Cuando el amor llega y quiebra la soledad
Las expectativas acerca de La puerta de al lado eran altas. Prometía ser una comedia lúcida y divertida, escrita por Fabrice Roger Lacan, nieto del célebre psicoanalista Jacques Lacan, pero las mismas no se cumplieron del todo. Con la versión de Fernando Masllorens y Federico González del Pino, producción de Pablo Kompel y Gustavo Yankelevich, llegó a la sala Pablo Neruda de La Plaza. La obra nos presenta a dos vecinos que viven en un edificio de clase media-alta. Por un lado está ella (Jorgelina Aruzzi), una psicóloga estructurada y obsesiva que le dedica poco tiempo al ocio y que disfruta de quedarse en su casa leyendo un libro y tomando una copa de vino. Por el otro lado, está él (Peto Menahem), quien vive en el departamento de enfrente y lleva una vida social muy activa mientras trabaja de gerente de marketing en una empresa.
Ambos se encuentran solteros y, sin buscarlo, comienzan a frecuentarse a la salida del ascensor, en el hall y otros lugares comunes del edificio. Ambos están solos, rondan los cuarenta, la soledad les pesa pero llevan vidas ocupadas y disímiles. Las interacciones de los dos están bien jugadas. Peto Menahem está muy preciso y logra una buena conexión con el público. En tanto Jorgelina Aruzzi hace una actuación sorprendente y por momentos un tanto sobreactuada. La obra busca entretener y reflexionar sobre la soledad en un mundo hiperconectado, pero ni una cosa ni la otra se logran en su totalidad. Reflexionamos y nos reímos, sí, hasta ahí. La puesta en escena es buena y está bien resuelta. La escenografía de Alberto Negrin es versátil y logra resolver con éxito la existencia de cada uno de los ambientes necesarios, los cuales se lucen gracias a la buena iluminación de Eli Sirlin.
El vestuario de Cecilia Zuvialde es acer tado y habla por los personajes casi tanto como hablan ellos en escena, que es mucho. La dirección de la obra es de Ciro Zorzoli, un hombre que suele dirigir éxitos teatrales de renombre y que se adapta con naturalidad a todo tipo de textos para darle su toque final. Sin embargo, en esta oportunidad, se notan algunos desajustes. Habrá que darle el beneficio del tiempo, que todo lo perfecciona cuando en la taquilla se ha convertido en éxito. La puerta de al lado cumple con el objetivo de pasar un rato de distensión y disfrutar de una historia que demuestra que los opuestos siempre se atraen. Y tal vez algo más sencillo: que el amor puede aparecer sin siquiera buscarlo o deserarlo.