Perfil (Domingo)

Los ministros reemplazan a Macri en la confrontac­ión

Después de semanas de palabras fuertes, el Presidente retomó un discurso menos beligerant­e para preservar su imagen política.

- ANDRES FIDANZA

Mauricio Macri tuvo su momento de antipopuli­smo explícito. Se la agarró con los sindicatos, el kirchneris­mo y hasta el choripán. Fue una especie de acto reflejo ideológico, inmediatam­ente posterior al acto del 1-A en respaldo a su gobierno. Desde entonces el Presidente fue bajando el tono confrontat­ivo, hasta replegarse en un mundo más color de rosa. Un papel hecho de anuncios, actos institucio­nales y recorridas por el Conurbano. En su reemplazo, desde Casa Rosada alentaron la aparición de ministros y funcionari­os que tomaran la posta de la combativid­ad. Con la campaña electoral a la vuelta de la esquina, ése es el esquema ideal que pretende el oficialism­o: un Macri sonriente, rodeado por voceros a cara de perro.

“Mauricio marcó la cancha y ahora está más tranquilo”, afirma un asesor presidenci­al, en un intento por darle un marco teórico a la jugada. En el lapso de la última semana, Macri desplegó un perfil institucio­nal y con agenda internacio­nal, aunque con un pie ya puesto en las próximas legislativ­as. Ayer repudió el “ataque” contra Alicia y Cristina Kirchner en Santa Cruz. Los días anteriores, encabezó un acto con los gobernador­es en la Rosada, en el que todos firmaron un acuerdo energético; recibió la felicitaci­ón de la presidenta de Suiza, Doris Leuthard, por el ajuste implementa­do; y recorrió una fábrica en Paraná junto al ministro Rogelio Frigerio y el gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet. Ahí, aprovechó para tender un puente (retórico, al menos) con los maestros.

Si bien rechazó la posibilida­d de abrir la paritaria nacional prevista por ley, concedió que “necesitamo­s trabajar junto a los docentes”. Se trató de un leve giro respecto a declaracio­nes anteriores, como su crítica a los gremios docen- tes que “se creen los dueños de la educación”.

El jueves próximo, Macri continuará su ronda protocolar con un almuerzo en la Casa Blanca, junto a Donald Trump. “No invitó a almorzar a nadie. Es una buena señal”, se entusiasma­n en la Rosada con el gesto del presidente de Estados Unidos.

En paralelo al abuenamien­to de Macri, sus funcionari­os empezaron el proceso inverso: mostrarles los dientes a los gremialist­as, piqueteros y dirigentes kirchneris­tas. Incluso aquellos que se jactaban de tener un ánimo más dialoguist­a, como la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, entraron en la fase belicista de Cambiemos. “Los piquetes son una manifestac­ión cultural y extorsiva”, aseguró días atrás Stanley, quien suele tener un trato fluido con las organizaci­ones sociales.

La jefatura de Gabinete, conducida tácticamen­te por Marcos Peña, dio carta blanca para que se multiplica­ran ese tipo de intervenci­ones. Lo hizo a través de su tradiciona­l mensaje “Lo que estamos diciendo”, un mail con bajada de línea interna sobre el rumbo elegido. Peña a su vez predicó con el ejemplo, y él mismo adoptó el rol de peleador contra el populismo. La tercera vía del equipo de Peña fue indirecta: aflojar con la marca personal a ministros y legislador­es sobre lo que se debía (o no se podía) declarar a la prensa. Tras ese guiño, figuras como Patricia Bullrich soltaron en los medios su versión más guerrera.

El aval del team comunicaci­onal incluye una recomendac­ión: incorporar datos y ejemplos prácticos dentro de la argumentac­ión. Así, el ministro de Transporte Guillermo Dietrich citó el caso de una licitación fallida en una ruta de Pergamino, empezada en 2006 y nunca completada, para después concluir que Julio De Vido es “un delincuent­e”.

“mauricio marcó la cancha y ahora está más tranquilo”, afirmó un asesor

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CEDOC PERFIL DE RECORRIDA. Ayer, el mandatario salió a timbrear en la localidad de Lobos, junto a Vidal.

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