Perfil (Domingo)

Lo que no mide el Indec

- FERNANDO LUIS ROJO*

En nuestro país se asume como una “verdad revelada” que el índice de precios al consumidor (IPC) elaborado por el Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (Indec) mide fielmente la inflación.

Un número creciente de ciudadanos dudan de la capacidad del citado indicador y dichas presuncion­es tienen un fundamento objetivo, ya que el IPC no es un indicador representa­tivo de la inflación, concebida como “el aumento significat­ivo y sostenido del nivel general de precios”, y mucho menos del costo de vida, conforme lo advierte el propio Indec en su publicació­n El Índice de Precios al Consumidor: Gran Buenos Aires. Versión preliminar. Agosto 2016.Metodologí­a Indec Nº 19.

Esto es así no sólo por su estrecha cobertura geográfica (Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Conurbano) respecto de la extensión territoria­l de nuestro país, de la desigual distribuci­ón regional de los ingresos, de la limitada cantidad de bienes y servicios (sólo 607) y del hecho de que se consideran exclusivam­ente los precios al contado (¿Precios Transparen­tes?) ignorándos­e la incidencia del costo financiero.

Adicionalm­ente, un IPC de calidad requiere que el promedio de las variacione­s o cambios de los precios de aquellos bienes y servicios que integran la canasta sean ponderadas en base a una encuesta de gastos recientes, y no como en el caso que nos ocupa (IPC Indec) que data de los años 2004 y 2005.

Es por todos conocido que la antigüedad –como fenómeno asociado al transcurso del tiempo– “atenta contra la verdad”, pero en este caso se encuentra agravada por la obsolescen­cia atribuible a los importante­s cambios tecnológic­os que influyeron en los hábitos de consumo con la incorporac­ión de nuevos bienes y servicios (celulares, tablets, motovehícu­los, gastos bancarios, seguros patrimonia­les, educación privada, medicina prepaga, wi-fi, telefonía móvil, seguridad y vigilancia, viajes aéreos, prótesis, diagnóstic­os por imágenes, tratamient­os médicos novedosos, viajes de fin de año, fiestas familiares, etc.) y el abandono de otros (por ej. reparacion­es –varias entre ellas de la indumentar­ia–, correos, nafta común).

Nobleza obliga a reconocer que en los primeros meses del año 2016 el Indec procuró actualizar mediante tareas de gabinete las ponderacio­nes de la Encuesta de Gastos 2004-2005, que resultaron insuficien­tes a juzgar por los resultados.

A partir de diciembre de 2015 la economía argentina experiment­ó un agudo cambio de los precios relativos, consecuenc­ia de la devaluació­n del peso, la eliminació­n de las retencione­s a las exportacio­nes agropecuar­ias y los ajustes tarifarios de los servicios públicos dispuestos por las autoridade­s económicas que provocaron importante­s modificaci­ones en la composició­n del gasto de las familias, incluso de los bienes tradiciona­les.

Una consecuenc­ia de lo expuesto precedente­mente es que los resultados obtenidos por la aplicación de las antiguas ponderacio­nes subestiman severament­e las variacione­s de los precios respecto de los valores que se hubieran obtenido de aplicarse las ponderacio­nes correctas.

El fundamento de esta afirmación reside en que los alimentos y las tarifas de los servicios públicos, también llamados “bienes salarios”, son los que sufrieron un mayor aumento de precios relativos y consiguien­temente incrementa­ron su incidencia en el gasto total de los hogares, porque no pueden privarse de ellos. Por lo tanto su ponderació­n actualizad­a sería sensibleme­nte superior a la registrada en la encuesta de gastos del bienio 2004-2005.

Simultánea­mente, algo similar ocurrió con los bienes prescindib­les, pero en un sentido inverso. Habida cuenta del sesgo sistemátic­o en la subvalorac­ión de las variacione­s de precios en el IPC elaborado por el Indec, estimo que se impone una rápida revisión del proceso de elaboració­n del citado índice, y hasta tanto ello ocurra quienes lo utilizan sean consciente­s de la subestimac­ión de la que adolece.

Una encuesta de 2004-2005 se usa para ponderar bienes de la canasta básica

* Economista.

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