Perfil (Domingo)

Tensa negociació­n para aprobar la ley que pena a empresas

- MARIANO CONFALONIE­RI

pués de inscribirs­e en el país, Ghella solicitó a la Secretaría de Transporte de Ricardo Jaime una prórroga para completar trámites que le permitiera­n ofertar por la licitación del soterramie­nto. Mientras tanto, Odebrecht y Iecsa ya estaban asociadas para competir por la obra. Iecsa aún no estaba en manos de Angelo Calcaterra sino de Franco Macri.

Ghella obtuvo sus prórrogas, pero el 23 de mayo las tres se asociaron con la española Comsa y presentaro­n una oferta conjunta. “Esta mecánica de agrupamien­to remite, al menos por sus similitude­s, al esquema de ‘cartelizac­ión’” del caso Odebrecht en Brasil, dijo el fiscal federal Franco Picardi en uno de sus últimos dictámenes en la causa en la que se investiga si el consorcio pagó coimas para obtener la obra. En el entorno de Ghella aseguran que no formaron parte de esas maniobras.

La empresa italiana tenía otro objetivo claro en Argentina: el entubado del arroyo Maldonado. Al mismo tiempo que buscaba ganar con sus socios el soterramie­nto apuntaba a un proyecto clave de la administra­ción porteña para frenar las inundacion­es, valuado en más de $ 454 millones. La crisis del gobierno de Aníbal Ibarra y los vaivenes de su sucesor, Jorge Telerman, sólo le implicaban trabas. Hasta que asumió Macri como jefe de gobierno.

Fue un buen año para Ghella. El 23 de enero de 2008, el gobierno de Fernández de Kirchner adjudicó a Iecsa, Odebrecht, Ghella y Comsa el soterra- miento del Sarmiento. Un mes más tarde, el 21 de febrero, Macri le entregó a Ghella la licitación del Maldonado. Hacía cinco meses que Ghella había comprado el 50% de ODS, el holding dueño de Iecsa (el diputado Eduardo Tailhade comenzó a poner la mira en esta transacció­n). Entonces, comenzaron a operar con dos bancos: Macro y Ciudad.

Por el Maldonado, Ghella también compitió con su socia Odebrecht. La obra fue finalizada, algo que no sucedió con el soterramie­nto. La obra está en pañales tras 12 años de anuncios. Para sumar más irregulari­dades, las empresas y el gobierno de Fernández de Kirchner lograron transforma­r la licitación del soterramie­nto por US$ 889 millones en un contrato por US$ 3 mil millones. La oferta con la que ganaron la licitación había sido la más económica, pero 12 meses después, el 23 de diciembre de 2008, el Estado firmó el contrato por $ 11.702.929.915 (US$ 3.421 millones de esa fecha) por las tres etapas que el consorcio nunca había licitado, cuadruplic­ando el valor de la oferta. Al oficialism­o le va a costar y mucho avanzar en el Congreso con el régimen de responsabi­lidad penal empresaria, que contempla sanciones para las compañías que cometan delitos contra la administra­ción pública.

El presidente Mauricio Macri propuso la ley a raíz del escándalo que se armó con la confesión de directivos de Odebrecht, que dijeron haber pagado coimas en el país, durante la era kirchneris­ta, para conseguir trato preferenci­al en las obras públicas.

Pero lo que trabó el tratamient­o del proyecto, que el miércoles se aprobó en “general” en Diputados, fue el artículo 37, que prevé la posibilida­d de que el Poder Ejecutivo firme por única vez un acuerdo administra­tivo retroactiv­o con la firma brasileña a cambio de informació­n sobre los sobornados.

Para un sector importante de la oposición, incluido el Frente Renovador, ese artículo es un “traje a medida” para el macrismo, porque –sostienen– empresas de la familia presidenci­al “podrían estar involucrad­as en este caso”. Sin el aval del massismo, Cambiemos no tendrá ley.

El Gobierno hará una contraprop­uesta antes del miércoles que viene, día pactado para tratar el articulado del proyecto. Ofrecerá modificar parcialmen­te ese ítem, obligando al Ejecutivo a entregar “sin mirar” la informació­n que obtenga del acuerdo con la empresa a la Justicia. En diálogo con PERFIL, el diputado del PRO Daniel Lipovetzky ironizó: “Los que veníamos a gobernar para los ricos impulsamos el castigo a las empresas corruptas, cosa que no quieren hacer los nacionales y populares”, en alusión al kirchneris­mo.

Un diputado massista le anticipó a este diario que hay otras inconsiste­ncias en la iniciativa. “Contemplan sólo el cohecho, cuando deberían sancionars­e todos los delitos federales”, explicó. Y agregó que los funcionari­os no pueden hacer en ningún caso –y menos de manera retroactiv­a, porque eso viola la ley– acuerdos con acusados de corrupción. “Para eso está la Justicia”, dijo el legislador.

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CEDOC PERFIL BANDERA. Carrió criticó el rechazo del kirchneris­mo a la ley.
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Calcaterra y Ghella compartier­on Iecsa. La italiana compitió y se asoció con Odebrecht.
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SOCIOS.

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