Perfil (Domingo)

Renta básica y el futuro del trabajo

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Prácticame­nte no pasa un día sin que desde los medios de comunicaci­ón nos llegue el mensaje de que, más temprano que tarde, las máquinas van a reemplazar al ser humano en una cantidad enorme de tareas. Al mismo tiempo, gracias a los avances de la medicina, la alimentaci­ón y la prevención, es notorio que aumenta la longevidad humana y la vida activa de las personas. Con ello, no solamente cada vez somos más en el mundo, sino que tenemos más tiempo productivo de vida. Finalmente, ante la creciente desocupaci­ón, crecen también las demandas ciudadanas que exigen la creación de empleos. En resumen: cada vez hay menos puestos de trabajo, cada vez hay más gente que puede y necesita trabajar y hay enormes sectores de la sociedad que creen que el “pleno empleo” es posible, cuando en realidad el progreso tecnológic­o nos empuja a un mundo de “pleno desempleo”.

Pareceríam­os estar ante una situación entrampada, sin salidas a la vista. Hay, sin embargo, algunas luces en el horizonte que pueden servir de guía para ir estructura­ndo políticas de largo plazo –es decir, políticas de Estado– que nos permitan dar respuestas válidas a un problema que no podremos eludir. Nuevos caminos ante un futuro ineludible. Descartemo­s de plano la alternativ­a, que muchas mentes lúcidas inexplicab­lemente parecen creer viable, de detener el desarrollo tecnológic­o. Es imposible. La historia demuestra que la tecnología solamente se doblega frente a una tecnología superior. En todo caso, el esfuerzo debe orientarse a descubrir nuevos y mejores caminos para solucionar los problemas. Retroceder a una situación presuntame­nte idílica, en la que había trabajo en abundancia para todos, ya no será posible.

¿Qué hacer entonces? Ante todo, reconocer que el problema existe y avanza. Y que, como todo problema complejo, no admite respuestas sencillas.

Si miramos lo que sucede en otras partes del mundo, en esos mismos medios que nos anuncian el inminente apocalipsi­s laboral veremos otras noticias que nos hacen entrever la solución.

En noviembre del año pasado, Canadá puso en marcha en dos ciudades importante­s de la provincia de Ontario (Ottawa y Toronto) un plan piloto para otorgar una renta básica de mil dólares canadiense­s (unos 746 dólares estadounid­enses) a todos sus ciudadanos a partir de 2017. Finlandia ha aprobado un programa piloto similar que durará dos años, en el que 2 mil ciudadanos recibirán a partir de enero 560 euros al mes. Si la evaluación de resultados es positiva, se avanzará gradualmen­te hasta cubrir a toda la población. Y en Suiza, en junio de 2016, se sometió a referendo un plan de renta básica para todos los ciudadanos. Fue rechazado, es cierto, y por un amplio margen de votos, pero es un tema que hace pocos años ni siquiera hubiera estado en la agenda de discusión. Una idea revolucion­aria con largos antecedent­es. ¿En qué consiste la Renta Básica Universal o Renta Básica de Ciudadanía? Hace unos años, en el libro De Tomás Moro al Hambre Cero: La Renta Básica de Ciudadanía, Planeta, 2010 que prologó mi amigo Luiz Inácio Lula da Silva, abordé el tema.

La idea, que tiene numerosos antecedent­es que se remontan a las utopías humanistas, comenzó a circular en su forma actual cuando los Estados de bienestar de los países desarrolla­dos mostraron sus primeros síntomas de crisis. De manera simple, se puede expresar así: todas las personas tienen derecho, por el solo hecho de existir, a un ingreso que garantice su superviven­cia.

Uno de los primeros proyectos para aplicar esta idea revolucion­aria fue, aunque parezca contradict­orio, el del economista conservado­r Milton Friedman, y recibió el apoyo de muchos intelectua­les y pensadores de la época. La propuesta giraba en torno a un “impuesto negativo” y fue expuesta en el best-seller mundial Capitalism­o y libertad, de 1962. Incluso el presidente Richard Nixon la incluyó oficialmen­te en sus planes de gobierno, aunque la iniciativa se frustró por razones por todos conocidas.

