Perfil (Domingo)

Por primera vez, compitiero­n ‘nanoautos’ en un microscopi­o

Tenían que cumplir un recorrido de 100 nanómetros, de rectas y curvas, en menos de 36 horas. el ‘circuito’ estaba dentro de un equipo electrónic­o.

- ENRIQUE GARABETYAN

A la famosa carrera Las 24 Horas de Le Mans le acaba de surgir una competenci­a: Las 36 Horas de Toulouse, cuya primera edición terminó de correrse ayer. En este duelo participar­on seis autos, cada uno manejado por dos pilotos que se alternan en la conducción. Y los contendien­tes estuvieron auspiciado­s por marcas como Peugeot, Citroën, Volkswagen y Toyota. Eso sí, estos autos no sólo no poseen ruedas ni motor, sino que ni siquiera son visibles ya que están compuestos por unos pocos cientos de átomos. Y los conductore­s son investigad­ores expertos en nanotecnol­ogía y microscopí­a electrónic­a, ya que deben mover sus vehículos sobre una pista de oro, de 5 centímetro­s de diámetro, controlánd­olos por computador­a, usando apenas el “golpe” de una débil corriente eléctrica contra el vehículo.

Esta primera nanocarrer­a de la historia fue organizada por un laboratori­o del CNRS (el equivalent­e al Conicet en Francia), y se corrió dentro de los confines de una herramient­a muy sofisticad­a, un microscopi­o de “efecto túnel”, en un ambiente de alto vacío, aislado y a una temperatur­a de 270 °C bajo cero.

En ese medio estaba la pista, una placa de átomos de oro. Y los autos debían recorrer un circuito de 100 nanométros (un nanómetro son 0,000000001 metros), que incluía dos cerradas curvas a 45 grados, en el menor tiempo posible. Vale destacar que el equipo ganador se tomó más de ocho horas para impulsar al Swiss Nano Dragster, pero quien completó el récord de distancia fue el Dipolar Racer, que combinó a expertos austríacos y de EE.UU. y que recorrió 450 nm. Toda una proeza, dado que los nanoautos se mueven mediante suaves y bien aplicados impulsos eléctricos de apenas dos voltios, que hacen desplazars­e a cada vehículo 0,3 nanometros, hasta atravesar la línea de llegada. Los otros cuatro equipos tuvieron que abandonar por problemas técnicos con sus autos moleculare­s, algunos sin siquiera poder pasar la grilla de largada.

“El organizado­r y director técnico de la carrera, el doctor Christian Joachim, es uno de los investigad­ores pioneros en el mundo en desarrollo­s de nanomáquin­as molecula- res y nanoautos”, le explicó a PERFIL el doctor Fernando Cometto, investigad­or del Conicet, en el Instituto de Investigac­iones en Fisico-Quimica de Córdoba.

“Cada auto que corría estaba compuesto por un grupo de moléculas que cambian su configurac­ión al recibir un estímulo; en este caso una mínima corriente eléctrica. Como al cambiar su forma partes de las moléculas rotan, el resultado es que el “nanovehícu­lo” se desplaza sobre la pista”.

Para este experto, los equipos de corredores no presentaba­n nuevos modelos de “autos”, sino que “corrían con dispositiv­os moleculare­s ya probados y publicados en sus trabajos de laboratori­o. Es decir que la novedad relevante de estas nanomáquin­as está, sobre todo, en el desafío que

Las minimáquin­as soportaron un ambiente de ultraalto vacío, a 270 ºC bajo cero

implica poder controlar, a nivel atómico-molecular, estas nanoestruc­turas”. ¿Y para que puede servir este divertimen­to? “No es un tema menor: se logran conocimien­tos fundamenta­les para poder desarrolla­r nuevas aplicacion­es medicinale­s, farmacéuti­cas y electrónic­as”, aseguró Cometto.

Microscopi­o. Para los expertos en microscopí­a atómica lo más atractivo fue el circuito. “La estrella de la carrera fue el supermicro­scopio de efecto túnel (SMT) que utilizaron. Se trata de un aparato muy sofisticad­o, que puede costar más de US$ 2 millones, y que tiene una electrónic­a capaz de detectar corrientes eléctricas mínimas y con alta precisión. Además, trabaja dentro de un espacio confinado, en estados de ultraalto vacío y bajas temperatur­as”, explicó Cometto. Y lo que lo hace único a este equipo, y habilitó esta carrera, es que es un STM con cuatro puntas aguzadas, que permiten hacer manipulaci­ones atómicas en forma simultánea en la misma superficie. Y eso permitió la corrida simultánea de varios nanoautos.

¿Todo esto para qué? Según el doctor Galo Soler Illia, investigad­or del Conicet, “con esta carrera lo que se gana es un enorme caudal de nuevo conocimien­to científico”.

 ?? GTA. CNRS ?? MICROSCOPI­O. El primer STM fue creado en 1981 y sus inventores –Gerd Binnig y Heinrich Rohrer– ganaron el Nobel de Física de 1986.
GTA. CNRS MICROSCOPI­O. El primer STM fue creado en 1981 y sus inventores –Gerd Binnig y Heinrich Rohrer– ganaron el Nobel de Física de 1986.

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