Zona Urondo
Urondo se apropia de la concepción del arte como un tipo particular de comunicación que, dice, “compromete lo más importante del individuo y de su comunidad” y retoma las críticas a la industria cultural (…), pero a la vez cuestiona el conformismo y el aislamiento de los intelectuales y señala que las transformaciones culturales implican también una tarea política. El poeta de su época, dice (…), se sitúa con mayor claridad que sus antecesores en los problemas de su tiempo (…).
Con ese punto de partida construye una reflexión sobre la poesía que apunta tanto al problema del lenguaje y de las formas como al lugar del poeta en la sociedad y a su relación con la política. El artículo que le dedica a Javier Heraud y que provoca una ruptura en el grupo editor de Zona de la Poesía Americana sitúa un punto de inflexión en su indagación de las conexiones entre los movimientos de vanguardia en literatura y la acción revolucionaria. El valor de los textos de Heraud, dice, no surge de las circunstancias que rodearon la muerte del autor, pero esos hechos tampoco pueden soslayarse porque hablan de la época e interpelan a los escritores. Urondo une ambos términos en su propia poética, que enuncia remitiéndose a la etimología del término: “Poética en griego quiere decir acción, en este sentido no creo que haya demasiadas diferenciaciones entre la poesía y la política”. Es significativo el contexto en que hace esa declaración, una entrevista que le hacen en la cárcel de Villa Devoto dedicada a la masacre de Trelew. Articular poesía y política, además, significa plantear otra forma del trabajo intelectual, opuesta a la teorización desvinculada de sus condicionamientos sociales y efectos ideológicos.