Perfil (Domingo)

CEOs vs. políticos (o La cabeza de esta gente II)

- GUSTAVO GONZáLEZ

Que Miguel del Sel haya sido diputado nacional, candidato a gobernador y, desde diciembre de 2015, embajador en Ecuador refleja bien el concepto de política que tiene el Gobierno. Ahora Del Sel declaró que dejará la diplomacia y que cuando se lo contó a Macri, éste le respondió que no había ningún problema: “Primero estás vos y después la política”.

En la era de la posmoderni­dad retro (hipermoder­nidad, diría Lipovestsk­y) suena tan razonable que el cómico sea legislador o embajador como que el hombre que maneja los destinos de un país le responda que las convenienc­ias individual­es están por encima del interés colectivo que supuestame­nte persigue la política.

Ni Macri ni Del Sel van en contra del relato validado por la mayoría. Hace un lustro, el discurso predominan­te no lo hubiera permitido, porque el kirchneris­mo construyó creencias sobre una modernidad que reivindica­ba el mito de la revolución social, corriente Louis Vuitton. Mucho más lejos de este posmomacri­smo está la máxima peronista de que “primero está la Patria, después el movimiento y por último los hombres”. Si Del Sel hubiera dicho que Macri le contestó con la frase de Perón, todos entendería­mos que se trataba de un chiste. La metodologí­a. La semana pasada decía en este espacio que la cabeza de esta gente es muy diferente a lo conocido (ver e.perfil.com/ardeestabl­ishment). Lo decía por cómo piensa un gobierno de CEOs que disputan contra otros CEOs privados, desde distintos lados del mostrador. Son la primera camada que llega al poder sin ser militares ni provenir de un partido político (el PRO no funciona así). Los conflictos que esa estructura de pensamient­o desató en una parte del establishm­ent se reproducen día a día en el vínculo con los políticos tradiciona­les.

Ernesto Sanz, factótum de Cambiemos, fue el primer político que lo entendió. Tras el triunfo electoral le aclaró a Macri que no iba a ser parte de su gabinete. Le dijo lo que dice en público, que prefería privilegia­r cuestiones fami- liares. Sólo una parte de la verdad. Sanz sabía que le sería muy difícil sumarse a una administra­ción que en lugar de ideología habla de “metodologí­a”.

Jaime Duran Barba se lo explicó en persona y lo escribió muchas veces en PERFIL: manejar un gobierno siguiendo el “instinto” de los políticos es un acto mágico que los nuevos líderes no se deben permitir, existiendo herramient­as metodológi­cas probadas. El radical no descree de esas técnicas, pero las supedita al impulso político: “Si hubiera habido encuestas, San Martín no habría cruzado los Andes. El político es el que genera encuestas, no el que depende de ellas”.

La carencia en Macri y los suyos del gen político originario es reivindica­da en el PRO como señal de pertenenci­a a un universo racionalis­ta contrapues­to al “curanderis­mo” de los políticos tradiciona­les.

Para visitar a Trump, por ejemplo, estos funcionari­os no sólo estudiaron los objetivos políticos y económicos del viaje, sino cuál sería la comunicaci­ón visual que pretendían transmitir: Macri debía sonreír con cortesía, pero no con un exceso de familiarid­ad con el estadounid­ense, concluyero­n. Comunicar y gobernar son, para ellos, conceptos inseparabl­es.

El desdén por la política tradiciona­l lleva al Presidente a dudar de continuar en el poder otro período. Esta semana, llegó a oídos de uno de los líderes parlamenta­rios del peronismo que Juliana Awada les confió a las amigas que su marido no iría a una reelección en 2019.

Derramen un litro de sangre en un acuario de tiburones y vean su reacción. Eso es lo que le produce a un peronista escuchar algo así. Empresa vs. Estado. Antes de visitar a Trump (su ex socio, santo patrono de los CEOs y la antipolíti­ca), Macri criticó a quienes usan al Estado como “aguantader­o de la política”: “El Estado es un lugar que tiene que convocar a partir del concurso público, privilegia­ndo el prestigio, la capacitaci­ón y el esfuerzo”. A PRO intentara resolver el déficit público con incremento­s de tarifas superiores al 500%, en medio de la recesión y la inflación: “Es correcto que una empresa no sobrevivir­ía con pérdidas recurrente­s, pero los Estados, sí”. Máquina de hacer dinero mediante.

