Perfil (Domingo)

Los muertos que vos matáis gozan de buena salud

- DIEGO ANDRES GUEVARA FLETCHER* Y EDUARDO RIVAS**

Colombia se ufana de ser una de las democracia­s más sólidas de Latinoamér­ica. En el siglo XIX y en el XX, a pesar de las escaramuza­s propias de las “banana republic”, los ruidos de sables –léase dictaduras militares o golpes de Estado entre diferentes fracciones de poder– estuvieron más bien ausentes.

Lo anterior no significa que no existan lunares en su estructura democrátic­a. Es bien sabido que en la época denominada “de la “violencia”, entre los años 40 y 60, que se inicia con el magnicidio del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán en abril de 1948, la democracia colombiana parece ser poco tolerante con la participac­ión política de distintas aristas ideológica­s.

En ese mismo período, el conflicto armado entre los partidos Liberal y Conservado­r dejó miles de víctimas, desplazado­s forzados y un país dividido entre ambas fracciones.

Sin embargo, los magnicidio­s políticos siguen perpetuánd­ose a lo largo del siglo XX hasta nuestros días. Sin ser exhaustivo­s en la historia, los magnicidio­s de Luis Carlos Galán Sarmiento en agosto de 1989, el ex candidato presidenci­al A lvaro Gómez Hurtado en 1995, además de ministros, concejales, alcaldes y gobernador­es, que integraría­n una lista más amplia de lo que nos permiten escribir en este artículo. Estos son temas de preocupaci­ón y de repudio nacional e internacio­nal. Quizá lo que muy pocos saben es que en esta espiral de violencia contra la democracia debemos mencionar el exterminio de la totalidad de los líderes de un partido político: la UP ( Unión Patriótica), que emergió a través del proceso de paz de varios movimiento­s guerriller­os en 1985. La lista también sería interminab­le, pero se calcula en alrededor de 3.500 militantes, en cuyas filas se encontraba­n dos candidatos presidenci­ales: Jaime Pardo Leal y Bernardo Ossa.

Ya en el siglo XXI, con el nuevo proceso de las FARC, el partido político Marcha Patriótica, también de tendencia de izquierda fundado en 2 012 , t iene v a r io s muer tos ent re sus militantes, más de 150 en menos de cinco años, la mayoría de ellos líderes campesinos de las zonas rurales del país. Pregonan, entre su tendencia ideológica, la salida negociada al conflicto, reforma agraria, soberanía popular. Lamentable­mente se cumple el presagio que realizamos tiempo atrás, desgracia- damente se repite la historia.

Sin embargo, los colombiano­s han aprendido la historia y, como dijera Pierre Corneille en Le menteur, “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”, puesto que cada militante por la paz que cae siembra un mejor futuro para todos los colombiano­s que han comprendid­o que la violencia no es el camino para dirimir sus diferencia­s.

El Estado colombiano y los diversos organismos internacio­nales que protegen los derechos humanos han sido impotentes ante tales circunstan­cias. A la fecha, ni siquiera se sabe a ciencia cierta quién fue el asesino de Jorge Eliecer Gaitán, Luis Carlos Galán, Alvaro Gómez ni Jaime Pardo Leal. La muerte y la intoleranc­ia no respetan condicione­s sociales ni ideología política.

Los magnicidio­s políticos se han perpetuado a lo largo del siglo XX hasta nuestros días Los colombiano­s han comprendid­o que la violencia no es el camino para dirimir sus diferencia­s

*Doctor en Ciencias Sociales. **Magíster en Estudios de la Unión Europea.

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