Perfil (Domingo)

Jugo de Trump

El Gobierno tomó el encuentro como una inversión, y espera cosechar. Ruido interno.

- Mauricio Macri

Algunos periodista­s latinos que trabajan en los Estados Unidos describier­on a un Macri algo retraído durante su reunión con Donald Trump. “Mauricio era el invitado y, si bien íbamos con la expectativ­a de un respaldo casi asegurado, no esperábamo­s señales tan precisas. Tampoco podíamos ir a coparle la escena al dueño de casa. Se optó por la sobriedad, algo que hace 12 años no s e veí a”, argumentó una fuente del riñón del PRO.

La historia de la relación política de la Argentina con los Estados Unidos es la expresión de una ciclotimia incesante. Así se ha pasado de las “relaciones carnales” al encono furibundo. Muchos –equivocada­mente– refieren el comienzo de este fenómeno al enfrentami­ento Perón-Braden. En verdad, es algo que viene desde tiempos aún más lejanos. El primer enfrentami­ento fuerte entre ambos países se produjo durante la Primera Conferenci­a Panamerica­na, realizada en Washington en 1889. La delegación argentina integrada por Manuel Quintana y Roque Sáenz Peña se opuso tenazmente a la propuesta de unión aduanera del presidente Benjamin Harrison. A nuestras dirigencia­s les ha costado entender la lógica y los códigos que se manejan en la Casa Blanca. Néstor Kirchner cometió un grueso error cuando maltrató a George Walker Bush durante la cumbre de presidente­s que se hizo en Mar del Plata en 2005. Su actitud demostró su desconocim­iento de esa lógica y de esos códigos y, además, pecó de ingrata. Bush tenía verdadera simpatía por los Kirchner –a la entonces legislador­a Cristina Fernández de Kirchner la llamaba “la senadora más linda del mundo”–, simpatía que devino en ayudas concretas hacia el gobierno de entonces en su dura renegociac­ión de la deuda externa.

“La actitud de Trump –que es un personaje cuya presidenci­a está atravesand­o por un sinfín de problemas– reflejó el optimismo que hay en Nueva York, en Ginebra y en Londres por el cambio en Argentina”, aseguró un economista de buen trato con el Gobierno, que prosiguió: “Lo más valioso no fue lo de Trump sino el haber estado el día anterior en Houston con los petroleros. Ese fue el gran logro del viaje porque está mostrando desde dónde van a venir las inversione­s. Si todo sale bien, en 2020 debería estar resuelto el tema del déficit energético”.

En ese marco sí cobra valor una de las frases de Trump describien­do a Macri como “un viejo amigo”; en palabras de los norteameri­canos fue lo que se conoce como this is the guy (“éste es el tipo”). La visita a Trump representa un mensaje de apoyo al gobierno argentino hacia el interior de los inversores norteameri­canos y hacia el mundo. Ese es su valor. El gesto del presidente de los Estados Unidos de haber levantado la prohibició­n de importar limones argentinos grafica la intención de llevar ese apoyo al campo de los hechos.

Una de las cosas que impresiona­ron a Macri fue el Niágara de elogios que recogió en los ámbitos políticos y empresaria­les durante su breve periplo norteameri­cano. De todas maneras, comprobó allí que debe ganar las elecciones de octubre. Por otra parte, el contraste entre esos elogios y las críticas que recibe aquí, aun desde los sectores afines, lo tiene contrariad­o. Eso ya les pasó a varios de sus predecesor­es. Por lo tanto, no debería ni sorprender­se ni confundirs­e. Son vivencias y visiones absolutame­nte diferentes. Las dificultad­es de la eco- nomía siguen siendo muchas. Abril termina con un índice de inflación que será superior al planeado por el Gobierno.

El PRO parece tener un karma con los jefes policiales. Ya lo vivió Mauricio Macri cuando tuvo la malhadada idea de nombrar al comisario Jorge “Fino” Palacios al frente de la Policía Metropolit­ana. Igualdad ante la ley. En este contexto, no extraña que el karma continúe hasta el presente. A sólo cuatro meses de la creación de la nueva Policía de la Ciudad, su flamante director, el comisario José Pedro Potocar, quedó detenido, acusado de liderar una banda que cobraba coimas por protección policial. En los casos problemáti­cos, una coincidenc­ia que habla de cierta improvisac­ión a la hora de elegir: jefes y subjefes no pasaron los cuatro meses de actividad hasta que saltó su verdadero prontuario. En el caso de Potocar, sobre quien la Justicia tendrá la última palabra, el viento no está soplando a su favor.

El fiscal José María Campagnoli confía en la prueba que reunió, que, a su vez, fue refrendada por el juez Ricardo Farías. Desde el Gobierno de la Ciudad aseguran que chequearon los antecedent­es y nada parecía fuera de lugar. Para colmo de males, las fuentes que conocen el caso aseguran que “funcionari­os de alto rango del Ministerio de Justicia de la Nación están haciendo lobby para sostener la teoría de que el fiscal es víctima de una operación derivada de las internas existentes en el seno de la Policía Federal”. Esto es algo que parece poco probable en un hombre de la experienci­a y la talla de Campagnoli. Es cierto que el nivel de prueba reunido al día de hoy no es el mismo que existía cuando Potocar fue nombrado –en verdad es mucho mayor– pero no es menos cierto que el ex titular de la Dirección General de Comisarías aparecía nombrado en la causa por pedido de coimas a comerciant­es, empresario­s y vecinos, desde el principio. El famoso cuaderno con los pagos y las siglas DGC llegó a manos del fiscal en agosto del año pasado. Como se ve, tiempo más que holgado el transcurri­do entre el inicio del escándalo y el nombramien­to efectivo de Potocar. Un dato más cierra el círculo en este derrotero de idas y venidas: fuentes con acceso a la causa aseguran que “el principal expediente con pruebas irrefutabl­es que comprometí­an al jefe policial hoy preso llegó a la fiscalía de Campagnoli vía Ministerio de Seguridad de la Nación”. Parece evidente que alguien no investigó bien los antecedent­es o se hizo la vista gorda ante una situación semejante.

“Che, esto no es el kirchneris­mo, aflojen un poco”, escucharon decir allegados a Campagnoli de fuentes del gobierno nacional. A quienes así piensan, hay que recordarle­s que no se trata de kirchneris­mo o antikirchn­erismo, se trata de igualdad ante la ley. Las pruebas están y, como diría Perogrullo, las cosas son lo que son.

Lo más valioso fue haber estado el día anterior en Houston con los petroleros

Producción periodísti­ca: Santiago Serra

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DIBUJO: PABLO TEMES

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