no les servirán?
Aquí está el punto de discusión, entre el mundo sólido y el líquido. En los 70 u 80 no había profesionales del marketing y los ingenieros no tenían trabajo. Entonces, coparon los principales puestos. ¿Hay que repetir el modelo? La respuesta es que no: el mundo cambió, se puede estudiar con alta rigurosidad temas que hace diez o 15 años no existían en la oferta. Las universidades de gestión pública y las privadas abren carreras nuevas para que los adolescentes encuentren su camino: diseño de historietas, licenciatura en rehabilitación visual, licenciatura en logística, licenciatura en gestión de agroalimentos, entre tantas propuestas que seguramente la mayoría de los que nacimos en el siglo XX no escuchamos hablar.
El 2018 será el ingreso universitario de los chicos del año 2000. Pensemos en ellos, y dejemos de una vez en claro que las carreras y las formas de estudio cambiarán. Lo que no cambia es el empeño que se pone en aprender, la imprescindible excelencia académica de los profesores, el intercambio valioso en un aula (sea ésta real o virtual) y el tiempo que dedica el alumno a superar los desafíos. Lo importante no es qué estudian sino dónde lo estudian, quiénes acompañan su crecimiento y qué capacidad tiene la institución para formar profesionales de excelencia. ¿O alguien cuestionaría un título de Harvard porque el egresado no estudió una carrera troncal?
Las carreras cambiarán. Lo que no cambia es el empeño que se pone en aprender
*Secretaria académica del Departamento de Marketing, Universidad del CEMA.
Las fronteras de lo humano