Perfil (Domingo)

Radiografí­a de la eterna crisis láctea detrás de Sancor

Más allá del caso de la cooperativ­a, en la última década desapareci­eron tambos, las industrias debieron buscar socios y el consumo se redujo. el rol del estado.

- JAIRO STRACCIA

“Argentina, ¿crisis lechera en un país de vacas?”, titulaba un informe de la BBC en 2011, en el que narraba con sorpresa los problemas del sector en un país que hizo de la cadena de producción láctea parte de su cultura: los chicos cantan en los colegios “tengo una vaca lechera”; la publicidad consagró los avisos del histórico locutor Pancho Ibáñez recorriend­o cañerías de la mayor fábrica, La Serenísima, y los supermerca­dos tienen góndolas con mil variedades de leches, quesos y yogures.

Seis años después de aquella nota, el título podría repetirse y ampliarse. Entre 1995 y 2015 desapareci­eron 10 mil tambos por la expansión de la soja y precios de la leche que hacían inviable el negocio. Y cuando en 2016 se pasó de pagar el litro $ 2,50 a más de $ 5, las inundacion­es en buena parte de las provincias productora­s como Córdoba y Santa Fe otra vez obligaron a vender vacas como forma de subsistir. Hoy, según estudios privados, del precio final de un sachet de leche, que ronda los $ 18 a $ 25 en marcas líderes, el tambo se lleva un 22% o 24%.

Con precios controlado­s, costos en alza y poco estímulo para exportar (había retencione­s a los lácteos del 5% al 15%, según el momento), la industrial­ización de la leche también la pasó mal, con posibilida­des de reacción diferentes según el tamaño y la posición de las empresas. El 70% de la leche es procesado por una decena de empresas, mayormente nucleadas en el Centro de Industrial­es Lecheros (CIL). Allí están La Serenísima, Sancor, Milkaut, Williner y Saputo, entre otras. La Serenísima, de la familia Mastellone, debió sumar a Arcor como accionista, luego de venderle parte de su negocio a Danone. Sancor, antes de la última crisis, ya le había cedido el segmento de yogures a Vicentín. El 30% restante lo procesan 400 pymes agrupadas en Apymel. A la salida de la fábrica, el sachet ya ronda los $ 10 u $ 11, es decir que el procesamie­nto se lleva un 25% o 26% del valor total, “y en algunos casos ponemos la logística y hasta el repositor en el supermerca­do”, dice Pablo Villanos, de Apymel.

Hay países con precios sostén para tambos; santa Fe hará un “mercado de liniers” lácteo

Góndola. Según quién lo diga, la cadena de comerciali­zación y venta minorista se puede llevar de un 25% a un 40% del precio total, aunque también hay que decir que en todos los tramos se acumula un 15% de impuestos, entre Ingresos Brutos e IVA principalm­ente. En 2016, el consumo de lácteos en la Argentina bajó de 220 litros por año por habitante a 200, impacto que completó una tormenta perfecta tras una década al límite en la que sólo una empresa tuvo un trato especial, por lo bueno y por lo malo: Sancor. Consiguió un acuerdo con Venezuela para exportarle leche en polvo a US$ 4 mil la tonelada, que mantuvo cuando bajó el precio internacio­nal. “Pero el kirchneris­mo le impedía reducir costos fijos y además pagaba la leche más cara que el resto”, recuerda Pedro Morini, subsecreta­rio de Lechería de Santa Fe.

El gobierno de Cambiemos y la industria dicen que también hubo beneficios excesivos para los trabajador­es que representa el gremio de Atilra: desde horas extras que se pagan al 150% hasta el “aporte solidario” fijado en 2009 para financiar a la obra social cuando incorporó monotribut­istas, y ahora se bajará de $ 4.200 a unos $ 1.500 o menos según el caso, como antesala a una negociació­n total del convenio colectivo del rubro. Qué hacer. En la cadena de la leche mandan las cooperativ­as: desde Fonterra, el gigante neozelandé­s que lidera el negocio en el mundo, hasta la vecina Conaprole. En la Argentina, en 1939 nació Sancor, la cooperativ­a que “hoy tiene una marca tan valiosa como Ford”, dice Morini, y que saldrá a buscar un socio internacio­nal.

Pero como siempre que haya una vaca habrá que producir leche, más allá de que haya o no demanda, es clave cómo se regula el mercado para evitar que se hundan o disparen los precios: o se estimula la exportació­n de cada litro que no se consuma en el mercado interno o, como en Estados Unidos, puede ser el Estado el que haga compras para sostener el valor, o como en Canadá, que un comité fije un valor de referencia. Santa Fe, por su lado, está armando un “mercado de Liniers” de la leche. En la mesa que formaron la Jefatura de Gabinete, el Ministerio de Producción y Agroindust­ria, aún no se definió cuál será el rumbo. El foco por ahora es la reforma laboral.

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FOTOS: CEDOC PERFIL tambos dejaron de producir entre 1995 y 2015. millones de litros se procesarán este año. cayó el consumo de lácteos en las familias en 2016. CON HISTORIA. La vaca del tambo, protagonis­ta de la educación. Avisos históricos de La Serenísima. Variedad de...
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Fuente: FADA (Fundación Agropecuar­ia para el DDesarroll­o de Argentina. Datos a febrero-marzo 2017.201
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