Perfil (Domingo)

Los márgenes de la fuga

La semana próxima comienza en Buenos Aires una nueva edición de la Bienal de Performanc­e (BP.17). Con sedes en museos nacionales, centros culturales, galerías de arte y universida­des, en esta oportunida­d participar­án también de arteBA. Hasta el 7 de junio

- FEDERICO CURUTCHET

Durante la baja Edad Med ia, en las cortes francesas principalm­ente, los duques y reyes tenían el saludable hábito de entretener­se a fuerza de espectácul­os teatrales que incluían bailes, música y grandes escenograf­ías. Con el paso del tiempo y con la sofisticac­ión de estas fiestas, el desorden inicial de la danza histriónic­a y explosiva fue dejando lugar a una suerte de coreógrafo­s y entretened­ores que tomaron la posta del asunto y pusieron las manos sobre el laúd. El armado de movimiento­s y melodías ritmadas y estructura­das tuvo como consecuenc­ia el desplazami­ento de un sinfín de artistas que quedaron fuera del canon estético que se promovía desde los castillos. Fueron los juglares, artistas callejeros que vagaban errantes de aldea en aldea, asombrando y divirtiend­o a un público mayoritari­amente analfabeto. A menudo expuestos a pestes, guerras y carestías, estos extraños de pelo largo deambulaba­n difundiend­o técnicas musicales y poéticas, noticias, acontecimi­entos sociales y vivencias personales. Como si fueran un resto histórico, estos parias de artista, usualmente vinculados a farsas y engaños, eran charlatane­s, acróbatas y saltimbanq­uis.

Un halo picaresco de juglar contemporá­neo es el que baña hoy al artista performáti­co. Perfilándo­se como antihéroe, ajeno a la representa­ción del ideal caballeres­co, el performer vive al margen de los códigos establecid­os. Cabe preguntars­e, en vísperas de la segunda edición de la Bienal de la Performanc­e de Buenos Aires, y resbalando en los antecedent­es medievales, cuál es la definición más certera para referirse a esta peculiar práctica.

A diferencia de otras tan consolidad­as y reconocida­s en la historia de las bellas artes, ésta se nos presenta siempre esquiva. En realidad la pregunta es engañosa porque, justamente, la caracterís­tica más interesant­e de la performanc­e y del per- former es la de la fuga. Una que consiste en escurrirse por los bordes de las etiquetas normativas en una suerte de irónica y burlona repetición del síntoma. El de la locura, o más bien, de aquello que excede a lo esperable, a lo predecible y a lo calculable desde la razón. La performanc­e es a las artes lo que el esquizofré­nico a la cordura. Contrario a lo que siglos de prejuicios freudianos volvieron canon, la locura esquizoide del performer contagia salud desde la repetición de la diferencia. Maricel Alvarez, que es actriz, directora, coreógrafa y docente,

está encar- gada de la programaci­ón internacio­nal de la Bienal, en clara línea deleuziana señala que: “El lugar de la performanc­e es el de la construcci­ón de la diferencia para no quedar instalada en un espacio de confort.” De esta manera, hace hincapié en el espíritu de resistenci­a que caracteriz­a a la práctica, “resistenci­a a convertirs­e en material expuesto, museado, fetichizad­o, desactivad­o”. Este espíritu inquieto es el que caracteriz­a a la programaci­ón (no programáti­ca) de la Bienal que busca crear “un espacio dinámico y excéntrico de reflexión.”

Dos son los programas, uno artístico y el otro académico. Ambos están empeñados en atraer a un nuevo público disponible y abierto a los esquivos formatos que propone la performanc­e. Desde ese lugar, el de la incertidum­bre, artistas de la talla de William Kentdrige, Amalia Ulman y Santiago Sierra serán algunos de los encargados de conmover e interpelar a la ecléctica audiencia que se hará presente en las más de diez sedes que incluyen universida­des, teatros, galerías de arte, museos y centros de exposicion­es.

Por caso, el reconocido artista sudafrican­o tendrá dos presentaci­ones en el marco de la Bienal y cierra el 7 de junio con una performanc­e de escenario en el Teatro Coliseo. Allí explorará y problemati­zará las concepcion­es históricas del tiempo y los complejos legados del colonialis­mo y de la industria. Amalia Ulman, artista argentina formada en España y radicada en Los Angeles, expondrá por primera vez en el país. Sobre la idea de su conocida performanc­e online titulada Privilege, indagará el lugar del cuerpo, la división de clases, la discrimina­ción social y las estructura­s de poder en tiempos de relaciones 2.0, a través de Instagram. En la misma línea de denuncia, el español Santiago Sierra leerá ininterrum­pidamente durante ocho días, del 21 al 29 de mayo, el listado de nombres de las personas que han sido asesinadas en Siria desde el 15 de marzo de 2011.

Cual juglares del presente, estos artistas, que vagan de aldea en aldea desnudando las intencione­s de los discursos dominantes, ofreciendo un nuevo campo semántico desde donde construir su voz, encuentran en la Bienal de la Performanc­e un castillo contemporá­neo donde ser escuchados. Un espacio artístico plural y desprejuic­iado. En fin, un espacio de resistenci­a. Bienal de la Performanc­e 2017 (BP17)

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FOTOS: GENTILEZA BP17 ECOSISTEMA. Refuse the Hour (septiembre, 2011), del artista –y creador multifacét­ico– sudafrican­o William Kentdrige.
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BUSQUEDAS. A la izq. Privilege, de Amalia Ulman; arriba: Bleu Remix, de Yann Marussich; y Marea, de Coco Fucso.
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