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Si algo caracteriza al genial Capusotto es que es impredecible. No podría existir una historiografía sobre él, sencillamente porque no hay forma de interpretarlo. Son tan insólitos sus personajes como sus arrebatos. La inmensa mayoría de su interminable saga son tan espontáneos y cómicos como impensados. Pretender clasificar lo suyo como “humor” sería como encasillarlo dentro de una categoría a la cual excede. Lo suyo linda con lo psicológico, juguetea con la paranoia. Y lo que piensa y cómo piensa también (como no podría ser de otra manera). Olvidó que “los Kirchner” construyeron otra realidad, igual que en sus geniales videos, cargados de pura fantasía. Así fue como los derechos humanos pasaron como por arte de magia al haber del kirchnerismo (desplazando el prólogo de Sabato del Nunca más por otro). Cuando el Indec mostró índices que contradecían las bonanzas contadas (Alemania tenía más pobres que Argentina) lo destruyeron. “Nos han mentido, nos han negado a este inmenso hombre. Para los de adentro que nos quieren mentir. Estoy acá representando a la presidenta, por el general Don José de San Martín” (sic). Esta “oda a la impostura” la pronunció, ante la ausencia de Cristina en el acto del 17 de agosto de 2015 Aníbal Fernández, como si la sociedad cuestionara al Padre de la Patria. Esta idea “se la tiro a Capu”: una multitud enfervorizada, con pancartas que digan “viva Belgrano” y “San Martín traidor”, ensamblándole el video donde aparezca Aníbal en medio de ese acto. Pretender encasillar a los miles y miles de ciudadanos que dijimos “presente el histórico 1A” ante una democracia jaqueada indisimuladamente por un kirchnerismo en retirada es propio de Capusotto. No causa indignación. Juan José de Guzmán jjdeguz@gmail.com