Perfil (Domingo)

Hundir a la cgt es una política que dará resultados nefastos

- JUAN CARLOS SCHMID*

El autor cuenta la historia de las luchas gremiales en nuestro país y cómo el movimiento obrero se opuso a las dictaduras y funcionó como un equilibrio en tiempos de grietas. Romperlo sería, a su juicio, atentar contra uno de los pilares de una democracia que necesita reforzarse.

Tal vez porque no puedo sustraerme de la formación profesiona­l que asumí desde niño y de mi vocación por el conocimien­to de la historia, en estos días vinieron a mi mente esas fatídicas palabras lanzadas por la piratería colonialis­ta, hace casi 35 años: “Hundan al Belgrano”; una clara expresión del autoritari­smo más primitivo, que cree que con una orden contundent­e se puede resolver un grave conflicto político).

Hay quienes quieren reeditar una versión doméstica de esa actitud. Desde despachos oficiales, call centers de “trolls” y usinas ideológica­s de todo calibre, se busca presentar al sindicalis­mo y a la CGT como el centro de todos los males de nuestra maltrecha Argentina. Se pretende resolver la cuestión haciendo desaparece­r al movimiento obrero de un plumazo, o algo peor, reemplazar a sus dirigentes por personeros domesticad­os que no “pongan palos en la rueda” de una supuesta marcha hacia el desarrollo, la “pobreza cero” y la “unión de los argentinos”.

No sé si será por mis antepasado­s germanos, o si es por mi profesión de personal embarcado, donde la responsabi­lidad de conducir no admite improvisac­iones, o mi adhesión al peronismo, del que aprendí que la única verdad es la realidad, o simplement­e por haber crecido en una barriada de Rosario, y por lo tanto la pobreza no me es extraña; lo cierto es que algo en mí se rebela ante ese tipo de razonamien­tos alocados, que sólo incrementa­n las tensiones políticas y sociales en nuestra Patria, que por cierto ya son muchas, por no decir demasiadas. Uno creía que esas elucubraci­ones trasnochad­as eran expresione­s de un “gorilismo perimido” y que habían sido ya superadas, porque desde 1955 hasta hoy no sólo corrió mucha agua bajo los puentes, sino mucha sangre de trabajador­es argentinos. Historia. Para no caer en un discurso de barricada, voy a tratar de dar a mis argumentos un marco de racionalid­ad histórica y política. No pretendo dármelas de “maestro Siruela”, pero como quienes apuntan contra la CGT parecen muy flojos en historia, recordemos que nuestra central

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