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cios está cada vez más interrelacionado con otras disciplinas que tradicionalmente estaban separadas. La participación en las aulas de personas con perfiles heterogéneos (arte, psicología, neurociencia, periodismo, diseño, actuación, gastronomía, etc.) mejora la experiencia y promueve el pensamiento no tradicional.
La gran corporación perdió protagonismo: esta tendencia es cada vez más marcada, los estudiantes más brillantes prefieren emprender antes que trabajar en una compañía establecida. Esto obliga a las empresas a mejorar sus propuestas para captarlos y brindarles un ambiente donde puedan explotar todas sus capacidades (lo que se denomina employer branding). Esta tensión en el mercado laboral, notable en carreras como Ingeniería, Contabilidad y Administración de Empresas, ha contribuido a que las universidades elaboren en conjunto con las grandes compañías programas específicos (pasantías, prácticas, jornadas de assessment, etc.) que mejoran las prácticas educativas. Además, el desarrollo de programas a medida para los empleados es una realidad cada vez más importante no sólo en las grandes empresas sino en las pymes que quieren mejorar su competitividad mediante la capacitación.
Dentro y fuera del aula: la clase de tres horas en la que el profesor habla y los estudiantes prestan atención es cosa del pasado. Las metodologías que incluyen discusión de casos, uso de la tecnología en el aula, simulaciones, trabajos de campo, entre otros, son parte fundamental de los cursos. Captar y mantener la atención del alumno (que tiene el celular en el bolsillo y es garantía de satisfacción instantánea) requiere ponerlo en el centro del proceso y utilizar la creatividad para generar interacciones en las que pueda aprender y aplicar los concep- las tos en actividades concretas. Exámenes vía Twitter, talleres de cocina para alumnos de contabilidad, clases de magia y actuación son algunas de las estrategias pedagógicas que forman parte de las escuelas de negocios hoy.
El camino de las personas en el mundo de los negocios es cada vez menos lineal. Reemplazamos por otros modelos más heterogéneos el estereotipo del egresado de contador público que hace tres años de experiencia en un gran estudio para luego cursar el MBA. Hoy tenemos al estudiante de Recursos Humanos que decide ir a trabajar a Asia dos años para luego terminar su carrera online. O la psicóloga que luego de ser madre realiza un MBA para poder crear su propia marca de muebles de diseño. Y el joven emprendedor ecuatoriano que viene a la Argentina a estudiar pero también a buscar socios para su proyecto de explotación de café.
Todos y cada uno de los estudiantes tienen una historia para contar y muchos objetivos para cumplir. El gran cambio en este tiempo fue pasar de un modelo educativo único para todos a un modelo que se adapta al alumno. No es sencillo, las universidades son instituciones grandes que se mueven lentamente, pero hacer el esfuerzo tiene su recompensa. La tecnología y los recursos humanos (principalmente los profesores, activo fundamental con que cuentan las instituciones) son el catalizador de un cambio que no tiene punto de retorno.
Hoy, a 15 años de ese gran cambio que emprendimos en la UP, los resultados han mostrado ser muy positivos. El Global 250 Business Schools Report –elaborado por QS en Inglaterra– nos ha ubicado como una de las mejores 250 escuelas de negocios del mundo. Miles de estudiantes de más de cincuenta países han pasado por nuestras aulas y son más de cien las empresas que confían en nosotros capacitando a sus empleados y reclutando a nuestros egresados.
El reconocimiento obtenido y la realidad de los negocios a escala local y global nos obligan a seguir trabajando y mejorando. Sin dudas estamos frente a un momento bisagra, ideal para definir el camino a seguir en este apasionante mundo de la formación.
universidades son instituciones grandes que se mueven lento, pero vale el esfuerzo
*Decano de Ciencias Económicas de la Universidad de Palermo.
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