Hundir a la cgt es una política que dará resultados nefastos
El autor cuenta la historia de las luchas gremiales en nuestro país y cómo el movimiento obrero se opuso a las dictaduras y funcionó como un equilibrio en tiempos de grietas. Romperlo sería, a su juicio, atentar contra uno de los pilares de una democracia que necesita reforzarse.
Tal vez porque no puedo sustraerme de la formación profesional que asumí desde niño y de mi vocación por el conocimiento de la historia, en estos días vinieron a mi mente esas fatídicas palabras lanzadas por la piratería colonialista, hace casi 35 años: “Hundan al Belgrano”; una clara expresión del autoritarismo más primitivo, que cree que con una orden contundente se puede resolver un grave conflicto político).
Hay quienes quieren reeditar una versión doméstica de esa actitud. Desde despachos oficiales, call centers de “trolls” y usinas ideológicas de todo calibre, se busca presentar al sindicalismo y a la CGT como el centro de todos los males de nuestra maltrecha Argentina. Se pretende resolver la cuestión haciendo desaparecer al movimiento obrero de un plumazo, o algo peor, reemplazar a sus dirigentes por personeros domesticados que no “pongan palos en la rueda” de una supuesta marcha hacia el desarrollo, la “pobreza cero” y la “unión de los argentinos”.
No sé si será por mis antepasados germanos, o si es por mi profesión de personal embarcado, donde la responsabilidad de conducir no admite improvisaciones, o mi adhesión al peronismo, del que aprendí que la única verdad es la realidad, o simplemente por haber crecido en una barriada de Rosario, y por lo tanto la pobreza no me es extraña; lo cierto es que algo en mí se rebela ante ese tipo de razonamientos alocados, que sólo incrementan las tensiones políticas y sociales en nuestra Patria, que por cierto ya son muchas, por no decir demasiadas. Uno creía que esas elucubraciones trasnochadas eran expresiones de un “gorilismo perimido” y que habían sido ya superadas, porque desde 1955 hasta hoy no sólo corrió mucha agua bajo los puentes, sino mucha sangre de trabajadores argentinos. Historia. Para no caer en un discurso de barricada, voy a tratar de dar a mis argumentos un marco de racionalidad histórica y política. No pretendo dármelas de “maestro Siruela”, pero como quienes apuntan contra la CGT parecen muy flojos en historia, recordemos que nuestra central