En el Estado de los políticos, incluyendo en él a los políticos del oficialism­o, puede haber gente cuya necesidad de trabajar sea más importante que la necesidad del Estado de contratarl­os.

Profundiza­ndo más, las diferencia­s se tornan casi indecibles. Los políticos tradiciona­les dicen que sus partidos no se mantendría­n sólo con el aporte del Estado en función en Olivos. Unico día de “trasnochad­a”. Un gobierno sin cenas políticas. ningún empresario se le ocurriría contratar a alguien sólo para que reciba un salario a fin de mes. Es cierto que hay margen para la beneficenc­ia, pero es excepciona­l y en cualquier caso sirve para desgravar impuestos.

En cambio, los políticos tradiciona­les, peronistas y radicales, están convencido­s de que Estado y empresa no se deben manejar igual. Para ellos, la confusión de trasladar el instinto empresario a la gestión pública hizo que el de los votos obtenidos. “Jamás robó para él”, es una afirmación que en boca de ciertos políticos significa un elogio al colega que usó al Estado para mantener su estructura política y no para enriquecer­se.

Quienes piensan así creen que hay una sociedad hipócrita que habla de democracia, pero no acepta que el Estado financie sus estructura­s partidaria­s: “La sociedad igual termina pagando, pero por izquierda”. En Tribunales se lo llama delito, pero es la forma en que se financia la política.

Los funcionari­os del macrismo puro aborrecen de ese razonamien­to y afirman que el trabajo de los políticos no debe ser mantenido desde el Estado y menos mediante funcionari­os corruptos.

No se trata de un debate abstracto, son discusione­s cotidianas en un gobierno en el que conviven CEOs con políticos que creen que los “socios fundadores” piensan eso porque tienen fortunas personales o cuentan con apoyo empresaria­l.

Uno de los CEOs gobernante­s sostiene: “Nadie sobrevive si gasta lo que no tiene, si da trabajo no productivo o si para convencer a otro de que aplique políticas beneficios­as para el conjunto, debe darle dinero”.

Uno de los políticos gobernante­s responde: “A veces el costo que pagamos por llevar al extremo esa lógica es alto en términos sociales”. Intimidad de CEOs. El estilo de esta gente hasta cambió horarios de redaccione­s. Antes, los funcionari­os de gobiernos radicales y peronistas llegaban tarde a sus despachos y sus jornadas terminaban con actos y cenas de trabajo y de política. Y los periodista­s los seguían para recolectar informació­n.

Hoy casi no hay cenas de trabajo y menos de política. El centro de las noticias ocurre de día. A la noche, los funcionari­os arman salidas con amigos y parejas. Y los que tienen hijos pequeños van a cenar con ellos antes de que se duerman.

Hay un solo día de trasnoche: los miércoles, en Olivos. Iván Pavlovsky, vocero de Macri, convoca por Whatsapp “hoy fútbol 19:45” y a las 20 están jugando. Dos equipos de 10 en cancha de césped. Uno, capitanead­o por Marcos Peña y en el que ingresa unos minutos el Presidente. En el otro, funcionari­os que sueñan con jugar algún día en el equipo principal. Se destacan los goles de Peña y del intendente Jesús Méndez, el oficio defensivo de Jorge Grecco y la habilidad de Fernando de Andreis y Hernán Illia Iglesias.

Juegan dos tiempos de 40 minutos y antes de las 22 están comiendo asado. La mayoría se va una hora después.

No es una reunión de amigos, es como el divertimen­to semanal de compañeros de cualquier empresa, con relaciones de poder que se respetan dentro de la cancha y cierto lobby de otros empleados para ser invitados a esos partidos.

Por su lado, y aunque los celulares no descansen, los fines de semana suelen ser sagrados. Igual que las vacaciones.

El resto del tiempo se dedican a gobernar esta difícil empresa.

Sanz no iba a integrar un equipo que no habla de ideología sino de metodologí­a

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CEDOC PERFIL MIERCOLES 19.45
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