Perfil (Domingo)

Un desaire a angelici y a carrió, y un espaldaraz­o para los newman boys

- ANDRES FIDANZA

Entre 2009 y 2013, cada vez que el alcalde Mauricio Macri se disponía a cubrir la vacante del Tribunal Superior porteño, Daniel “Tano” Angelici sugería al mismo candidato: Carlos Balbín. Si bien aquel lobby fracasó, Angelici tuvo revancha en su rol de operador judicial de alto vuelo. Casi tres años más tarde, ya con Macri en la Rosada, el presidente de Boca consiguió colar al radical Balbín como Procurador del Tesoro. Un lugar al que Balbín llegó también con el apoyo de Elisa Carrió. Ahora, su reciente despido de ese puesto clave (jefatura de los abogados que defienden al Estado) encierra una serie de mensajes cruzados: un desaire velado hacia Angelici, más un espaldaraz­o hacia el sector de los Newman Boys, encabezado­s por José Torello. En la elección del reemplazan­te de Balbín, el abogado Bernardo Saravia Frías, ya influyeron los ex compañeros del colegio de Macri.

La tercera moraleja de este sainete incluye una bajada de línea sobre la necesidad de contar con funcionari­os más alineados con los intereses del Gobierno. “En ese lugar necesitába­mos un abogado, no un juez”, explica un asesor PRO.

Por encima de la autocrí- tica, la afirmación refiere al antecedent­e de Balbín como camarista. Y describe hacia adelante el perfil que el Gobierno pretende para el cargo de Procurador: alguien que tome partido, en vez de buscar equilibrio­s o puntos medios. En concreto, casi lo opuesto a lo que hizo Balbín. Y Saravia Frías cumple con esos requisitos.

Balbín, en cambio, fue cuidadoso frente al acuerdo con los Fondos Buitre, no se plegó al oficialism­o en la pulseada por los tarifazos con la Corte Suprema, y recomendó una auditoría tras el arreglo entre el Estado y el Correo Argentino. Esas decisiones le hicieron ganar la desconfian­za de Macri y su equipo de asesores: Torello, Fabián “Pepín” Rodríguez Simón y el secretario de Legal y Técnica, Pablo Clusellas. Ese grupo compite con el de Angelici desde antes de que Macri fuera Presidente.

La suerte de Balbín estaba echada desde hacía meses. Sólo faltaba encontrar el momento para concretar su salida, minimizand­o posibles escándalos y orgullos heridos. El desenlace era conocido por Balbín, su promotor Angelici, los Newman Boys y hasta por su principal defensora: Carrió.

Balbín reunía esa extraña doble condición. Lo apoyaban dos enemigos declarados de Cambiemos: Angelici y Carrió. En diciembre de 2015, días antes de que asumiera como Procurador, visitó a Lilita en su departamen­to de la avenida Santa Fe. Ahí la diputada le dio su bendición. Pero a diferencia del padrinazgo político de Angelici, el aval de Carrió se basaba en otros atributos del juez: prestigio académico, trayectori­a ética y sus aires de lord.

Cercano a Carrió, Torello fue el encargado de confirmarl­e a Lilita la renuncia del Procurador. Y esta vez, en contraste con sus desplantes previos, la diputada optó por hacer silencio.

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CEDOC PERFIL EN DICIEMBRE. Balbín junto a Peña, Torello, Garavano, “Pepín” Rodríguez y Quintana.

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