Destino del hombre del Conurbano
El lado B de Buenos Aires es el Conurbano, vale decir, el amplio cordón que conforma “el afuera”, allí donde hoy viven más de catorce millones de personas que alimentan el corazón productivo de la capital argentina. Pero el margen acrecentó su marginalidad y
Cruz de sal realiza una paciente descripción de dicho fenómeno, atado a las disonancias históricas que institucionalizaron la miseria como barrera visible, contundente, como si de un muro sin Berlín, sin nada, se tratara.
Las tres partes de esta novela respetan el sentido ejemplar de una bildungsroman y a la vez determinan su propio fracaso: el personaje está descalzo desde el principio, abandonado en la crianza a los abuelos inmigrantes, tiene un destino de errores, temores, tristeza y angustia. No quiere hijos, no quiere conformar lo que fue imposible: una familia. Su anclaje es esa casa de crianza en un amplio terreno a 40 kilómetros del centro, y esa tierra será la que vendrá por él para llevarlo al llano raso.
Aristi López desarrolla así la gran decepción respecto al crecimiento, el ascenso social o algún matiz del éxito por esfuerzo individual: un fantasma marginado vuelve por él, desde el afecto barrial, donde ya no quedan códigos ni pasado. La generalización evoca a cierto hombre común del allá lejos, especie de esclavo sin contrato ni identidad fundante. Su tiempo individual expropiado queda en el laberinto del más llano fracaso existencial, pero no al estilo de Sartre (y antes Arlt), sino en la resignación que nos es propia y conforma el otro lado B de la cultura argentina, el del olvido y la deuda. Miles de hombres y mujeres conforman tal generación sombría, que descree de la matriz política y la mediocridad festiva.