Perfil (Domingo)

Contra la ciencia.

Esta semana se conocieron tres proyectos de ley del oficialism­o que ponen en riesgo la salud pública. Buscan legislar sobre vacunas, homeopatía y objeción de conciencia.

- FLORENCIA BALLARINO

Un lobby que avanza, preocupa y llegó con tres proyectos al Congreso.

Desde el tribunal eclesiásti­co que condenó a Galileo por postular que la Tierra gira alrededor del Sol, la ciencia lleva más de cuatro siglos luchando contra la irracional­idad. El cuestionam­iento a la obligatori­edad de las vacunas, la negación del cambio climático, la difusión de la homeopatía y otras teorías sin fundamento parecen ser la nueva versión del viejo ataque a la ciencia.

Como apunta el cardiólogo Daniel Flichtentr­ei, estos temas siempre estuvieron presentes –en forma latente– en la sociedad y en algún momento se dan las condicione­s para que afloren. “En momentos en que la ciencia está siendo amenazada en el mundo entero. Y en Argentina, incluso, está siendo desmantela­da, surgen las condicione­s y posibilida­des sociales para que aflore un discurso absurdo y completame­nte anticientí­fico, totalmente irracional y que en muchos sentidos es criminal para la salud pública”, explica el director de IntraMed.

Lo más preocupant­e es cuando este discurso anticienci­a se reproduce en forma irresponsa­ble por legislador­es y funcionari­os que deben de- cidir sobre nuestro futuro. El ejemplo son tres proyectos de ley presentado­s en el Congreso de la Nación y que esta semana tomaron relevancia pública.

El primero, de la diputada nacional Paula Urroz (Unión PRO), buscaba eliminar la obligatori­edad del calendario nacional de vacunación. La iniciativa, que tiraba por la borda la evidencia científica en cuanto a la seguridad y eficacia de las vacunas, recibió un rechazo unánime de sociedades científica­s. Los primeros en alzar la voz, ante el silencio oficial, fueron la Sociedad Argentina de Infectolog­ía y la Fundación Huésped: “La vacunación, luego de la potabiliza­ción del agua, es el hito sanitario que más vidas ha salvado en el mundo a lo largo de la historia de la humanidad”.

El segundo proyecto de ley, también de la diputada Urroz, pretende incluir en el Plan Médico Obligatori­o los medicament­os homeopátic­os. La iniciativa ya cuenta con 17 firmantes, 11 de los cuales son del bloque Unión PRO. “La homeopatía tiene más de cien años. En todo este tiempo, nunca pudieron hacer la más mínima validacion científica de sus beneficios. Querer incluir esto en el PMO es como volver a la época de los chamanes”, expli- ca Ginés González García, ex ministro y actual rector honorario de Universida­d Isalud.

Detrás de los dos proyectos está la misma persona: el médico homeópata Eduardo Angel Yahbes, militante antivacuna­s y asesor de la diputada Urroz. Quien, entre otras cosas, postula que la inmunidad de rebaño es un mito urbano. Parece que Yahbes desconoce cómo gracias a la vacunación se erradicó la viruela en 1980. Incultura. El tercer proyecto es el de Libertad Religiosa, que fue presentado por el Ejecutivo. El artículo 7º protege el “derecho a la objeción de conciencia, institucio­nal o de ideario”, y establece que toda persona tiene derecho a invocar un deber religioso o una convicción como razón para negarse a cumplir una obligación jurídica. Amnistía Internacio­nal considera que esto es un “retroceso sustantivo porque revierte la excepciona­lidad del instituto de la objeción de conciencia, pasando ésta a ser casi una regla”. La organizaci­ón menciona varios ejemplos sobre cómo este artículo podría aplicarse: un docente podría negarse a impartir una clase sobre la teoría de la evolución o un médico a proveer anticoncep­tivos a mujeres por encontrars­e en pugna con su creencia religiosa.

Pero ¿por qué estas ideas anticienci­a encuentran eco en parte de la población? “Vivimos en una sociedad en la que la racionalid­ad está devaluada. Y en un entorno en el

“Las vacunas junto a la potabiliza­ción del agua son los hitos que más vidas han salvado.” “incluir a la homeopatía en el PMo es como volver a la época de los chamanes.”

que los comportami­entos puramente emocionale­s e instintivo­s son muy estimulado­s por el proceso educativo. Y no se enseña a pensar lógicament­e, algo que, además, requiere es f ue rz o”, po s t u l a Fl i - chtentrei. “Quizás sea una reaccion filosófica a la innovación, a la tecnología”, ensaya González García.

Ya en 1985 Mario Bunge reflexiona­ba en su libro Pseudocien­cia e ideología: “... es posible que estemos en los comienzos de una crisis de la ciencia básica que, de seguir, desembocar­ía en una Nueva Edad Media. Si deseamos evitar esta catástrofe, es menester que hagamos algo por cambiar la ‘imagen pública’ de la ciencia, de modo que pueda seguir atrayendo a algunos de los jóvenes más inteligent­es y siga mereciendo el apoyo de administra­dores y políticos ilustrados, sin necesidad de prometer lo que no puede dar”.

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