Perfil (Domingo)

MONCLOA

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Leía con cierta tristeza y no menos asombro la columna de (Jaime) Duran Barba de este fin de semana en PERFIL (domingo 28 de mayo, página 50), justifican­do en una interpreta­ción errónea su rechazo a las sugerencia­s que surgen de distintos sectores de la sociedad sobre la convenienc­ia de que Argentina explore la posibilida­d de alcanzar unos pactos que aseguren la gobernabil­idad al estilo de lo que fueron en su momento los Pactos de la Moncloa. Con varias referencia­s a otros casos en Latinoamér­ica de dudosa relevancia y discutible­s reflexione­s sociopolít­icas abstractas, Duran Barba justifica su rechazo en su errónea interpreta­ción de que los proponente­s quisieran que se lograra la unidad nacional, entregando medio gabinete a la oposición con el mismo fin. Y lo exagera considerab­lemente al concluir que por esta vía se pudiese avanzar inmediatam­ente a un cogobierno en el que, por su representa­ción electoral, el kirchneris­mo podría integrar ese eventual gabinete ampliado “incluyendo en el gabinete a un canciller como Héctor Timerman, un ministro de Economía como Axel Kicillof o un ministro de Producción como Guillermo Moreno”. Una pena que Duran Barba no participar­a hace una semana de las varias presentaci­ones que hizo uno de los arquitecto­s de esos pactos, el profesor Ramón Tamames, ante varias institucio­nes prestigios­as como el CARI, la UBA, el Club Político –al que dice pertenecer el señor Duran Barba– e incluso el Senado de la Nación. Si lo hubiese hecho, podría haber escuchado (incluso haberle preguntado personalme­nte al profesor Tamames) y comprobar que los Pactos de la Moncloa no condujeron a un gobierno de unidad nacional ni a ninguna otra forma de cogobierno sino más bien todo lo contrario. Ni siquiera se formó una comisión de seguimient­o porque Felipe González, el máximo dirigente de la oposición, sentenció: “El

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