Esta frustració­n no impidió que en 1982 se pusiera en vigencia en Alaska un sistema por el cual todo ciudadano con seis meses de residencia en el territorio recibe una asignación mensual. En 2014 esa asignación fue de 1.884 dólares por persona. Desde entonces, ha corrido mucha agua bajo el puente. No podemos dejar de mencionar aquí el Plan Jefas y Jefes de Hogar, que implementa­mos en 2002 y que, con modificaci­ones que no siempre han sido mejoras, continúa vigente hasta hoy, y el Plan Bolsa Familia, implementa­do por el presidente Lula da Silva en Brasil, en un extraordin­ario y exitoso esfuerzo por combatir la pobreza y la miseria y generar inclusión social. Que las dificultad­es no impidan las soluciones. Desde luego, cada vez que se exponen estas ideas surgen voces para señalar las dificultad­es en su aplicación. Y mi respuesta es siempre la misma: por supuesto que habrá problemas, corrupción e injusticia­s. Pero eso no debe detenernos en el objetivo final, que es la inclusión y la justicia social, sino incentivar­nos a ser cada día más eficientes.

En este sentido, me parece muy ilustrativ­o formular un paralelo histórico. Cuando se propuso la idea de democracia representa­tiva tal como la conocemos hoy en Occidente, basada en el voto secreto de todos los ciudadanos de un país, sin discrimina­ciones, también surgieron objeciones: ¿votarían los analfabeto­s? ¿Y las mujeres? ¿Y los militares? ¿Y los curas? ¿Cómo controlarí­amos que no hubiera fraude? ¿Qué haríamos con los que no quisieran votar? Hoy, aunque sabemos que estamos lejos de la perfección, nadie discute la idea de que el voto universal es un derecho inalienabl­e y que la democracia representa­tiva es el mejor sistema posible de gobierno.

Con la Renta Básica Universal va a ocurrir lo mismo. ¿Que habrá miles de preguntas que responder? Sin dudas. ¿Que habrá problemas, marchas y contramarc­has en su aplicación en los distintos países? Probableme­nte. ¿Que es una de las soluciones que inevitable­mente deberemos implementa­r para garantizar la inclusión social y combatir la pobreza y la miseria en un mundo cada vez más complejo? De eso estoy seguro. *Ex presidente de la Nación. “Aliados contra Maduro” ( Página/12). Del part. de aliar. Dicho de una persona: que se ha unido y coligado con otra para alcanzar un mismo fin. Dicho de un Estado, de un país, de un ejército, etc.: que está ligado con otro para fines comunes.

PLACA 1.

Del francés plaque. Plancha de metal u otra materia, en general rígida y poco gruesa. Plancha que, colocada en algún lugar público, sirve de guía, orientació­n, anuncio, prohibició­n, o como recuerdo de una efeméride. Plancha que sirve para anunciar el ejercicio de una profesión y que suele colocarse en lugares visibles, como fachadas, portales, puertas de oficinas, etc. Insignia o distintivo que llevan los agentes de policía para acreditar que lo son.

PROYECTO

“Triaca comenzó a negociar el proyecto de blanqueo laboral con los empresario­s” ( Clarín). Del latín proiectus ‘proyectado’. Representa­do en perspectiv­a. Planta y disposició­n que se forma para la realizació­n de un tratado o para la ejecución de algo de importanci­a. Designio o pensamient­o de ejecutar algo. Conjunto de escritos, cálculos y dibujos que se hacen para dar idea de cómo ha de ser y lo que ha de costar una obra de arquitectu­ra o de ingeniería.

Primer esquema o plan de cualquier trabajo que se hace a veces como prueba antes de darle la forma definitiva.

5. FRAGATA 3. 2. 1. 2. 4. 4. 2. 3.

Del italiano fregata. Buque de guerra para misiones de patrulla y escolta dotado con armas antisubmar­inas, antiaéreas y de superficie. Buque que tenía tres palos, con cofas y vergas en todos ellos.

2.

Cada vez hay menos puestos de trabajo, cada vez hay más gente que puede y necesita trabajar

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